El viaje a la Luna, cada vez m¨¢s lejos
Los presupuestos no incluyen partidas adicionales para la misi¨®n lunar
El espacio, con Donald Trump, queda definitivamente muy lejos. El presidente que anunci¨® como una de sus prioridades enviar otra vez astronautas a la Luna ha defraudado las expectativas. El plan presupuestario presentado este lunes revela que no se proveen fondos adicionales para la anhelada misi¨®n lunar. Un proyecto que, violines aparte, no iba a acometerse durante su mandato ni siquiera en caso de que ganase la reelecci¨®n en 2020.
Es un fen¨®meno bien conocido. Desde hace 45 a?os, ning¨²n ser humano ha pisado el sat¨¦lite, pero casi todos los presidentes han promovido evanescentes iniciativas estelares. La m¨¢s fundada la present¨® el presidente George W. Bush en 2004. El objetivo era tocar suelo lunar entre 2015 y 2020. Su sucesor, Barack Obama, la desmantel¨® y puso el acento en una iniciativa a¨²n m¨¢s compleja: el viaje a Marte. Ahora, con Trump, la mirada ha vuelto a Luna, pero sin combustible financiero.
La principal dificultad para completar un proyecto de este tipo es su coste. El viaje tripulado a la Luna implica un gasto de unos 100.000 millones de d¨®lares. Una cantidad cinco veces superior al presupuesto asignado a la NASA para el a?o pr¨®ximo (19.900 millones, unos 370 millones de incremento). Unos fondos que, adem¨¢s, la Casa Blanca pretende que se reduzcan a partir de 2020 y queden congelados hasta 2023.
En este horizonte, muchos sue?os corren el riesgo de resquebrajarse. Entre ellos figura la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS, en sus siglas en ingl¨¦s). Tras 17 a?os de activad, el proyecto presupuestario indica que la estaci¨®n se dejar¨¢ de financiar en 2024, coincidiendo con el fin del acuerdo con la Uni¨®n Europea, Rusia, Jap¨®n y Canad¨¢ que la mantiene con vida. Esta retirada es crucial. Washington lleva gastados en el ingenio m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares, dos tercios del total, y sin su aportaci¨®n, dif¨ªcilmente puede sobrevivir.?Para mitigar el impacto de esta decisi¨®n, la Casa Blanca ha avanzado la posibilidad de que la ISS pueda ser privatizada y se convierta en ¡°una plataforma comercial¡±. Las dificultades para que este idea se materialice son inmensas. El supuesto interesado se las tendr¨ªa que ver con una estaci¨®n que tiene un coste anual de 4.000 millones de d¨®lares, cuya vida operativa acaba en unos diez a?os y que ha sido dise?ada para experimentos de ciencia pura con retornos a largo plazo. Una enorme m¨¢quina a la que, ahora mismo, s¨®lo se puede enviar astronautas con intermediaci¨®n de Rusia, pa¨ªs que ya ha anunciado su intenci¨®n de tener una estaci¨®n propia.
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