Muere Choi Eun-hee, la actriz a la que secuestr¨® Corea del Norte
Choi era una de las estrellas de su pa¨ªs. En 1978, Kim Jong-il quiso que pusiera el cine norcoreano a la altura de Hollywood
Fue una de las grandes estrellas del s¨¦ptimo arte en Corea del Sur. Kim Jong-il, el ¡°Querido l¨ªder¡± de Corea del Norte y cineasta frustrado, se obsesion¨® con ella hasta tal punto que a finales de los a?os 70 orden¨® secuestrarla, a ella y a su esposo el director de cine Shin Shan-ok, para trasladarlos al norte y que participaran en las pel¨ªculas del r¨¦gimen. A los 91 a?os, Choi Eun-hee ha muerto en un hospital surcoreano.
Nacida en 1926, debut¨® en la gran pantalla en 1947 y para los a?os 60 ya se hab¨ªa convertido en una de las grandes divas de la pantalla grande surcoreana, de la mano de Shin. Pero en 1978 su carrera se encontraba en decadencia. La pareja se hab¨ªa divorciado y afrontaba graves problemas econ¨®micos, despu¨¦s de que la dictadura surcoreana hubiera retirado los permisos a la productora que ten¨ªan en com¨²n.
En ese momento, un hombre que aseguraba ser un productor de Hong Kong, Wang Dong-il, le ofreci¨® protagonizar una de sus pel¨ªculas, y la invit¨® al territorio que entonces era a¨²n colonia brit¨¢nica. Con la esperanza de relanzar su carrera, ella acept¨®, seg¨²n figura en el libro ¡°A Kim Jong-il Production¡±, de Paul Fischer.
Pero Wang era, en realidad, un agente norcoreano. En Hong Kong, Choi fue capturada por dos hombres, puesta en una lancha y sedada. Cuando despert¨®, se encontr¨® a bordo de un carguero con destino a Corea del Norte. Supo qui¨¦n la hab¨ªa capturado al ver el retrato de Kim Il-sung, el ¡°Eterno L¨ªder¡± norcoreano, en el camarote. Un chal¨¦ de lujo la esperaba en Pyongyang.
Tras su desaparici¨®n, su exmarido, que ya para entonces hab¨ªa formado una nueva familia, se convirti¨® en el principal sospechoso. Intentando averiguar el paradero de su exmujer, viaj¨® a Hong Kong y ¨¦l mismo fue secuestrado tambi¨¦n, seis meses despu¨¦s de Choi.
En Pyongyang, Kim Jong-il, ya para entonces el heredero claro del r¨¦gimen de su padre Kim Il-sung, les mostr¨® su colecci¨®n de cerca de 15.000 pel¨ªculas y les exigi¨® que cada d¨ªa vieran y le comentaran cuatro de ellas. Con el tiempo, y tras varios intentos de fuga por parte de Shin, ambos acabar¨ªan aceptando que su ¨²nica esperanza de salir de all¨ª era colaborar con el r¨¦gimen. Kim, por su parte, terminar¨ªa revel¨¢ndoles su plan: que se ocuparan de transformar la industria cinematogr¨¢fica norcoreana para que pudiera rivalizar con la de Estados Unidos y otros pa¨ªses punteros. ¡°Odiaba el comunismo, pero ten¨ªa que fingir que lo veneraba, para escapar de esa rep¨²blica est¨¦ril¡±, declar¨® Shin a The Guardian en 2003. ¡°Era una locura¡±.
Hasta 1985, ambos rodaron varias pel¨ªculas en Corea del Norte, sin que Kim Jong-il reparara jam¨¢s en gastos. La m¨¢s conocida, quiz¨¢s -y una de las m¨¢s disparatadas-, sea la historia de monstruos Pulgasari, una versi¨®n de la japonesa Godzilla en la que una terrible bestia despierta con la sangre de la hija de un herrero encarcelado y consigue derrocar al malvado emperador de esas tierras. Kim hizo traer, incluso, a Kenpachira Satsuma, el actor nip¨®n que hab¨ªa lucido el disfraz de la Godzilla original, para aumentar el atractivo de una pel¨ªcula que ¨¦l consideraba una obra maestra.
En 1986 ambos recibieron permiso para viajar a Viena y promocionar las pel¨ªculas. La pareja aprovech¨® la oportunidad para escapar y pedir asilo en la embajada estadounidense. ?l intent¨® hacer carrera en Hollywood, aunque nunca logr¨® el ¨¦xito que hab¨ªa cosechado en su pa¨ªs natal, y acab¨® regresando a Corea del Sur en los a?os noventa. Muri¨® de hepatitis en 2006.
Ella tambi¨¦n retorn¨® a su pa¨ªs de origen, aunque no volvi¨® a ponerse delante de las c¨¢maras. S¨ª recibi¨® numerosos homenajes y premios a toda su carrera y sigui¨® gozando del afecto de los aficionados al cine surcoreanos. Su odisea fue objeto de varios libros y pel¨ªculas, incluidos sus respectivos vol¨²menes de memorias. En 2016 se estren¨® el documental ¡°The Lovers and the Despot¡±, sobre sus experiencias en Pyongyang y que incluye grabaciones de conversaciones entre ellos y Kim.
Aunque s¨ª fue uno de los m¨¢s conocidos, el de Choi y Shin no fue el ¨²nico secuestro de ciudadanos extranjeros ordenado por Corea del Norte. Desde el final de la guerra que dividi¨® la pen¨ªnsula (1950-53), unos 3.000 surcoreanos, la mayor¨ªa pescadores que faenaban en aguas cercanas a la frontera, fueron capturados y trasladados al norte del paralelo 38. Se calcula que cerca de 500 a¨²n puedan residir all¨ª. Tambi¨¦n fueron secuestrados ciudadanos japoneses, rumanos, tailandeses o de L¨ªbano, para que adiestraran a esp¨ªas norcoreanos en su lengua y sus costumbres. Tokio cree que a¨²n una decena de sus compatriotas se encuentran en aquel pa¨ªs, aunque Pyongyang lo niega.
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