Marcelo Odebrecht sale de la c¨¢rcel tras permanecer solo dos a?os y medio
El constructor brasile?o que confes¨® el mayor esc¨¢ndalo de Am¨¦rica Latina cumplir¨¢ el resto de su condena en arresto domiciliario
El hombre que confes¨® haber sobornado a buena parte de la ¨¦lite pol¨ªtica de Am¨¦rica Latina ya no est¨¢ en prisi¨®n. Marcelo Odebrecht, el expresidente de la constructora brasile?a protagonista del mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de la historia del continente, abandon¨® este martes la c¨¢rcel tras cumplir solo dos a?os y medio de una condena que ascend¨ªa a 19. El acuerdo que el constructor alcanz¨® con la justicia para obtener beneficios a cambio de su confesi¨®n le permitir¨¢ continuar cumpliendo la pena en arresto domiciliario.
La generosidad de los acuerdos llamados en Brasil de "delaci¨®n premiada" no ha dejado en ning¨²n momento de alimentar la pol¨¦mica en el pa¨ªs. Los jueces y fiscales de la llamada Operaci¨®n Lava Jato, la gigantesca trama de corrupci¨®n descubierta a partir de los contratos de la petrolera p¨²blica Petrobras, los defienden como el ¨²nico medio de llevar sus investigaciones hasta el final. Pero no faltan detractores que alegan que los beneficios son desproporcionados.
Marcelo Odebrecht, de 49 a?os, fue detenido el 19 de junio de 2015. Encerrado en una celda de 16 metros cuadrados en la prisi¨®n de Curitiba, durante un a?o se resisti¨® a suscribir el acuerdo que le ofrec¨ªa la fiscal¨ªa, a pesar de que su padre, Emilio, patriarca de la constructora, se lo aconsej¨® desde el primer momento. Pero tras ser condenado a 19 a?os y cuatro meses de prisi¨®n por los delitos de corrupci¨®n activa, blanqueo de dinero y asociaci¨®n criminal, acab¨® cediendo. A partir de ahora continuar¨¢ cumpliendo su pena en la lujosa mansi¨®n de S?o Paulo, de 3.000 metros cuadrados, donde viven tambi¨¦n su esposa y sus tres hijas. Ser¨¢ controlado por una tobillera electr¨®nica y no podr¨¢ poner un pie fuera de su propiedad en los pr¨®ximos 912 d¨ªas. Hace meses, ya pag¨® una multa de 73 millones de reales (18,6 millones de euros). El reo tampoco podr¨¢ ejercer cargos directivos en el grupo Odebrecht, aunque la propiedad seguir¨¢ en manos de la familia descendiente de emigrantes alemanes instalados en el nordeste de Brasil que en 1944 fund¨® la constructora bajo el mando de Norberto Odebrecht, abuelo de Marcelo.
A cambio de esos beneficios, Marcelo Odebrecht ha entregado una mina inagotable para las investigaciones judiciales. En Brasil, sus confesiones comprometen al actual presidente, Michel Temer, y a sus antecesores Dilma Rousseff, Luiz In¨¢cio Lula da Silva y Fernando Collor de Mello, adem¨¢s de a las c¨²pulas de las principales fuerzas pol¨ªticas. Pero la mecha encendida por la confesi¨®n de Odebrecht se ha extendido por casi toda Am¨¦rica Latina y hasta ha alcanzado un pa¨ªs africano, Angola.?
Ejecutivos de la compa?¨ªa han admitido pr¨¢cticas il¨ªcitas en Argentina, Venezuela, Ecuador, M¨¦xico, El Salvador, Colombia, Rep¨²blica Dominicana, Panam¨¢ o Per¨². Es este ¨²ltimo pa¨ªs donde las investigaciones est¨¢n m¨¢s avanzadas y las consecuencias pol¨ªticas han sido m¨¢s devastadoras. Con menos de un a?o y medio en el poder, el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, corre el riesgo de convertirse en el primer jefe de Estado destituido por el esc¨¢ndalo de Odebrecht.? Sobre Kuczynski pesa una solicitud de impeachment despu¨¦s de que el partido fujimorista Fuerza Popular divulgara una lista de pagos ilegales de la constructora brasile?a a una empresa de la que ¨¦l era socio. El caso ya ha llevado a la c¨¢rcel al anterior presidente de Per¨², Ollanta Humala, mientras el antecesor de este, Alejandro Toledo, est¨¢ en busca y captura. En Ecuador, el vicepresidente del pa¨ªs, Jorge Glas, ha sido condenado a seis a?os de c¨¢rcel por el mismo motivo, mientras en Colombia las acusaciones han golpeado de lleno al presidente, Juan Manuel Santos.
Bajo el mando de Marcelo Odebrecht, sobre todo entre los a?os 2008 y 2015, la constructora vivi¨® un auge imparable y logr¨® algunos de los m¨¢s suculentos contratos de obras p¨²blicas de toda Am¨¦rica Latina. Aunque el patriarca Emilio reconoci¨® que el pago de sobornos por contratos p¨²blicos era una pr¨¢ctica hist¨®rica de la empresa en Brasil, con Marcelo alcanz¨® un grado de profesionalizaci¨®n sin precedentes. Cre¨® un departamento, llamado de Operaciones Estructuradas, solo para supervisar el reparto de comisiones y hasta compr¨® un banco en el para¨ªso fiscal de Antigua y Barbuda para canalizar los pagos en otros pa¨ªses.
53.000 empleos perdidos
Si Odebrecht ya era un gigante cuando Marcelo asumi¨® el mando traspasado por su padre Emilio, en solo siete a?os el heredero consigui¨® triplicar los n¨²meros de la empresa. En el momento en que el presidente de la constructora fue encarcelado, en 2015, el grupo facturaba casi 34.000 millones de euros, ten¨ªa 128.000 empleados y estaba presente en 25 pa¨ªses. Era el segundo empleador de Brasil, solo superado por la petrolera Petrobras, y el quinto mayor grupo econ¨®mico del pa¨ªs. El impacto de la Lava Jato se ha llevado por delante 53.000 empleos y ha reducido un tercio la facturaci¨®n del grupo. Pa¨ªses americanos como Per¨² o M¨¦xico han prohibido operar a Odebrecht.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.