Por qu¨¦ a los primeros cristianos no les gustaba la imagen de Jes¨²s crucificado
A los seguidores de los primeros siglos de la religi¨®n les avergonzaba una imagen que les recordaba la muerte atroz que los romanos inflig¨ªan a los grandes criminales
La imagen de Jes¨²s crucificado solo empez¨® a ser venerada siglos despu¨¦s de la muerte de este y fue el Concilio de Nicea, en el a?o 325 despu¨¦s de Cristo, el que autoriz¨® oficialmente la imagen del crucifijo tal como la usamos hoy. A los seguidores de los primeros siglos del cristianismo les avergonzaba una imagen que les recordaba la muerte atroz que los romanos inflig¨ªan a los grandes criminales.
Desde que Paolo de Tarso dijera: "Si Cristo no resucit¨®, vana es nuestra esperanza" (1 Corintios, 15), a los cristianos les interesaba el Jes¨²s resucitado, no el sacrificado en un madero, como un asesino m¨¢s. De ah¨ª que en los primeros siglos del cristianismo no existieran pinturas ni esculturas de Jes¨²s crucificado, solo un Cristo glorioso.
En las catacumbas romanas, tanto en las de Santa Priscila como en las de San Calixto, donde se escond¨ªan los cristianos para huir de la persecuci¨®n romana, no existen pinturas de Jes¨²s en la cruz. El l¨ªder de los cristianos aparece en la imagen del Buen Pastor, celebrando la ?ltima Cena con los ap¨®stoles o como ni?o en brazos de su madre. Nunca muerto.
Recuerdo que en el Instituto B¨ªblico de Roma nuestro profesor de idioma ugar¨ªtico, el jesuita Follet, nos explicaba esa ausencia de la imagen de Jes¨²s crucificado entre los primeros cristianos: "Si vuestro padre hubiese sido condenado a la silla el¨¦ctrica o a la guillotina, seguro que, por m¨¢s inocente que hubiera sido, no llevar¨ªais en el cuello una efigie de esos instrumentos de muerte", nos dec¨ªa. Y a?ad¨ªa: "Nadie conserva fotos de sus familiares o amigos muertos, sino vivos y felices". Eso es lo que les ocurr¨ªa a los cristianos, prefer¨ªan recordar a Jes¨²s en vida o glorificado despu¨¦s de su muerte.
Curiosamente, fue un emperador romano, el pagano Constantino el Grande, quien introdujo la representaci¨®n de la cruz, pero sin el cuerpo de Jes¨²s. Fue cuando se convirti¨® al cristianismo, tras haber tenido un sue?o antes de la batalla contra Majencio en el que vio una cruz y oy¨® una voz que dec¨ªa: "Con este signo vencer¨¢s". El Imperio romano empezaba a debilitarse y el emperador percibi¨® la fuerza de la secta de los cristianos que se dejaban matar antes que adorar a sus dioses paganos. Constantino quiso ganarse a aquella gente y de perseguido el cristianismo pas¨® a ser la religi¨®n oficial. El emperador gan¨® la batalla y sacraliz¨® el signo de la cruz, que fue aceptado como s¨ªmbolo cristiano por el Concilio de Nicea en 325 d. C.
Aun as¨ª, se trat¨® solo de la cruz desnuda, sin el cuerpo de Cristo. Los primeros crucifijos con Jes¨²s agonizante o muerto aparecen solo en el siglo V y con muchas pol¨¦micas. Los cristianos segu¨ªan prefiriendo la imagen de Jes¨²s vivo y resucitado. Solo en la Edad Media, m¨¢s de mil a?os despu¨¦s de la muerte de Jes¨²s, aparecieron las primeras representaciones de los crucifijos con el cuerpo de Jes¨²s mostrando las se?ales de dolor, sangrando por las manos, los pies y el costado.
La ¨²nica pintura del crucifijo que aparece ya en el siglo I, considerada como la "primera blasfemia cristiana", es un grafito en una pared de yeso en Roma ridiculizando a los cristianos y a Jes¨²s. El crucificado aparece con la cabeza de un asno con esta inscripci¨®n: "Alex¨¢menos, adorando a su dios". Era una burla de los primeros cristianos a los que los romanos le hab¨ªan matado a su dios como a un criminal com¨²n.
Esto significaba, nos ense?aban en el Instituto B¨ªblico, que bajo la influencia de la conversi¨®n de Constantino, la Iglesia empez¨® tambi¨¦n a jerarquizarse y revestirse con los s¨ªmbolos del poder mundano. Se hizo, en efecto, pol¨ªtica y hasta se sirvi¨® del drama de la crucifixi¨®n para fomentar la teolog¨ªa de la cruz y del pecado en detrimento de la teolog¨ªa de la resurrecci¨®n y de la esperanza.
Para la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, por ejemplo, la crucifixi¨®n es el s¨ªmbolo de todos los torturados y asesinados injustamente en la historia de la humanidad y la resurrecci¨®n, la gran esperanza de todos los excluidos. Aquella teolog¨ªa, tan enraizada en Am¨¦rica Latina, intent¨® ser una vuelta al cristianismo primitivo en el que primaba la imagen del Buen Pastor a la del crucificado. Sin embargo, la Iglesia que a¨²n se revest¨ªa, hasta el papa Francisco, con los s¨ªmbolos del poder de los emperadores romanos, prefiri¨® inculcar la teolog¨ªa del miedo al infierno.
A la Iglesia del poder nunca le estorb¨® el Jes¨²s muerto. Temi¨® m¨¢s bien al Jes¨²s vivo y encarnado, solidario con aquella parte de la humanidad que, como en los tiempos del profeta crucificado, acaba siempre abandonada a su destino.
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