¡°Weah nunca nos ha olvidado¡±
El nuevo presidente es venerado en el barrio de chabolas de Monrovia en el que creci¨®. "Es uno de los nuestros", dicen sus vecinos
Dos bicis fugaces, un altavoz saturado y ese golpe seco de las botas golpeando al bal¨®n. El espacio de tierra donde el nuevo presidente de Liberia, George Weah, empez¨® su carrera se abre como una bocanada de aire entre el laberinto de chabolas de Claratown. Hay partido amistoso, puestos de bu?uelos y la juventud de medio barrio hormigueando en micro actividades. ¡°Weah, desde joven, siempre ha sido un?gentleman¡± asegura contundente y orgulloso Myer Beteah, ex presidente del Young Survivors, mientras camina despacio por la larga plataforma de cemento que llega al campo de f¨²tbol, en su acceso m¨¢s firme; el resto son finas tablas de madera que ejercen de puente sobre la fosa de porquer¨ªa que sella el terreno. Como si fuera una fortaleza. El Survivors -como todos le llaman aqu¨ª- fue el equipo en el que Weah empez¨® a despuntar. ¡°Aqu¨ª, en este mismo campo, jugaba nuestro presidente, aqu¨ª le conocimos, y aqu¨ª descubrimos su enorme determinaci¨®n, que ha demostrado en toda su vida, no solo en el f¨²tbol¡±, desgrana Myer, paseando entre balones perdidos.
El orgullo no cabe en Claratown. Entre el enjambre de seguidores que corretean por los caminos serpenteantes de arena negra, piedras y pl¨¢sticos, repitiendo que ¡°¨¦l nunca nos ha olvidado¡±, Myer, que le conoce personalmente, explica que si los liberianos conf¨ªan tanto en el ex futbolista es porque siempre se ha preocupado de su pueblo, tambi¨¦n y sobre todo durante el conflicto (1989-2003). ¡°?Imagin¨¢is lo que signific¨® para nosotros que, en plena guerra, mantuviera viva la selecci¨®n nacional? Era nuestra esperanza¡±.
¡°Quiz¨¢s no es el m¨¢s educado, o el m¨¢s carism¨¢tico, pero Weah es verdadero¡±, sentencia levantando el ¨ªndice Haji Masaquoi, exportero del Survivors.¡°?Qu¨¦ han hecho para Liberia los pol¨ªticos hasta ahora? Fomentar la guerra y robar. ?Por qu¨¦ debemos confiar m¨¢s en ellos que en un hombre honesto y comprometido?¡± sigue Haji, zanjando as¨ª los miedos y cr¨ªticas que circulan por su limitado bagaje pol¨ªtico. ¡°?Weah es uno de nosotros! Ha comido arroz seco, era pobre, ha sido criado por su abuela en esta comunidad sin higiene ni educaci¨®n, yo soy ¨¦l y ¨¦l es yo¡±. La fe en Weah brota a borbotones y la ilusi¨®n desborda los l¨ªmites de la comunidad, roc¨ªa las calles y los transportes p¨²blicos ¡ªhasta 10 personas en un cinco plazas¡ª. Hablan del nuevo presidente como si fuera un hermano de la familia.
¡°No sabemos c¨®mo lo va hacer, pero necesitamos desarrollo y sabemos de cierto que est¨¢ determinado a conseguirlo¡±, susurra Aloysaous Foday Lamin, alias FT, levantando las cejas. Muchos est¨¢n vinculados al f¨²tbol en Claratown, como si fuera el coraz¨®n de la comunidad, la manera de aparcar las dificultades del d¨ªa a d¨ªa. ¡°FT¡±, tambi¨¦n: fue sponsor de otro equipo en el que Weah jug¨®. Ten¨ªa su empresa de construcci¨®n y ayudaba al club a sobrevivir.
Unos cuantos senderos y obst¨¢culos hediondos m¨¢s lejos, a la sombra del sol espeluznante, media docena de hombres charlan sentados en un porche, mientras una mujer corta hojas y la otra hierve pasta de ma¨ªz. Es la casa en la Weah creci¨®, cuidado por su abuela. Tiene nueve habitaciones y acoge a una treintena de ¡°primos¡± ¡ªni ellos se saben contar¡ª. Odalfus Wesseh es uno de ellos, que se reclama primo lejano de un hombre, George Weah, ¡°que no se averg¨¹enza de d¨®nde viene¡±. ¡°Estuvo aqu¨ª mismo hace un a?o, sentado en la piedra, comiendo con las manos, con nosotros. Es un hombre sencillo y noble¡±, dice Osalfus.
Para muchos, la m¨¢s ferviente prueba del amor de Geroge Weah por sus conciudadanos fue su compromiso durante la brutal guerra, el conflicto que azot¨® la peque?a naci¨®n de 4.3 millones de personas durante 14 a?os, dejando 250.000 muertos. 40.000 ni?os se enrolaron como soldados. Coincidi¨® con la ¨¦poca dorada de su carrera, cuando estaba triunfando en Europa y erigi¨¦ndose como el mejor jugador africano de todos los tiempos. Pero lejos de desconectarse, Weah se propuso mantener a flote la selecci¨®n nacional, los Lone stars. ¡°?l localizaba a los jugadores aqu¨ª, entre la guerra, a los que estaban fuera en los pa¨ªses vecinos y a los que jugaban en Europa, estableci¨® la base en Ghana, ya que en Liberia no se pod¨ªa jugar, y les entren¨®¡±, cuenta Myer. Lleg¨® a clasificarla a la Copa Africa de Naciones. ¡°Adem¨¢s, visitaba los campos de refugiados y trat¨® de acompa?ar, como pudo, a un pueblo que estaba sufriendo mucho¡±.
Las expectativas tocan el cielo incandescente de Liberia. Y el hecho que Weah haya elegido como su mano derecha a Jewel Howard Taylor ¡ªla ex esposa de Charles Taylor¡ª no les asusta. Al rev¨¦s, ha conseguido reforzar su figura. La nueva vicepresidenta del pa¨ªs goza tambi¨¦n de un enorme armaz¨®n popular, tanto por su propia personalidad, como por la veneraci¨®n heredada de Charles Taylor, a quienes muchos liberianos, reconocen, volver¨ªan a votar.
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