Viernes 2 de marzo de 2018 (Parque Santander, C¨²cuta)
Se hizo tarde para recordar que en las sociedades desmoralizadas hay muchos buscando pretextos para morir y para matar
Cuando yo era ni?o los mayores repet¨ªan ¡°aqu¨ª va a ocurrir otro Bogotazo¡± cada vez que se daba un acto de violencia. Apenas el caudillo liberal Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n fue asesinado a la salida de su oficina, a quemarropa a la hora del almuerzo del viernes 9 de abril de 1948 ¨C¡°la oligarqu¨ªa no me mata porque sabe que las aguas demorar¨¢n cincuenta a?os en regresar a su nivel¡±, pensaba¨C, el pueblo que lo adoraba se levant¨® en todo el pa¨ªs como dispuesto a una revoluci¨®n, pero todo termin¨® en hecatombe: al final del gran incendio, luego de los saqueos, de los miles de muertos, de los cientos de casas destruidas, esta ciudad parec¨ªa bombardeada. Se llam¨® a esa mortandad ¡°el Bogotazo¡±. Durante mucho tiempo, desde la breve dictadura de Rojas hasta las elecciones de 1990, se predijo ese mismo caos sangriento con cada crimen pol¨ªtico.
Hoy, luego de algunas elecciones libres de magnicidios y libres de asesinatos medi¨¢ticos en las que las tensiones no acababan en disturbios, sino apenas en odios y en esc¨¢ndalos por las turbias financiaciones de las campa?as, ha vuelto a suceder la violencia en nuestras elecciones presidenciales.
Eso pretend¨ªan. A eso quer¨ªan llevarnos. Ven¨ªan dici¨¦ndonos, desde los parlantes irresponsables de los redentores, que s¨®lo hab¨ªa dos opciones: aplastar o ser aplastado. Y, luego del amago de linchamiento al candidato presidencial de las Farc, parece no haber vuelta atr¨¢s.
Desde el viernes 2 de marzo de 2018, setenta a?os despu¨¦s, he estado escuchando las mismas frases que o¨ªa cuando era ni?o: ¡°Es mejor comprar enlatados antes de que empiecen las revueltas¡±. Primero se supo ¨Cqued¨® grabado por dem¨¢s¨C que el exalcalde de Bogot¨¢ Gustavo Petro, candidato presidencial del petrismo, sufri¨® un atentado mientras su camioneta blindada se dirig¨ªa al Parque Santander de C¨²cuta para una de sus populares presentaciones. Luego vino la noticia de que el expresidente ?lvaro Uribe, candidato al Senado por el uribismo, pero sobre todo due?o y se?or del candidato presidencial Iv¨¢n Duque, termin¨® su intervenci¨®n de campa?a en el Puente del Humilladero en Popay¨¢n bajo gases lacrim¨®genos y agresiones y gritos: ¡°?asesino!¡±, ?paraco!¡±.
Se hizo tarde para recordar que en las sociedades desmoralizadas hay muchos buscando pretextos para morir y para matar. Se hizo tarde ya para que los candidatos hicieran el pacto de no pasar del peligroso juego de la polarizaci¨®n al irreversible juego de la guerra: la bajeza sin tregua, la propaganda sucia e imp¨²dica, el desprecio de las instituciones como programa de Gobierno, han sido fuego para el fuego. Y todo parece indicar que los unos seguir¨¢n pronunci¨¢ndose cuando atenten contra las vidas de los unos, y los otros seguir¨¢n santigu¨¢ndose cuando atenten contras las vidas de los otros: se ve imposible que los candidatos presidenciales aparezcan juntos, sobre un escenario, defendiendo las vidas de Petro y de Uribe, dando la noticia de que en enero fueron asesinados 24 l¨ªderes sociales, someti¨¦ndose, de verdad, a la democracia.
Sirve a la violencia que, con el C¨®digo de Polic¨ªa en mano, pero d¨¢ndole la espalda a una Constituci¨®n que consagra el derecho a la reuni¨®n pol¨ªtica, un pu?ado de alcaldes del pa¨ªs se le est¨¦n atravesando a las presentaciones de Petro. No le sirven al debate p¨²blico ni el amarillismo, ni el fatalismo, ni el regodeo en el caos. No puede ser que tan pocos candidatos est¨¦n llamando a la lealtad entre rivales. Resulta incre¨ªble que tantos politiqueros ¨Cque tantos nietos del bipartidismo¨C se porten como si la Historia fuera in¨²til, como si no fueran a creer en ¡°el Bogotazo¡± hasta no verlo con sus propios ojos. Pero una vez m¨¢s las aguas est¨¢n en manos de los escr¨²pulos de unas cuantas voces.
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