Zimbabue disfruta con cautela de su nueva libertad de expresi¨®n
La ciudadan¨ªa ve con recelo el regreso del exvicepresidente Mnangagwa, que pertenece al mismo partido que Mugabe
¡°Bienvenida a la independencia¡±, espeta alegremente Fabian, que sale de un restaurante local con un grupo de compa?eros de trabajo. Despu¨¦s de un sadza r¨¢pido ¡ªla pasta de ma¨ªz que representa el alimento b¨¢sico para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en Zimbabue¡ª, los amigos vuelven a la oficina compartiendo su satisfacci¨®n. ¡°Hoy es d¨ªa laborable, pero es duro porque hemos estado celebrando hasta entrada la noche¡±. Una omnipresente sensaci¨®n de calma se ha extendido por todo Harare desde que, el pasado martes, el hombre que fue presidente de Zimbabue durante los ¨²ltimos 37 a?os, Robert Mugabe, dimiti¨®.
No hay una alegr¨ªa enloquecida y desenfrenada, m¨¢s bien es como si un gran alivio cubriera la capital. Como una corriente de aire. En la plaza de la Unidad, delante del Parlamento donde se ley¨® la carta de la dimisi¨®n de Mugabe y punto neur¨¢lgico del estallido incr¨¦dulo de felicidad popular que revent¨® inmediatamente despu¨¦s, todo luce como un d¨ªa m¨¢s. En los bancos y en el c¨¦sped se evaporan discusiones y charlas, unos ni?os de la calle piden a los paseantes mientras el comp¨¢s de un d¨ªa entre semana ajetrea al personal entre oficinas y comercios.
Todo parece normal, aunque con una diferencia. ¡°Se ha acabado el miedo¡±, como dice un vendedor de peri¨®dicos del centro con las primeras portadas de la era post-Mugabe. Una de ellas plasma el Mugexit junto a una foto del nuevo hombre fuerte de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, que este viernes tomar¨¢ posesi¨®n de la presidencia.
El mero hecho de poder expresarse es una novedad que se disfruta con cautela. La censura ejercida durante los 37 a?os de Gobierno de Robert Mugabe y su partido, el ZANU-PF, ha enmudecido a los zimbabuenses durante cuatro d¨¦cadas ¡°con una intimidaci¨®n constante y latente¡±, dice Fidelis Mudimu, activista por los derechos humanos y director de la Unidad de Servicios de Terapia, una organizaci¨®n que recibe y apoya a las v¨ªctimas de la violencia pol¨ªtica organizada en el pa¨ªs. La entidad ha acompa?ado en los ¨²ltimos 15 a?os a 50.000 afectados.
Mudimu explica que la represi¨®n ha sido una herramienta ¡°habitual, que incluye desde la privaci¨®n de acceso a la comida y a los servicios b¨¢sicos, hasta palizas y detenciones arbitrarias¡±. Instalada tanto en las grandes ciudades como en las zonas rurales, los que la ejecutan ¡°son ¨®rganos del partido de Gobierno, la polic¨ªa, los servicios de inteligencia y las milicias progubernamentales, entrenadas por el ZANU-PF durante a?os, as¨ª como, directamente, oficiales del partido¡±.
Prudencia
Por eso, un halo de prudencia acompa?a a la ca¨ªda de Mugabe, que cedi¨® a la presi¨®n tras un golpe incruento del Ej¨¦rcito la semana pasada. El hombre que toma el relevo, Emmerson Mnangagwa, que ha regresado al pa¨ªs tras ser destituido como vicepresidente en la crisis por la sucesi¨®n que desencaden¨® la asonada militar, sale del mismo r¨¦gimen y ha sido la mano derecha del mandatario dimitido durante su larga presidencia. Ha comandado los servicios de inteligencia, ha sido ministro de Defensa y es considerado uno de los art¨ªfices de la brutal campa?a de represi¨®n que sigui¨® a las elecciones celebradas en 2008, las primeras en las que el ZANU-PF perdi¨® la hegemon¨ªa y se vio forzado a compartir el poder con la oposici¨®n, en un Gobierno de transici¨®n.
El expresidente podr¨¢ quedarse en el pa¨ªs
Retirada a cambio de inmunidad. Las largas y tensas negociaciones entre el expresidente de Zimbabue, Robert Mugabe, y las autoridades militares del pa¨ªs, que le tuvieron retenido en su domicilio durante una semana antes de arrancarle la carta de dimisi¨®n, han dejado al anciano Mugabe fuera del poder, pero con garant¨ªas de que no ser¨¢ perseguido por la justicia y que su seguridad ser¨¢ garantizada.
El t¨ªo Bob ¡ªas¨ª le siguen llamando¡ª, no ten¨ªa pensado abandonar el pa¨ªs ¡ªtampoco el poder¡ª, por eso pidi¨® poder quedarse a morir en Zimbabue. Y se le concedi¨®. Pero adem¨¢s se le deb¨ªa garantizar su propia seguridad y la de su familia. ¡°Estuvo muy sensible¡± con este tema, seg¨²n dicen fuentes del Gobierno. Y es que si, si bien Mugabe goza a¨²n de cierto respeto entre los militares, la primera dama, Grace Mugabe, tiene de enemigo al nuevo l¨ªder del pa¨ªs.
A pesar de la intervenci¨®n militar y de forzarle a dejar el sill¨®n presidencial que ostentaba desde hace 37 a?os, el Ej¨¦rcito no le derroc¨® y estuvo pactando con ¨¦l una salida en la que ganaran todos. Mugabe se ha quedado con su jubilaci¨®n y puede ser de los pocos mandatarios de larga duraci¨®n que puede quedarse en su pa¨ªs despu¨¦s de ser despejado.
Los cuadros del poderoso partido son los que controlan el acceso a los servicios b¨¢sicos como cl¨ªnicas y escuelas, lo que ha sido utilizado durante a?os como medida de coacci¨®n. La violencia pol¨ªtica ha tenido como objetivo a pol¨ªticos, periodistas y otros ciudadanos, y aunque tiene picos durante los momentos de posible cambio, ¡°se dispara cada vez que hay elecciones¡±, cuenta Mudimu, y sigue con menos intensidad ¡°pero constante¡± despu¨¦s. ¡°Es una manera de perpetuar el miedo¡±, destaca.
Durante a?os el objetivo y principales v¨ªctimas eran miembros de la oposici¨®n pol¨ªtica, o sospechosos de serlo, pero en 2013 el foco cambi¨® hacia los movimientos civiles y sociales, seg¨²n los casos detectados por la Unidad de Servicios de Terapia. El mismo Morgan Tsvangirai, fundador y l¨ªder del principal partido de oposici¨®n ¡ªel MDC¡ª ha sido arrestado varias veces e incluso presuntamente torturado en 2007. Tsvangirai ha sido el ¨²nico hombre que ha ganado a Robert Mugabe en las urnas. Fue en 2008, en la primera vuelta, pero despu¨¦s de la oleada de represi¨®n que dej¨® 200 muertos, decidi¨® renunciar y retirarse.
En los ¨²ltimos a?os los civiles han tomado el protagonismo y el relevo, se han convertido en una amenaza para el r¨¦gimen, y por ello en amenazados. Desde una abogada de clase alta como Fedzayi Mahere, hasta el movimiento #ThisFlag, liderado por el llamado pastor Mawarire han ido alzando la voz, siempre calculando las reacciones del ZANU-PF.
Pero tambi¨¦n est¨¢n los que se mantienen fieles a Robert Mugabe, como Tatenda, que asegura que ¡°ha sido el mejor l¨ªder que pod¨ªa tener este pa¨ªs¡±. La atm¨®sfera de esperanza por el cambio reposa entre el c¨¦sped y las paradas de autob¨²s. ¡°Se ha cambiado al conductor, pero el bus sigue siendo el mismo¡±, se oye en la calle. Eso no impide que Harare siga impregnada de una apacible sensaci¨®n de descanso.
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