?144 millones de jueces para la Lava Voto?
Ellos no necesitan lidiar con los intrincados problemas jur¨ªdicos que pueden permitir disputar una elecci¨®n a un reo de corrupci¨®n
La sociedad brasile?a empieza a tener la percepci¨®n que el Supremo Tribunal Federal no demuestra excesiva prisa en condenar a los pol¨ªticos denunciados por corrupci¨®n, ni siquiera a aquellos que, como el senador Renan Calheiros, presentan una docena de acusaciones. Hasta ahora, el juzgado de primera instancia de Curitiba, por ejemplo, ya ha emitido, en la operaci¨®n Lava Jato, m¨¢s de 100 sentencias de condena, muchas de ellas confirmadas en segunda instancia. El Supremo a¨²n no ha presentado una condena definitiva de un pol¨ªtico. As¨ª se llegar¨¢ a las elecciones del a?o pr¨®ximo con candidatos a presidente, diputados, senadores y gobernadores acusados de corrupci¨®n, pero a¨²n sin sentencia que les impida disputar las elecciones, con lo que podr¨¢n ser reelegidos y mantener as¨ª el fuero privilegiado que les permite eternizar sus procesos en el Supremo.
?Qu¨¦ puede hacer la sociedad? La candidata a las presidenciales, Marina Silva, ha tenido una idea que ojal¨¢ se viralice en las redes sociales: crear un tribunal con los 144 millones de jueces, que son los que tendr¨¢n derecho al voto, que deber¨ªan negarse a votar a cualquier candidato sobre el que recaiga no ya una condena, sino una simple acusaci¨®n o sospecha de haber usado dinero p¨²blico en ventaja propia. Esos 144 millones de votantes-jueces no necesitan lidiar con los intrincados problemas jur¨ªdicos que pueden permitir disputar una elecci¨®n a un reo de corrupci¨®n. A esos millones de jueces les bastar¨¢, para condenar a un candidato, una simple acusaci¨®n o sospecha de pol¨ªtico corrupto, porque podr¨¢n usar el argumento de la moralidad p¨²blica que un representante del pueblo deber¨ªa poder demostrar para pedir su voto. ?Tiene sentido que un candidato condenado, por ejemplo, a varios a?os de c¨¢rcel en segunda instancia, y a pesar de la ley de ficha limpia, pueda, a trav¨¦s de recursos de sus abogados, disputar una elecci¨®n? Legalmente, es posible; moralmente, no deber¨ªa serlo. Esa condena de negar el voto a quienes no demuestren que gozan de la respetabilidad y moral suficiente para poder representar a la sociedad puede ser tan eficaz o m¨¢s como una condena judicial.
Se podr¨¢ alegar que muchos de esos millones de votantes no cuentan con informaciones suficientes sobre los candidatos para poder juzgar su honestidad. Eso pod¨ªa pasar en el pasado, no ahora cuando las t¨¦cnicas de comunicaci¨®n permiten conocer en tiempo real vida y milagros de los ciudadanos, y m¨¢s de los que ya ocupan cargos p¨²blicos. Bastar¨ªa presentar en Internet, o en carteles en las calles y plazas del pa¨ªs, los nombres de los candidatos a elegir o reelegir con su biograf¨ªa y las acusaciones o sospechas que sobre cada uno de ellos recaen de conductas moralmente inconciliables con el cargo que desean disputar. No se trata de un juicio sumario en la calle, ya que la sentencia de los votantes no tiene valor de ley, pero s¨ª existe la necesidad y el derecho del ciudadano de conocer si la persona a la que piensa dar su voto es merecedora o no de su confianza en el campo de la decencia moral. Para eso existen hoy leyes severas de transparencia, que nos permiten conocer las conductas de los elegidos para gobernar al pa¨ªs. No se trata de ninguna caza de brujas, sino simplemente de saber un m¨ªnimo sobre la conducta p¨²blica de un candidato.
Negar el voto a quienes no demuestren que gozan de la respetabilidad para poder representar a la sociedad puede ser tan eficaz como una condena judicial.
Un ciudadano tiene el derecho de negar el voto a quien, aunque no haya sido declarado reo todav¨ªa o condenado por un tribunal de justicia, considere que las denuncias que pesan sobre ¨¦l, por parte de la fiscal¨ªa o de la polic¨ªa, son suficientes para alertarnos antes de concederle un voto de confianza. Yo no voto en Brasil, pero de poder hacerlo no dar¨ªa mi voto para reelegir a un diputado o senador sobre el que pesan no una sino hasta una docena de acusaciones que corren a¨²n por los cauces lentos de los tribunales superiores, gracias, muchas veces, a que gozan de abogados de copete que consiguen prolongar sus procesos.
Lanzar para las elecciones la operaci¨®n Lava Voto podr¨ªa significar el inicio de una verdadera catarsis nacional, llevando al Congreso y a la Presidencia de la Rep¨²blica a gente que no parece haberse ensuciado con los juegos perversos de la corrupci¨°n, cuyo dinero fue substraido a los hospitales, a las escuelas o la investigaci¨®n cient¨ªfica. Es dinero de todos y de cada uno, y por eso existe el derecho sagrado de que cada ciudadano que se acerca con su voto a una urna tenga el derecho de convertirse en juez y sin apelaci¨®n. Si a pesar de todo ello, habr¨¢ gente que seguir¨¢ dando igualmente el voto a un candidato a sabiendas de su falta de honorablidad moral, en ese caso es ¨¦l mismo quien se condena ante su conciencia.
Que existe una gran perplejidad de la sociedad brasile?a frente al nombramiento, por ejemplo, del nuevo presidente de la Rep¨²blica, lo demuestra el dato revelador del ¨²ltimo sondeo de Datafolha, seg¨²n el cual m¨¢s de la mitad de los votantes o no saben a¨²n a quien votar o no piensan en votar a nadie, que puede ser tambi¨¦n un voto de resistencia c¨ªvica. En total supone un 55% de los electores. Podr¨ªa parecer indiferencia, pero tambi¨¦n perplejidad ante lo que vive el pa¨ªs y miedo a poder equivocarse votando a quien tal vez seguir¨ªa actuando a espaldas de la gente. Mi convicci¨®n, y ojal¨¢ no me equivoque, es que esta vez, despues de la Lava Jato, los ciudadanos pensar¨¢n dos veces antes de dar su voto a un candidato, se?al de que, a pesar de todo, estamos ante una sociedad fundamentalmente sana que quiere participar activamente en la elaboraci¨®n de su propio destino, lo que ser¨ªa imposible reeligiendo a los corruptos o a los que simplemente aparecen en olor de corrupci¨®n.
Marina Silva tiene raz¨®n, una Lava Voto ser¨ªa el mejor colof¨®n de la limpieza pol¨ªtica iniciada por la Lava Jato, que, a pesar de la artiller¨ªa lanzada contra sus jueces y promotores, orquestada muchas veces en las sombras por los corruptos, sigue siendo una de las instituciones mejor valoradas y m¨¢s aplaudidas por una sociedad que est¨¢ perfeccionando su democracia.
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