Maduro, el petro y el ¡®default¡¯
Hugo Ch¨¢vez ide¨® en 2009 el sucre, inmaterial unidad de cuenta que cay¨® en desuso al nacer
Al momento de presentar el petro, la improbable criptomoneda venezolana, Nicol¨¢s Maduro invoc¨® un prestigioso santo y se?a del populismo latinoamericano: ¡°El dinero alternativo¡±, la ¡°moneda social¡±, un signo cambiario cuyo respaldo no sea el oro sino un sentimiento moral: la solidaridad.
En el centro de esa econom¨ªa solidaria y sustentable hallamos la idea del trueque.
En 1993, la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica iba camino a una econom¨ªa de mercado cuando emergi¨® el trueque. Una inflaci¨®n de dos d¨ªgitos y una dram¨¢tica escasez de efectivo reforzaron las transacciones no monetarias entre individuos, antiguas empresas estatales y hasta el fisco. El trueque era, adem¨¢s, un ¡°remanente cultural¡± de la era sovi¨¦tica. A comienzos de 1998, el trueque alcanz¨® en Rusia su pico hist¨®rico. Pero en agosto de aquel a?o lleg¨® al fin un pr¨¦stamo del FMI por m¨¢s de 4.800 millones de d¨®lares.
La recuperaci¨®n de la econom¨ªa real, sumada a un inesperado boom de los ingresos petroleros, se?al¨® el fin del trueque en Rusia.
Fue notorio que durante los a?os del trueque nadie en ese pa¨ªs pensase en una alternativa al capitalismo basada en sustitutos del dinero, ni buscase una ¡°tercera v¨ªa¡± a la riqueza y la justicia sociales propulsada por una econom¨ªa no monetaria.
Los rusos simplemente recurrieron al trueque para sobrevivir all¨ª donde el dinero en efectivo escaseaba y esto solo mientras llegaba una econom¨ªa de mercado. Fue en esta misma ¨¦poca cuando el trueque surgi¨® como forma de intercambio en la Argentina.
Eran tiempos de hiperinflaci¨®n y estancamiento. El Gobierno restringi¨® la circulaci¨®n de efectivo con el llamado corralito. En 1995, el desempleo alcanz¨® la cifra hist¨®rica del 19% y se fund¨® el primer ¡°club de trueque¡± en Argentina. En pocos a?os, m¨¢s de 5.000 clubes de trueque acercaron a dos millones y medio de personas. Hubo, desde luego, que afrontar el problema de c¨®mo adjudicar valor a los bienes y servicios registrados en las bases de datos de cada club. Sin llegar a resolverlo jam¨¢s, se acudi¨®, sin embargo a la emisi¨®n de millones de vales.
Para 2002, alrededor de siete millones de d¨®lares en vales hab¨ªan entrado en circulaci¨®n. Los vales argentinos no ten¨ªan, sin embargo, capacidad de almacenar valor, como s¨ª lo hace el dinero, ni resolv¨ªan lo que el dinero s¨ª logra: que el intercambio de bienes y servicios sea oportuno y simult¨¢neo.
Un suceso de p¨¢gina roja dramatiz¨®, en 2003, el fin del trueque en la Argentina: unos delincuentes robaron la tipograf¨ªa donde el m¨¢s grande club de trueque imprim¨ªa millones de vales. En un solo d¨ªa de 'shopping' juntaron una fortuna en art¨ªculos de cuero, muebles, electrodom¨¦sticos, tel¨¦fonos m¨®viles, computadoras, etc¨¦tera. Pagaron solidariamente con moneda social, claro.
Los cacos dispon¨ªan, obviamente, de informaci¨®n privilegiada porque, d¨ªas m¨¢s tarde, la misi¨®n del FMI obten¨ªa garant¨ªas de N¨¦stor Kirchner, se levantaba el corralito, la gente recuperaba sus dep¨®sitos y se olvidaba de los vales de trueque. La banda revendi¨® toda la mercanc¨ªa robada en d¨®lares.
La idea de mercado sin capitalismo, de una econom¨ªa ¡°solidariamente sustentable¡±, gener¨® en toda la regi¨®n, sin embargo, una industria acad¨¦mica posmarxista que, ya a comienzos del siglo XXI, engast¨® en la revalorizaci¨®n ideol¨®gica del populismo latinoamericano, a la manera de Ernesto Laclau.
Consecuentemente, Hugo Ch¨¢vez comenz¨® a parlotear en televisi¨®n sobre las econom¨ªas prehisp¨¢nicas y la red global de trueque. En 2009, el Comandante ideaba el sucre, inmaterial unidad de cuenta de los pa¨ªses del ALBA que cay¨® en desuso al nacer. Fue tambi¨¦n Ch¨¢vez quien ide¨® el petro que Maduro intent¨® relanzar mientras en 2018 le llega la hora del default.
Solo el mercado salva, Nicol¨¢s.
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