Reino Unido afronta el reto de definir qu¨¦ pa¨ªs quiere tras el Brexit
El logro m¨¢s prodigioso de Theresa May es que, 16 meses despu¨¦s de llegar a Downing Street, a¨²n nadie sabe qu¨¦ visi¨®n tiene tras el divorcio de la UE
El logro m¨¢s prodigioso de Theresa May es que, 16 meses despu¨¦s de llegar a Downing Street, a¨²n nadie sabe qu¨¦ visi¨®n tiene para el pa¨ªs despu¨¦s del Brexit. La preocupante realidad es que, como ha reconocido el propio ministro de Econom¨ªa, el Gobierno no ha debatido a¨²n sobre el ¡°estado final¡±. Pero el momento que lleva tanto tiempo posponiendo ha llegado. El primer debate interno tendr¨¢ lugar el 19 de diciembre. El pragmatismo recomienda un Brexit suave, pero todo indica que el sector duro no ha hecho sino aplazar la batalla.
El balance de la primera fase de las negociaciones no es muy alentador para Reino Unido. Humillantes batallas internas, un fracasado intento de dividir a los Veintisiete, unas desastrosas elecciones anticipadas y una sucesi¨®n de esl¨®ganes m¨¢s o menos vac¨ªos, que oscilan del ¡°Brexit significa Brexit¡± al ¡°mejor un no acuerdo que un mal acuerdo¡±. Han perdido cada una de las batallas que han librado, empezando por el intento de negociar en paralelo el divorcio y la relaci¨®n futura, y el acuerdo alcanzado el viernes no es m¨¢s que la constataci¨®n, demorada ocho meses en el tiempo, de lo inevitable: que esta no es una negociaci¨®n de igual a igual, sino la de un miembro con el club del que decidi¨® irse.
Pese a todo, como advirti¨® Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, lo dif¨ªcil viene ahora. El acuerdo de divorcio entierra las l¨ªneas rojas trazadas estos meses por May y prepara el camino para la versi¨®n m¨¢s suave del Brexit. Por eso, la disciplina mostrada por los m¨¢s antieuropeos del Gobierno parece indicar que lo han aceptado para evitar males mayores, pero que consideran que es ahora, en la segunda fase, cuando hay que librar las verdaderas batallas. O eso, o repentinamente han cambiado todos de opini¨®n sobre el asunto que, en muchos casos, ha definido su carrera pol¨ªtica.
Este mismo lunes May se reunir¨¢ con su Gabinete para ponerles al d¨ªa de la negociaci¨®n. La pr¨®xima reuni¨®n del Gobierno, el 19 de diciembre, ser¨¢ previsiblemente la primera en la que se debata el ¡°estado final¡±: la posici¨®n oficial sobre el acuerdo futuro. La ambici¨®n, en esa primera reuni¨®n, es dejar que cada ministro exponga su postura. Pero la gran inc¨®gnita a¨²n por despejar es cu¨¢l es la postura de la propia May.
Todo indica que es m¨¢s pro Brexit de lo que sugiere el hecho de que votara por la permanencia el 23 de junio de 2016. Seis a?os al frente del Home Office, tratando infructuosamente de cumplir la imposible promesa electoral de reducir la inmigraci¨®n neta por debajo de los 100.000 al a?o, pueden alimentar una preocupaci¨®n sobre el control las fronteras. Tampoco es una persona que congenie naturalmente con los argumentos econ¨®micos de una ¨¦lite liberal a la que no pertenece. Hija de un pastor anglicano, su car¨¢cter religioso, explica un colaborador cercano, hace que entienda su puesto como una misi¨®n: la de salvar al partido y, de paso, a s¨ª misma.
El debate en el Gobierno se centrar¨¢ en la idea de ¡°alineamiento regulatorio¡±, el nuevo concepto de moda en Whitehall. Boris Johnson, el poco diplom¨¢tico jefe de la diplomacia brit¨¢nica, ofreci¨® pistas de las intenciones del sector duro al respecto. ¡°Gran reuni¨®n con la primera ministra¡±, tuite¨® despu¨¦s de visitar Downing Street el viernes. ¡°La encontr¨¦ totalmente convencida de que el alineamiento completo es compatible con recuperar el control de nuestro dinero, leyes y fronteras¡±.
May puede confiar en que el pragmatismo fuerce a los m¨¢s antieuropeos a suavizar su oposici¨®n a ese concepto de alineamiento regulatorio. Argumentos no le faltar¨¢n. Hasta ahora, las l¨ªneas rojas de May no dejaban otra opci¨®n que la de un acuerdo comercial como el que la UE ha firmado con Canad¨¢ (CETA), pero a?adiendo el sector financiero, vital para la econom¨ªa brit¨¢nica, as¨ª como la seguridad y defensa. Es lo que se ha venido a bautizar como ¡°acuerdo Canad¨¢ plus¡±.
El problema es el tiempo. El acuerdo, para que pueda aprobarlo el Parlamento Europeo antes del 29 de marzo de 2019 ¡ªfecha en la que Reino Unido estar¨¢ fuera de la UE en virtud del art¨ªculo 50 del Tratado de Lisboa¡ª, deber¨ªa estar listo para octubre del a?o que viene. Y las negociaciones no empezar¨¢n, advirti¨® ayer Bruselas, hasta febrero de 2018.
Hay, por tanto, ocho meses. Los mismos que ha costado alcanzar el ¡°suficiente progreso¡± en los t¨¦rminos del divorcio. El acuerdo del viernes, que ni siquiera cierra del todo los tres asuntos sobre los que versa, tiene 15 p¨¢ginas. El acuerdo con Canad¨¢, 1.598. Tard¨® siete a?os en cerrarse, y eso sin el ¡°plus¡± que quiere a?adir Londres. Igual va siendo hora de que los m¨¢s euroesc¨¦pticos renuncien a su idea de que es posible cerrar el acuerdo antes de que Reino Unido abandone la UE. La otra opci¨®n es algo parecido a la relaci¨®n que mantiene Noruega. Un acuerdo por el que Reino Unido seguir¨ªa de facto como miembro, pero perdiendo el poder de decisi¨®n. Comerciar¨ªa libremente con la UE, a cambio de seguir aportando a las arcas europeas y tolerar l¨ªmites al control de fronteras. Algo dif¨ªcilmente aceptable para Londres.
Acuerdo a medida
May dej¨® claro en su discurso de Florencia que no est¨¢ dispuesta a adoptar para Reino Unido un modelo preexistente. Que quiere un acuerdo a medida. Pero a estas alturas May ha borrado kil¨®metros de l¨ªnea roja. Como asegura un alto cargo de un Gobierno europeo, no hay tiempo para un acuerdo a medida. A lo m¨¢ximo que se puede aspirar, defiende, es a alcanzar una decena de pactos sobre asuntos clave. De ah¨ª la importancia de un periodo transitorio, en el que se mantenga el statu quo, para ir construyendo la relaci¨®n futura.
Lo que tiene que comprender Londres, explica la misma fuente, es que meses despu¨¦s de la salida de Reino Unido de la UE habr¨¢ elecciones europeas y ser¨ªa dif¨ªcil pol¨ªticamente acudir a las urnas, en pleno auge de los populismos, mientras en Reino Unido celebran el acuerdo alcanzado. En el mundo de hoy los valores europeos son m¨¢s importantes que nunca, defiende, y el acuerdo tiene que demostrar que irse de la UE no es una buena idea.
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