Trump golpea a China con aranceles sobre importaciones valoradas en 60.000 millones
El presidente de EE UU acusa a Pek¨ªn de pr¨¢cticas predatorias y robo de tecnolog¨ªa, al tiempo que exime temporalmente a Europa de los aranceles
El presidente Donald Trump abri¨® hoy la madre de todas las batallas comerciales. En un gesto cargado de p¨®lvora nacionalista, el mandatario orden¨® imponer al gigante asi¨¢tico aranceles del 25% a 60.000 millones de d¨®lares en importaciones y limitar sus inversiones en empresas estadounidenses. Como argumento, Trump blandi¨® el d¨¦ficit de 375.000 millones, ¡°el mayor de la historia de la humanidad¡±, pero tambi¨¦n el ¡°robo de tecnolog¨ªa¡± y los abusos contra las compa?¨ªas. Unas pr¨¢cticas que la Casa Blanca considera que sirven a Pek¨ªn como punta de lanza de su gran objetivo: la hegemon¨ªa mundial.
El gran combate ha empezado. Wall Street cay¨® un 2,9% y en el escenario se dibuja un largo y erosionante pulso entre las dos superpotencias. Consciente de ello, la Casa Blanca ha rebajado la tensi¨®n con sus aliados y suspendido para Europa, Brasil y Argentina la controvertida subida tarifaria del acero y el aluminio. Con este movimiento se asegura un descanso en el frente occidental y puede lanzarse al gran objetivo.
China ha sido desde sus tiempos de candidato la pesadilla de Trump. No solo genera el 75% del d¨¦ficit comercial de EEUU, sino que sus avances son vistos por el presidente como una amenaza directa a los intereses geoestrat¨¦gicos de EE UU. Objetivo habitual de sus invectivas en campa?a, ya en el poder, Trump atemper¨® su tono. Buscaba una alianza con Pek¨ªn para hacer frente a la escalada armament¨ªstica de Corea Norte. China, que absorbe el 90% de las exportaciones norcoreanas, dio su apoyo. La presi¨®n combinada de Washington y Pek¨ªn logr¨® un aparente ¨¦xito: que Pyongyang ofreciera conversaciones directas y pusiera sobre la mesa la desnuclearizaci¨®n.
Conseguido esta meta y pese a su enorme fragilidad, el presidente de EEUU ha vuelto a su discurso original. En una escalada bien estudiada, primero ha impuesto restricciones a la importaci¨®n de lavadoras y paneles solares chinos. Luego ha vetado que Broadcom adquiriera por 117.000 millones Qualcomm, el mayor fabricante de procesadores para dispositivos m¨®viles. Y ahora ha lanzado la descarga final. ¡°Nuestro d¨¦ficit con China es el mayor de la historia de la humanidad y les he pedido reducirlo en 100.000 millones. La palabra clave es reciprocidad. Queremos tarifas espejo: si nos gravan, gravamos igual. Lo que no puede ser es que a nuestros coches les impongan una tarifa del 25%, y que nosotros a los suyos, solo del 2%¡±, dijo.
El n¨²cleo de la ofensiva, dise?ada por el consejero ultra Peter Navarro, es la investigaci¨®n que Trump orden¨® abrir en agosto al Departamento de Comercio. Sus conclusiones se ajustan como un guante a la visi¨®n del presidente y su gabinete. Pek¨ªn, seg¨²n el documento, no juega en pie de igualdad. Grava en exceso a las compa?¨ªas estadounidenses, las obliga a compartir sus secretos para acceder a su mercado y fuerza la transferencia tecnol¨®gica. A la par, usa fondos p¨²blicos para comprar empresas de futuro y roba informaci¨®n estrat¨¦gica mediante ciberintrusi¨®n. Y todo ello bajo un plan preconcebido: hacerse con el control de la tecnolog¨ªa ?-desde la rob¨®tica, la inteligencia artificial y la computaci¨®n cu¨¢ntica- para alcanzar una posici¨®n de dominio mundial.
¡°No busca el comercio justo. Sino que usa sus empresas como parte de su pol¨ªtica, incluida la militar¡±, afirm¨® un alto cargo de la Casa Blanca. ¡°Durante a?os hemos intentado dialogar con China; lo hicieron Bush y Obama, pero el problema es que no ha conducido a nada y esta p¨¦rdida de tiempo cuesta dinero a los americanos. Por eso Trump ha decidido dar el paso. Estados Unidos simplemente se defiende de una agresi¨®n. Pero t¨¦nganlo claro, esto no solo beneficia al pa¨ªs, sino al comercio mundial¡±, a?adi¨®.
Los 1.300 productos sobre los que recaer¨¢ la subida tarifaria a¨²n no han sido decididos. La Oficina de Comercio los seleccionar¨¢ en los pr¨®ximos 15 d¨ªas. Otro tanto ocurre con las restricciones a la inversi¨®n y los l¨ªmites a la transferencia tecnol¨®gica. El Departamento del Tesoro dispone de 60 d¨ªas para presentar su plan. El caso tambi¨¦n ser¨¢ llevado a la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC), una instituci¨®n en la que Trump tiene poca confianza. ¡°Sus juicios y arbitrajes han sido muy injustos con nosotros¡±, dijo el presidente.
A diferencia de la batalla del acero, el enfrentamiento con China cuenta con numerosos apoyos en Estados Unidos. En amplios sectores, se le considera un adversario que practica el juego sucio y a cuyo ascenso hay que poner coto. Distinta es la percepci¨®n con Europa.
La Casa Blanca pretende que Europa haga frente com¨²n con Estados Unidos en contra de China. Se trata de una exenci¨®n temporal y con condiciones: se especula con la posibilidad de que Washington exija l¨ªmites voluntarios a la exportaci¨®n de acero y aluminio europeo, reclame un endurecimiento de las relaciones entre Europa y el gigante asi¨¢tico, y que los socios de la UE eleven el gasto p¨²blico en defensa en l¨ªnea con los objetivos de la OTAN (un 2% del PIB anual, cifra que est¨¢ muy lejos del gasto actual). La dificultad para cumplir esos criterios deja la puerta abierta a futuras tensiones. Y en todo caso, Bruselas mostr¨® su cautela.
Aunque vio se?ales de esperanza para evitar una escalada, la Uni¨®n Europea prefiri¨® posponer su reacci¨®n oficial ante posibles imprevistos de ¨²ltima hora. Tras las recientes visitas del ministro alem¨¢n Peter Altmaier y de la comisaria europea Cecilia Malmstr?m, la UE espera que Washington confirme cuanto antes la exenci¨®n para Europa de los aranceles sobre el acero y el aluminio, que hubieran tenido un impacto sobre las exportaciones de esos dos productos (unos 6.000 millones de euros anuales conjuntos).
Estados Unidos cerr¨® 2017 con un d¨¦ficit comercial estratosf¨¦rico, de 375.000 millones de d¨®lares con China, el triple que hace solo 15 a?os; con Europa, esa cifra se reduce a 153.000 millones. Trump ha ense?ado las garras, pero finalmente ha izado bandera blanca: Washington es consciente de que el problema es China, no sus aliados tradicionales al otro lado del Atl¨¢ntico. El ¡°Am¨¦rica primero, no Am¨¦rica sola¡± que anunci¨® en Davos empieza a verse con m¨¢s claridad: de los riesgos de guerra comercial generalizada se pasa a una estrategia de presi¨®n sobre China parecida a la que us¨® Bill Clinton con Jap¨®n en los noventa, que consigui¨® abrir relativamente el mercado japon¨¦s a los productos occidentales.
China, sin embargo, es otra cosa. Por tama?o, por potencial geoestrat¨¦gico, por la importancia de las f¨¢bricas chinas en la cadena de suministros norteamericana y, en fin, por las enormes tenencias de deuda p¨²blica estadounidenses en manos chinas. Aun as¨ª, el objetivo de Trump es que Pek¨ªn aumente la importaci¨®n de aviones, autom¨®viles, soja y gas natural, entre otros productos: con esa idea en mente, pospone la presi¨®n para que la eurozona (y en particular Alemania) reduzcan tambi¨¦n sus enormes super¨¢vits comerciales.
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