Los periodistas mueren porque no hay libertad
La colusi¨®n de pol¨ªtica y crimen en las agresiones a reporteros en M¨¦xico es creciente y uno de los rasgos m¨¢s preocupantes del deterioro del Estado de Derecho
El mismo profesor de literatura que me abri¨® la puerta a las grandes novelas, incluyendo algunas de Mario Vargas Llosa, tambi¨¦n sol¨ªa advertir (sanamente) que uno no deb¨ªa abrir la boca sin saber de lo que iba a hablar.
Quiz¨¢ por eso crec¨ª pensando que un gran escritor deb¨ªa siempre saber de lo que estaba hablando. El tiempo se ha encargado de corregir esa falacia, pero nunca me hab¨ªa sorprendido tanto hasta que le¨ª las recientes declaraciones del gran novelista peruano sobre libertad de expresi¨®n en M¨¦xico.
Hace unos d¨ªas Vargas Llosa le dijo a Carmen Aristegui: ¡°Hay m¨¢s libertad de expresi¨®n en M¨¦xico hoy en d¨ªa que hace 20 a?os, sin ninguna duda. Y el que haya 100 periodistas asesinados yo creo que es en gran parte por culpa de la libertad de prensa que hoy permite a los periodistas decir cosas que antes no se pod¨ªan permitir, que en todo esto el narcotr¨¢fico juega un papel absolutamente central y por eso habr¨ªa que llegar a la ra¨ªz de los problemas, que en muchos casos est¨¢ en el narcotr¨¢fico¡±.
Mario Vargas Llosa es un escritor de cultura formidable y de una constante curiosidad intelectual, de eso no me queda duda. Por eso lo sorprendente no es nada m¨¢s la cantidad de maneras en que esta declaraci¨®n es equivocada, sino el aventurarse a emitir una opini¨®n sobre un tema tan delicado sin tener la menor idea de lo que est¨¢ hablando.
?Hay m¨¢s libertad de expresi¨®n en M¨¦xico ahora que hace 20 a?os? S¨®lo tendr¨ªa raz¨®n si contamos la cantidad de plataforma disponibles para difundir informaci¨®n y opiniones comparado con finales de los 90, cuando Internet era incipiente, las redes sociales eran un sue?o distante y los medios de comunicaci¨®n se limitaban peri¨®dicos, revistas y estaciones de radio y televisi¨®n, controlados por unos cuantos.
Pero hace 20 a?os la prensa mexicana se estaba sacudiendo el yugo opresor de la ¡°dictadura perfecta¡±, con espacios que comenzaban a abrirse y a marcar pauta. El diario Reforma reci¨¦n hab¨ªa nacido y ya estaba revolucionando la prensa; la radio hablada se hab¨ªa consolidado como un formador de agenda; se abr¨ªan algunos espacios en televisi¨®n privada y p¨²blica. Se viv¨ªa un clima prometedor para el futuro. Esto lo s¨¦ de cierto porque yo mismo comenc¨¦ a ejercer el periodismo alrededor de esta ¨¦poca y esa apertura incipiente era uno de los motores que animaban a mi generaci¨®n.
Este clima de apertura se vio truncado una d¨¦cada despu¨¦s, pero no nada m¨¢s, como cree Vargas Llosa, por la embestida del crimen organizado que buscaba controlar los mensajes sobre la violencia que los c¨¢rteles del narcotr¨¢fico estaban desatando por el pa¨ªs.
La transici¨®n democr¨¢tica cre¨® feudos de poder en los que presidentes, gobernadores y alcaldes buscaban ejercer un control m¨¢s f¨¦rreo sobre la prensa de manera suave, a trav¨¦s de publicidad oficial no regulada, o dura usando intimidaci¨®n y amenazas contra reporteros y editores, o simplemente indiferente, como su negligencia frente a agresiones que aliment¨® la impunidad que hoy permite a cualquiera matar, amenazar o espiar a un periodista sin consecuencias.
Entonces, ?hay m¨¢s libertad de expresi¨®n hoy, que se puede publicar los grandes conflictos de inter¨¦s del presidente de la Rep¨²blica, pero la recompensa es el despido? ?Hay m¨¢s libertad cuando una organizaci¨®n de la sociedad civil exhibe casos de corrupci¨®n gubernamental y la respuesta del gobierno es echarle el aparato de espionaje?
Vargas Llosa cay¨® en un sofisma muy com¨²n en el extranjero: que los principales agresores de periodistas est¨¢n en el crimen organizado. Esto es explicable, pues los ataques de los c¨¢rteles contra medios de comunicaci¨®n y periodistas son los m¨¢s violentos y, por lo mismo, los que m¨¢s impacto tienen en el exterior.
Fuera de M¨¦xico circul¨® ampliamente la noticia del asesinato del periodista sinaloense Javier Valdez en mayo del a?o pasado, pero poco se supo de, por ejemplo, la golpiza que la reportera Karla Silva recibi¨® por ¨®rdenes del alcalde de Silao, Guanajuato. Poco se supo tambi¨¦n del encarcelamiento de Pedro Canch¨¦ en 2014 por ¨®rdenes del exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge. Y menos se ha sabido de los cientos de agresiones que periodistas en todo el pa¨ªs, la mayor¨ªa en peque?os medios locales sufre cada a?o.
Es f¨¢cil entonces pensar que el principal depredador de la prensa mexicana es el narcotr¨¢fico. Pero los datos nos dicen otra cosa, que m¨¢s de la mitad de los ataques provienen de autoridades. Seg¨²n el informe ¡°Democracias Simulada¡± de la organizaci¨®n Art¨ªculo19, 266 de las 507 agresiones documentadas en 2017 vinieron de funcionarios p¨²blicos. El a?o anterior fueron 226 de 426. Quiz¨¢ no son los m¨¢s violentos, pero s¨ª los m¨¢s recurrentes, que contribuyen a un enfriamiento de la labor period¨ªstica. A estos se a?ade un creciente n¨²mero de agresiones por parte de militantes de partidos pol¨ªticos
Pero aun hablando solo de asesinatos de periodistas (dejando de lado los cientos se secuestros, golpizas, amenazas, coberturas forzadas, casos de hackeo y otras lindezas) la afirmaci¨®n de que el crimen organizado sea responsable de la mayor¨ªa de los casos se sostiene solamente de manera espor¨¢dica. Como lo se?ala el mismo informe de Art¨ªculo19, en 2013 el 75 por ciento de los asesinatos de periodistas fueron cometidos presuntamente por el crimen organizado (enfatizando ¡°presuntamente¡± dada la ausencia de investigaciones profundas). Para 2017 la proporci¨®n hab¨ªa bajado a 21.9 por ciento.
¡°En 2013 se part¨ªa del an¨¢lisis de que, por un lado, el crimen organizado asesinaba y, por el otro, las autoridades agred¨ªan. Al cierre de este sexenio las l¨ªneas son cada vez menos claras; la narcopol¨ªtica torna imposible, en la mayor¨ªa de los casos, trazar una frontera entre el crimen organizado y los funcionarios p¨²blicos¡±, se?ala el reporte.
La colusi¨®n de pol¨ªtica y crimen en las agresiones a periodistas es creciente y es uno de los rasgos m¨¢s preocupantes del deterioro de la libertad de expresi¨®n en M¨¦xico pues es un s¨ªntoma de las graves deficiencias del Estado de Derecho. Ya no se trata nada m¨¢s de un asunto de c¨¢rteles, sino de un problema mucho m¨¢s mayor, que los ¨²ltimos gobiernos han dejado crecer.
Es decir, no hay m¨¢s asesinatos porque hay m¨¢s libertad de expresi¨®n, sino porque hay menos. Atribuir a la libertad de expresi¨®n la muerte de m¨¢s de 100 periodistas en la ¨²ltima d¨¦cada es un desprop¨®sito equivalente, por ejemplo, a culpar a una mujer de su violaci¨®n porque llevaba minifalda.
Seguramente un dem¨®crata liberal como Vargas Llosa debe saber que una condici¨®n esencial del?Estado de Derecho en una democracia liberal es poder ejercer las libertades con la garant¨ªa de que no ser¨¢n coartadas y de que, en caso de que sean atacadas, la autoridad intervendr¨¢ en favor del ciudadano. Cosa que no ocurre en el M¨¦xico de hoy.
Pero supongamos por un momento que Vargas Llosa tiene raz¨®n, que el crimen organizado es el principal responsable de los ataques contra periodistas. Ni siquiera as¨ª ser¨ªa cierta su afirmaci¨®n de que hoy hay m¨¢s libertad de expresi¨®n que hace 20 a?os.
Hace 20 a?os los medios publicaban sin problemas notas sobre temas asociados al narcotr¨¢fico. Hoy en d¨ªa hay lugares como Tamaulipas donde los periodistas no pueden difundir ni siquiera la detenci¨®n de un sicario de poca monta o una balacera entre criminales.
Es inevitable que algunos gigantes literarios se nos caigan del pedestal de vez en cuando, pero esto ocurre casi siempre por diferencias ideol¨®gicas, pol¨ªticas o culturales que son perfectamente tolerables. Por eso no compart¨ª la histeria con las recientes declaraciones del Nobel sobre la elecci¨®n presidencial en M¨¦xico. Esas eran, a fin de cuentas, sus opiniones. En cambio, escucharle afirmaciones categ¨®ricas sin conocer el tema y que van en contra de los datos duros (y hechas adem¨¢s a una periodista agredida desde el poder) resulta decepcionante.
Aun as¨ª, me remitir¨ªa a Vargas Llosa para la ¨²ltima palabra, algo que ¨¦l mismo escribi¨® con genialidad hace d¨¦cadas en La T¨ªa Julia y el Escribidor (la novela, por cierto, que me convirti¨® en su admirador). Un compa?ero de la estaci¨®n de radio donde trabajaba el autor/protagonista, hab¨ªa recibido un fuerte rega?o por haber reciclado por puro morbo una noticia que hab¨ªa ocurrido la semana anterior, y su respuesta fue simplemente: ¡°Lo que pasa es que tenemos concepciones muy diferentes del periodismo, don Mario¡±.
Javier Garza Ramos es periodista, conductor del noticiero Reporte100 y consultor en protecci¨®n de periodistas.
@jagarzaramos
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