Contra el patriarcado, nos mueve el deseo
Ponemos en cuesti¨®n las estructuras sociales de las cuales el machismo es piedra angular, cimiento y soldadura
Ni Una Menos naci¨® en Argentina ante el hartazgo por la violencia machista, que tiene su punto m¨¢s cruel en el feminicidio. Se nombr¨® as¨ª, diciendo basta de un modo que a todas y todos conmovi¨®: ¡°ni una menos¡± es la manera de sentenciar que es inaceptable seguir contando mujeres asesinadas por el hecho de ser mujeres o cuerpos disidentes. Esa consigna desbord¨® las interpelaciones previas del feminismo, pero desde la primera marcha del 3 de junio de 2015, la calle mostr¨® que la fuerza que se movilizaba era un impulso feminista, se reconociera o no albergado en esa palabra, en su pluralidad de tonos y voces.
Ni Una Menos es un colectivo que re¨²ne a un conjunto de voluntades feministas, pero tambi¨¦n es un lema y un movimiento social. Quiere permear las bases de la desigualdad, y transformarla. Desovillar la madeja de cuestiones econ¨®micas, pol¨ªticas y culturales, para desarmar sus fundamentos, combatir las violencias y poner en juego modos de vida alternativos a los moldes que prescribe el patriarcado.
Ni una menos surgi¨® de transformar el duelo en potencia: vivas nos queremos. Eso sigue implicando resistir a los intentos de captura de nuestra voz colectiva y construir estrategias para corrernos del lugar en el que quieren ubicarnos: el de v¨ªctimas. No nos reconocemos como v¨ªctimas ¨Chayamos o no sido victimizadas¨C ni nos dirigimos a otras mujeres, incluso las que sufren o sufrieron violencia, como v¨ªctimas, sino como sujetas de creaci¨®n y potencia de hacer.
Ponemos en cuesti¨®n las estructuras sociales de las cuales el machismo es piedra angular, cimiento y soldadura. Somos mujeres, transexuales, lesbianas, travestis, de todas las edades y todas las nacionalidades, trabajadoras, con infinitos modos de nombrarnos, todos posibles, todos ciertos, todos habitando una pluralidad que nos entusiasma. Compartimos las heridas, la humillaci¨®n, la diatriba, la huella colonial, pero tambi¨¦n el deseo de una ¨¦pica que convierta la herida en arma y de poner en pr¨¢ctica un mundo nuevo.
Estamos para nosotras: cuidarnos, acompa?arnos, transmitirnos saberes, sabernos c¨®mplices, atentas al sentir de las otras. Estamos dispuestas para el cotilleo entre amigas, la charla entre colegas, la amistad en el barrio: de nuestras mutuas experiencias surge el cuidado. Nosotras narramos, nos narramos, construimos entre todas una memoria de las heridas y los hero¨ªsmos diarios. La mayor¨ªa de las situaciones de violencias f¨ªsica y psicol¨®gica contra las mujeres y cuerpos feminizados se dan sin la presencia de otras personas.
Apostamos a una fuerza pol¨ªglota, d¨ªscola, fugitiva, a desbordar los cercos en los que la sociedad patriarcal nos confina, a seguir hablando para las que no se reconocen feministas pero tienen pr¨¢cticas de autonom¨ªa, para las que se sienten oprimidas pero no identificaron la causa, para las que simplemente quieren vidas libres de violencias, para quienes se escurren de la diferencia de g¨¦neros, para los varones que revisan sus pr¨¢cticas y, tambi¨¦n, para quienes a¨²n no lo hacen. Apostamos a seguir pensando dentro y fuera de los l¨ªmites nacionales, a construir una perspectiva feminista sobre todas las desigualdades. Ni lo humano ni la naturaleza, la tierra y la existencia, puede sernos ajeno. Reducirnos a tomar la parte que el g¨¦nero nos asigna, es tambi¨¦n un modo de enajenaci¨®n.
Somos parte de una revoluci¨®n existencial en todo el mundo. El 8 de marzo de 2017 hicimos el primer paro internacional de mujeres, en una articulaci¨®n transnacional, multiling¨¹e, interseccional y heterog¨¦nea de la que participaron 55 pa¨ªses. Empezamos a tejer un nuevo internacionalismo, capaz de interpelar todas las formas de explotaci¨®n, racismo y crueldad desde una ¨¦tica feminista que tiene como centro una pol¨ªtica de la vida y no del sacrificio.
Ni una menos. Vivas nos queremos.
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