La inacci¨®n de May
Crece la presi¨®n a la primera ministra brit¨¢nica ante su incapacidad de definir qu¨¦ modelo de relaci¨®n con la UE quiere tras el Brexit
Nadie dijo que fuera a ser f¨¢cil. Lograr un Brexit aceptable para un partido dividido, en un pa¨ªs dividido, y a trav¨¦s de un Parlamento dividido, se antoja una tarea delicada. Sin embargo, pocos esperaban que Reino Unido llegara a la segunda fase de las negociaciones con una primera ministra pol¨ªticamente paralizada, incapaz siquiera de definir qu¨¦ modelo de pa¨ªs quiere despu¨¦s del Brexit.
Theresa May recibe este lunes en Londres a Michel Barnier, el jefe negociador europeo, para empezar la segunda fase de las negociaciones, en la que toca empezar a definir la relaci¨®n futura. Pero nadie, ni en Europa ni en Reino Unido, ni siquiera en su propio Gobierno, sabe qu¨¦ tipo de relaci¨®n quiere May.
La primera ministra parece tan asustada de dar un paso en falso que elude sistem¨¢ticamente cualquier asunto controvertido. Y la mesa est¨¢ llena de ellos. Su equilibrio es tan fr¨¢gil que le impide tomar decisiones en el momento hist¨®rico en que el pa¨ªs necesita decisiones desesperadamente.
La ligera inercia que consigui¨® en diciembre, tras alcanzar un acuerdo en Bruselas sobre los t¨¦rminos del divorcio, se ha esfumado en el primer mes del nuevo a?o. El cierre de la primera fase dej¨® a May sin excusas para eludir el debate, en el seno de su Gobierno, sobre el modelo de la relaci¨®n futura. La primera reuni¨®n del Gabinete para abordar el tema, el pasado 19 de diciembre, no fue sino una exposici¨®n de las posturas enfrentadas de los ministros.
El pasado lunes se celebr¨® otra reuni¨®n. Iba a ser una importante. Se iba a tratar, entre otros, el asunto de la frontera irlandesa, uno de los grandes embrollos del Brexit. Pero cuando los ministros recibieron la agenda definitiva, Irlanda se hab¨ªa ca¨ªdo y solo quedaban la seguridad y los datos, los dos menos conflictivos de los nueve temas que iban a tratarse originalmente.
Esta semana el Gabinete se volver¨¢ a reunir. Dos d¨ªas consecutivos: mi¨¦rcoles y jueves, dos horas cada jornada. El equipo negociador de la primera ministra presentar¨¢ a los 10 miembros del conocido como ¡°comit¨¦ de guerra del Brexit¡± un esbozo de plan para desatascar las negociaciones. Poco se sabe del contenido. Pero, seg¨²n The Times, ni siquiera est¨¢ claro que May vaya a apoyarlo abiertamente.
¡°Theresa May es la primera ministra m¨¢s d¨¦bil que he conocido en mi vida¡±, asegura Andrew Adonis, influyente lord que abandon¨® el Partido Laborista por sus desencuentros con Corbyn, y acept¨® un cargo en el Gobierno de May del que luego dimiti¨®. ¡°Sigue en su puesto porque nadie en su partido quiere terminar las negociaciones del Brexit. Saben que destruir¨ªa la reputaci¨®n de cualquiera que lo hiciera. Los antieuropeos hablar¨ªan de traici¨®n porque no es un Brexit verdadero, los pragm¨¢ticos dir¨ªan que da?a la econom¨ªa del pa¨ªs¡±.
En las elecciones del pasado 8 de junio May perdi¨® mucho m¨¢s que la mayor¨ªa absoluta. Adelantar los comicios fue una decisi¨®n inusualmente osada para una pol¨ªtica de naturaleza cauta, que se neg¨® durante meses a un adelanto que parec¨ªa una victoria segura. El fracaso ha extremado su cautela hasta paralizarla.
Ning¨²n primer ministro habr¨ªa sobrevivido a una jugada tan desastrosa. La dejaron seguir porque sab¨ªan que era necesaria para mantener el partido unido, y que su marcha desencadenar¨ªa la guerra de los tories. Ambos lados se convencieron de que era peor el remedio que la enfermedad. Pero la paciencia se agota.
En las ¨²ltimas semanas las cr¨ªticas golpean a May desde ambos lados. El ruido de sables es ensordecedor. Jacob Rees-Mogg, un exc¨¦ntrico diputado raso alzado a portaestandarte del Brexit duro, se ha convertido en l¨ªder del European Research Group, el lobby euroesc¨¦ptico conservador m¨¢s poderoso. Eur¨®fobo hasta la caricatura, Rees-Mogg ha elevado el tono de las cr¨ªticas a May, ha acusado al Gobierno de ¡°acobardarse ante la UE¡± y ha arrastrado consigo al sector duro.
La subida de tono del sector antieuropeo ha dado la cobertura que necesitaba el bando contrario para poder elevar el suyo sin ser acusado de traicionar el Brexit. El viernes mismo, dos veteranos diputados tories proeuropeos, la exsecretaria de Estado Anna Soubry y el excanciller del Exchequer Ken Clarke, lanzaron una iniciativa para forzar a May a que mantenga al pa¨ªs en la uni¨®n aduanera. Quieren convencer a los diputados de la oposici¨®n para que apoyen sus enmiendas a una serie de leyes que deben debatirse en febrero.
El ambiente en el Parlamento est¨¢ al rojo vivo. La Gran Ley del Brexit ha pasado para su tramitaci¨®n a la C¨¢mara Alta y los lores, m¨¢s proeuropeos que sus compa?eros electos, prometen dar guerra. En mayo esperan elecciones locales y los tories, con la pol¨ªtica dom¨¦stica poco menos que abandonada, se enfrentan a una muy posible aparatosa derrota en Londres y otras grandes ciudades. En el despacho del presidente del Comit¨¦ 1922, el ¨®rgano que representa a los diputados conservadores sin cargo en el Gobierno, se acumulan las cartas que piden una moci¨®n de censura a May. Si llegan 48, un 15% de los diputados tories, tendr¨ªa que votarse. La prensa habla de que tiene ya cerca de 40. Todos se mueven estos d¨ªas en Westminster. Todos, de momento, menos May.
?Un segundo refer¨¦ndum?
Las ataduras de los euroesc¨¦pticos con la primera ministra se han aflojado. Temen ahora que la inacci¨®n de May pueda llevar a un Brexit m¨¢s suave. O peor a¨²n: a que el Parlamento acabe rechazando el acuerdo que alcance May y, finalmente, no haya Brexit. Ni duro, ni suave. Defender p¨²blicamente que deber¨ªa celebrarse un segundo refer¨¦ndum una vez se conozca el acuerdo con Bruselas era, hasta hace nada, poco menos que una aberraci¨®n democr¨¢tica. Hoy, hasta el propio Nigel Farage, exl¨ªder del UKIP y padrino del Brexit, llama a los suyos a prepararse para una cada vez m¨¢s probable nueva consulta.
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