S¨ª, son las ¨¦lites las que protestan
Los datos demuestran que las principales potencias europeas recogen los comportamientos m¨¢s nocivos contra la igualdad de g¨¦nero
Con cientos de manifestaciones por las calles de todo el pa¨ªs, Espa?a se convirti¨® este jueves en el estandarte mundial en la defensa de la igualdad efectiva de derechos entre hombres y mujeres. Sin embargo, han sido el Ejecutivo espa?ol y el partido gubernamental los que se han distinguido por su cr¨ªtica y rechazo a una jornada hist¨®rica de protesta y concienciaci¨®n. Toda una oportunidad perdida para haberse puesto a la cabeza de un imparable movimiento apoyado por el 82% de sus ciudadanos.
La frustraci¨®n es mayor porque, pese al largo camino que queda por recorrer, Espa?a no es ni mucho menos el peor alumno del aula europea, pese a que los espa?oles son los primeros en alimentar la falacia y el t¨®pico. En Alemania y Francia, mueren cada a?o v¨ªctimas de la violencia machista dos y tres veces m¨¢s mujeres que en Espa?a. Con una diferencia que a?ade a¨²n m¨¢s ignomia al drama: apenas se publican los cr¨ªmenes, porque se siguen considerando una cuesti¨®n de vida privada.
Los datos demuestran que las principales potencias del continente recogen los comportamientos m¨¢s nocivos. Cifras de Eurostat de 2015 indican que Reino Unido, Alemania, Francia y Suecia encabezan la lista europea con m¨¢s casos de violencia machista. En Francia, se registran 60.000 ablaciones al a?o y solo el 26% de sus parlamentarios son mujeres, frente al 39% en Espa?a, lejos a¨²n de la paridad, pero dos puntos por encima de la media europea. La desgraciada brecha salarial es m¨¢s escandalosa en Alemania (21%) o Reino Unido (20%) que en Espa?a (14%).
Seguramente no fue casual que fuera en Francia, uno de los muchos pa¨ªses europeos en los que la mujer pierde su apellido al casarse, donde surgiera la respuesta m¨¢s efectiva contra el movimiento #MeToo. El guante, oh casualidad, fue recogido con alborozo por los reductos m¨¢s machistas de Europa, que a¨²n lo exhiben hoy para defender lo indefendible.
Por todo ello, resulta especialmente parad¨®jico lo ocurrido este 8M en Europa. En el pa¨ªs donde las mujeres han protestado en masa, el Gobierno se ha puesto de perfil o ha rechazado la protesta. Y en los pa¨ªses donde menos movilizaciones ha habido ¡ªFrancia, Alemania o Reino Unido¡ª sus l¨ªderes han respaldado las protestas, como lo han hecho Theresa May o Angela Merkel, dos de los escasos ejemplos de la llegada de mujeres a las c¨²pulas del poder.
El PP ha argumentado que son las ¨¦lites las que protestan. En efecto, de las ¨¦lites europeas han partido la conquista de los derechos humanos, su defensa y su exportaci¨®n a otros continentes. Ni las trabajadoras m¨¢s explotadas y sojuzgadas pueden permitirse hacer huelga ni las protestas van a partir de pa¨ªses como Ir¨¢n, donde fueron prohibidas, o Turqu¨ªa, donde solo trabaja el 34% de las mujeres, la mitad que en Europa. Hoy, pese a las graves asignaturas pendientes, el continente se suma a esta quiz¨¢s definitiva batalla por los derechos de la mitad de la humanidad. Las espa?olas juegan un papel protagonista. No hay m¨¢s ciego que el que no quiere ver.
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