Lula antes de entrar en prisi¨®n: ¡°La muerte de un combatiente no para la revoluci¨®n¡±
El expresidente de Brasil se despide de la libertad con dur¨ªsimas cr¨ªticas a los jueces. ¡°Yo no soy un ser humano m¨¢s. Yo soy una idea. Y las ideas no se encierran¡±, afirma
Ya llevaba m¨¢s de media hora hablando, esculpiendo cada frase como si estuviese destinada a los libros de historia. Durante un largo pasaje, emul¨® incluso el c¨¦lebre "I had a dream" de Martin Luther King. Sobre el cami¨®n que le serv¨ªa de palco, se hab¨ªa fundido en abrazos con pol¨ªticos de varios partidos, sindicalistas, m¨²sicos y hasta curas. Luiz In¨¢cio Lula da Silva hizo entonces una pausa ante los cientos de personas congregadas frente al edificio del Sindicato de Metal¨²rgicos del ¨¢rea metropolitana de S?o Paulo y anunci¨®: "So?aban con la fotograf¨ªa de Lula preso, van a tener un orgasmo m¨²ltiple. Pero voy acatar el mandato".Tras dos d¨ªas jugando al escondite, Lula iba a entregarse. El favorito para ganar las elecciones brasile?as de octubre aceptaba su destino en el presidio. Pero antes arengaba a los suyos para continuar en la batalla: "La muerte de un combatiente no para la revoluci¨®n".
Tras finalizar el discurso, Lula, condenado a 12 a?os de c¨¢rcel por corrupci¨®n, a¨²n se hizo esperar. Fue llevado a hombros hasta el edificio donde hab¨ªa estado refugiado en los dos ¨²ltimos d¨ªas y almorz¨® por ¨²ltima vez con su familia. Sobre las 17.00 de la tarde (22.00 de la noche en Espa?a), se dispuso a salir en un coche, pero decenas de militantes bloqueaban la puerta y gritaban que no le iban a dejar marcharse. Volvi¨® al edificio y la situaci¨®n se prolong¨® durante hora y media, en un ambiente muy tenso. Al final, el expresidente sali¨® a pie y, entre empujones, se subi¨® a un veh¨ªculo blindado de la polic¨ªa. Eran poco despu¨¦s de las 18.40 de la tarde y Lula quedaba t¨¦cnicamente detenido. Sobre las 20.00 lleg¨® a la sede de la Polic¨ªa Federal en S?o Paulo para someterse al preceptivo examen m¨¦dico. Otro grupo de ruidosos militantes le esperaba all¨ª. Solo se demor¨® unos minutos para salir en helic¨®ptero hacia el aeropuerto de Congonhas, donde lo esperaba un avi¨®n rumbo a Curitiba, la ciudad en la que cumplir¨¢ condena.
Cuando el pasado jueves fue decretada la prisi¨®n inmediata del expresidente de Brasil, su implacable acusador, el juez S¨¦rgio Moro, intent¨® mostrar un gesto de magnificencia. "En atenci¨®n a la dignidad del cargo que ocup¨®", Moro dio la oportunidad al expresidente de presentarse de forma voluntaria antes de las cinco de la tarde del viernes. Lula, desoyendo las voces de numerosos dirigentes del Partido de los Trabajadores que le ped¨ªan que se declarase en rebeld¨ªa, incluso que buscase refugio en una embajada extranjera, opt¨® por entregarse. Pero quiso dejar claro que ¨¦l iba a poner las condiciones y elegir el momento. Y que su despedida de la libertad se iba a convertir en un ba?o de masas y en un acto repleto de carga pol¨ªtica.
As¨ª que, tras dos d¨ªas atrincherado en el sindicato, Lula sali¨® sobre las 10.30 de la ma?ana para asistir a una misa en memoria de su fallecida esposa, celebrada all¨ª mismo, en plena calle, sobre el cami¨®n instalado la v¨ªspera para servir de escenario a los discursos pol¨ªticos de sus seguidores, entre las banderas rojas de los militantes y con la participaci¨®n de un nutrido grupo de m¨²sicos. Terminada la ceremonia, el expresidente tom¨® el micr¨®fono y comenz¨® con las despedidas, que dieron paso a un discurso vibrante, tan cargado de reproches para sus acusadores como de frases solemnes. "Yo no soy un ser humano m¨¢s. Yo soy una idea", lleg¨® a proclamar. "Mis ideas ya est¨¢n en el aire y nadie las podr¨¢ encerrar. Ahora vosotros sois millones de lulas".
Voy a salir de esta m¨¢s grande, m¨¢s fuerte e inocente. Porque voy a demostrar que son ellos los que han cometido un crimen Luiz In¨¢cio Lula da Silva
El sitio elegido ten¨ªa todo el simbolismo, porque all¨ª fue donde Lula comenz¨® su carrera como dirigente sindical a finales de los a?os 60. Era tambi¨¦n el lugar desde donde dirigi¨® la mayor huelga obrera contra la dictadura militar brasile?a, en 1980. En aquella ocasi¨®n, Lula pis¨® por primera vez la c¨¢rcel y, por si no quedaba claro el paralelismo, ¨¦l se encarg¨® de hacerlo expl¨ªcito. Tras evocar su detenci¨®n de entonces, concluy¨®: "Y ahora estamos aqu¨ª en la misma situaci¨®n".
El l¨ªder que ha protagonizado tres d¨¦cadas de pol¨ªtica brasile?a dedic¨® buena parte del discurso a arremeter con gran dureza contra sus acusadores: los fiscales, el juez Moro, la Polic¨ªa Federal... Y tambi¨¦n contra los grandes medios de comunicaci¨®n brasile?os. "Ellos", argument¨® Lula, son los verdaderos criminales. Les acus¨® de haber creado "casi un clima de guerra en el pa¨ªs", de orquestar una acusaci¨®n sin pruebas e incluso de la "canallada" de provocar la "anticipaci¨®n" de la muerte de su esposa, Marisa Leticia, tambi¨¦n acusada por los jueces en el caso que ha acabado llev¨¢ndole a la c¨¢rcel. "Nunca les perdonar¨¦ que me hayan dejado como un ladr¨®n", advirti¨®. "Yo tal vez est¨¦ viviendo el mayor momento de indignaci¨®n que un ser humano haya podido vivir".
Su ¨²nico delito, explic¨®, ha sido ser "un constructor de sue?os". Y ah¨ª reprodujo el estribillo de Luther King para explicar su sue?o de un pa¨ªs m¨¢s justo, donde millones de pobres pudiesen incorporarse a la econom¨ªa, tener oportunidades, ir a la universidad, un pa¨ªs donde nadie pasase hambre. Es precisamente por eso, defendi¨®, que ha sido condenado. Porque, seg¨²n la tesis de Lula, "ellos" no soportan que "los pobres puedan comprar un coche, puedan ir a la universidad, puedan viajar en avi¨®n". Siempre acompa?ado por la expresidenta Dilma Rousseff, derribada en 2016 por un proceso de destituci¨®n parlamentaria, Lula atac¨®: "El golpe no termin¨® con Dilma, el golpe ten¨ªa que continuar para impedirme ser candidato".
As¨ª, encadenando una frase de efecto tras otra, fue llegando hasta el final. Despu¨¦s de anunciar que se entregar¨ªa, se apresur¨® a matizar: "Voy a llegar de cabeza erguida y voy a salir con el pecho hinchado". Y aunque todo sonaba como una larga despedida, y en alg¨²n momento llegara incluso a aludir a la muerte, Lula no se resisti¨® a mantener firme hasta el final su imagen de viejo luchador: "Voy a salir de esta m¨¢s grande, m¨¢s fuerte e inocente. Porque voy a demostrar que son ellos los que han cometido un crimen".
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