Trump impone el nacionalismo radical en su gabinete
El presidente eleva a los halcones Pompeo, Bolton y Navarro, y desmantela el ala moderada. Corea del Norte e Ir¨¢n son los campos de prueba de la nueva l¨ªnea dura
Antes del salto, un paso atr¨¢s. Donald Trump, despu¨¦s de 14 meses de mandato, ha vuelto a sus or¨ªgenes. Con la sustituci¨®n del general Herbert R. McMaster por el halc¨®n John Bolton en el Consejo de Seguridad Nacional, el presidente de EEUU ha completado una larga y dolorosa crisis gubernamental destinada a desmantelar el ala moderada de la Casa Blanca y poner en marcha los enunciados m¨¢s radicales de su agenda nacionalista. Ir¨¢n y Corea del Norte ser¨¢n los primeros campos de prueba de esta nueva e incierta era.
El v¨¦rtigo es la medida de la Casa Blanca. Los ceses y destituciones son constantes. El carrusel arranc¨® en febrero de 2016 con el consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, quien s¨®lo dur¨® 24 d¨ªas en el cargo. Desde entonces, no ha bajado de intensidad. La tasa de reemplazo en los altos cargos supera el 43% y es la mayor de la historia reciente de EEUU. Y no hay quien se libre. Han ca¨ªdo desde el tenebroso estratega jefe, Steve Bannon, y el jefe de abogados de la trama rusa, John Dowd, hasta la leal y silenciosa directora de Comunicaci¨®n, Hope Hicks.
Pero en el caos se advierte una tendencia. El presidente no solo prescinde sin dilaci¨®n de quienes le estorban, sino que, paso a paso, ha configurado un gabinete a su imagen y semejanza. Una Casa Blanca poblada de figuras extremas y acopladas ideol¨®gicamente a su comandante en jefe. Ese ha sido el principal resultado de su crisis de gobierno.
La purga de los moderados empez¨® a principios de mes con la ca¨ªda del consejero econ¨®mico, Gary Cohn. Opuesto a la guerra arancelaria con Europa y China, este banquero de Wall Street prefiri¨® dimitir antes que verse obligado a defender el pulso aislacionista. Su salida, aparte de acabar con el ¨²nico miembro del gabinete capaz de enmendar en p¨²blico a Trump, evidenci¨® la victoria del oscuro y ultranacionalista director del Consejo Nacional de Comercio, Peter Navarro. Un economista obsesionado con el d¨¦ficit comercial, que ahora mismo se ha puesto al frente de la batalla tarifaria contra Europa y China. ¡°Somos v¨ªctimas de una agresi¨®n y debemos responder¡±, se?al¨® este jueves a un grupo de periodistas.
El segundo golpe lleg¨® con la destituci¨®n fulminante del secretario de Estado, Rex Tillerson. Un mazazo anunciado por Twitter que dej¨® clara la orientaci¨®n que Trump quer¨ªa darle a la diplomacia estadounidense. Durante meses, el antiguo patr¨®n de Exxon hab¨ªa intentado atemperar la c¨®lera presidencial. Se hab¨ªa opuesto a la salida del Acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico, hab¨ªa criticado la complacencia de la Casa Blanca con Vlad¨ªmir Putin, hab¨ªa frenado a los halcones en el caso contra Corea del Norte y hab¨ªa luchado por mantener vivo el pacto nuclear con Ir¨¢n. Todo eso salt¨® por los aires el 14 de marzo con su despido y la designaci¨®n del director de la CIA, Mike Pompeo, como su futuro sustituto.
Pompeo y Bolton, junto con Navarro, forman ahora la triada emergente en la Casa Blanca. Solo resiste el secretario de Defensa, el teniente general James Mattis. Amparado en su enorme prestigio militar, el jefe del Pent¨¢gono es considerado el ¨²ltimo moderado. Pero su capacidad de maniobra, con los nombramientos y la nueva orientaci¨®n pol¨ªtica, se ha debilitado. ¡°Hay pocas personas m¨¢s apropiadas para llevar al pa¨ªs a una guerra que Bolton. Junto con la designaci¨®n de Pompeo, Trump est¨¢ dej¨¢ndose llevar por sus peores instintos nacionalistas¡±, ha editorializado The New York Times.
El pasado de Bolton en la Administraci¨®n de George Bush hijo le avala como un belicista nato. Defendi¨® la invasi¨®n de Irak y ahora mismo se declara favorable a una intervenci¨®n en Corea del Norte si en el cara a cara de mayo no hay desnuclearizaci¨®n inmediata. Tampoco el pacto con Ir¨¢n, uno de los mayores logros de la era Obama, le convence. Locuaz y muy dado a esquematismo, su perfil de se aproxima mucho al del primer consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, un general de reflexiones cortas y respuestas incendiarias. El estilo que le gusta a Trump.
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