Lula, Puigdemont y Macbeth
La grandeza de una sociedad es directamente proporcional al grado de independencia de sus jueces
En un solo d¨ªa, este viernes, Carles Puigdemont sali¨® de prisi¨®n en Alemania, Lula se atrincher¨® para evitar su encarcelaci¨®n en Brasil, la expresidenta coreana Park Geun-hye recibi¨® una condena a 24 a?os de detenci¨®n y el expresidente sudafricano Jacob Zuma se sent¨® en el banquillo y fue formalmente acusado por corrupci¨®n.
La coincidencia es suficientemente llamativa de por s¨ª. Pero se pueden a?adir algunos datos. El expresidente Nicolas Sarkozy es sometido actualmente a una firme investigaci¨®n en Francia; el primer ministro israel¨ª en ejercicio, Benjam¨ªn Netanyahu, anda literalmente cercado por la inflexible iniciativa de polic¨ªa y fiscal¨ªa; el presidente Donald Trump ve acercarse cada vez m¨¢s a su despacho la acci¨®n del fiscal especial M¨¹ller sobre la trama rusa.
Conviene no subestimar la grandeza que reside en el implacable sometimiento de los ciudadanos m¨¢s poderosos de una sociedad a la acci¨®n de la justicia. Pocas lecciones importan m¨¢s que la de Montesquieu sobre separaci¨®n de poderes, y la nobleza de una sociedad es siempre directamente proporcional a la independencia de su justicia.
Por ello mismo, tampoco conviene subestimar la lecci¨®n shakesperiana de Macbeth. El quid del drama, posiblemente, no sea tanto la conquista del poder por medios violentos y miserables; sino la sinuosa y peligrosa coexistencia en un mismo cuerpo ¨Chumano (?o institucional?)- de bondad y maldad, justicia y abuso. El riesgo de evoluci¨®n negativa. Macbeth no era un infame ab origen. Lo devino.
La clave la da la primera intervenci¨®n de las c¨¦lebres tres brujas. ¡°Fair is foul, and foul is fair¡±, (generalmente traducido como ¡°bello es feo y feo es bello¡±) advierten, premonitorias. En lo uno est¨¢ lo otro, en potencia, o en acto. Y, significativamente, la primera intervenci¨®n del proprio Macbeth recupera el tema. ¡°So foul and fair a day I have not seen¡±. (Un d¨ªa tan feo y bello nunca he visto). N¨®tese que el vocablo "fair" tambi¨¦n guarda relaci¨®n con el concepto de justicia.
El pulcro sistema de separaci¨®n de poderes de las democracias liberales es a menudo, en concreto, envilecido por injerencias o intereses espurios. No faltan fiscal¨ªas serviles a los intereses del Ejecutivo de turno y tampoco acciones judiciales independientes pero con motivaci¨®n pol¨ªtica. En el caso de Lula, horas antes de una sentencia decisiva, un manipulo de altos mandos militares env¨ªo turbios mensajes v¨ªa Twitter. La sombra sobre el fallo subsiguiente es espesa.
En tiempos de cierta fragilidad de la democracia y comprensible ira ciudadana por los recurrentes abusos de la clase dirigente es especialmente importante la consolidaci¨®n de sistemas judiciales justos y eficaces. El problema es que la ciudadan¨ªa suele aplicar una presi¨®n directa y consistente en lo que concierne a los servicios primarios (Sanidad, Educaci¨®n) o el suministro de prestaciones b¨¢sicas (pensiones, paro) mientras que la administraci¨®n de la justicia, como depositaria de un bien de alguna manera intangible o mediato, no es objeto de reivindicaci¨®n y escrutinio de la misma intensidad.
La superioridad moral de las democracias liberales frente a los reg¨ªmenes totalitarios era evidente anta?o. Ahora la comparaci¨®n con reg¨ªmenes autoritarios h¨ªbridos es mucho m¨¢s sutil. Es m¨¢s importante que nunca que nuestro ¡°fair¡± logre sobreponerse a nuestro "foul¡±, porque si no la diferencia entre nuestro sistema y el otro se har¨¢ cada vez menos perceptible, y los atractivos de los sistemas autoritarios en t¨¦rminos de eficacia y capacidad de ejecuci¨®n de proyectos, cada vez m¨¢s atractivos.
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