Un 63% de los votantes conoce a alg¨²n venezolano que lleg¨® por la crisis
Un estudio de Cifras & Conceptos mide el impacto de la llegada de venezolanos a Colombia
Seis de cada diez votantes probables tienen o ha tenido una persona natural de Venezuela en su entorno inmediato. As¨ª lo revela un estudio realizado por Cifras & Conceptos para EL PA?S durante esta campa?a. La impresionante cifra casa bien con las impresiones que d¨ªa a d¨ªa se viven en el pa¨ªs andino: en cualquier conversaci¨®n casual la cuesti¨®n de los vecinos llegando es inevitable. La mayor¨ªa de veces adquiere un cariz personal: amigos, conocidos, compa?eros de trabajo e incluso familiares. Al fin y al cabo, en los a?os ochenta y noventa fueron muchos los colombianos que hicieron el viaje inverso. No en vano la mitad de los encuestados afirma conocer a alg¨²n colombiano de nacimiento que ha terminado por regresar debido a la crisis que vive la naci¨®n que un d¨ªa les acogi¨®.
En la costa Caribe estas cifras aumentan hasta un 77% y un 83% respectivamente. Hist¨®ricamente, la franja norte?a que divide a los dos pa¨ªses ha sido una de las fronteras m¨¢s porosas del continente. La actual situaci¨®n la ha puesto a prueba, tensando tanto esta regi¨®n como el Oriente colombiano. Aqu¨ª, hasta un 67% de los posibles votantes afirma conocer a inmigrantes venezolanos. Una cifra similar a la de Bogot¨¢, que por ser la capital y centro econ¨®mico del pa¨ªs ha atra¨ªdo una cantidad particularmente alta de nuevos llegados. No tanto de nacionales retornados, que parecen concentrarse (o al menos tal es la percepci¨®n) en las dos regiones ya mencionadas y en el Valle del Cauca. Un departamento que, a pesar de encontrarse relativamente alejado de Venezuela, es un emisor hist¨®rico de emigraci¨®n dadas las dif¨ªciles condiciones de vida que muchos enfrentan en ¨¦l.
El conocimiento de inmigrantes venezolanos es ligeramente mayor entre los hombres, definitivamente m¨¢s pronunciado entre los m¨¢s j¨®venes, y aumenta con el nivel socioecon¨®mico del entrevistado.
Hay al menos tres interpretaciones posibles: podr¨ªa ser que los venidos tengan tambi¨¦n este tipo de perfil. La sociolog¨ªa ha documentado que los patrones migratorios suelen comenzar precisamente por las personas de menor edad (que tienen menos ataduras), de sexo masculino (pues todav¨ªa existe un sesgo en el reparto del trabajo remunerado) y con recursos materiales que facilitan el movimiento. Sin embargo, el ¨¦xodo venezolano ya est¨¢ lo suficientemente avanzado como para que quienes salen tengan un perfil m¨¢s amplio y difuso. Otra posibilidad es que estas personas est¨¦n m¨¢s expuestas al contacto con venezolanos por su propia rutina diaria. Por ¨²ltimo, es factible que incurran en un sesgo de recuerdo m¨¢s preciso, o de percepci¨®n m¨¢s acusada, que el resto de grupos sociales. En cualquier caso, lo que refleja la encuesta es que la visibilidad directa de la cuesti¨®n venezolana es marginalmente mayor para los votantes hombres, j¨®venes, y de un estrato m¨¢s alto.
Para siete de cada diez encuestados, el contacto con las personas de origen venezolano se produce en la calle. Un 34% cita el transporte p¨²blico (y aqu¨ª hay que tener en cuenta que no todas las zonas del pa¨ªs cuentan con este servicio en iguales proporciones, como se ver¨¢), mientras que uno de cada cuatro los cuenta como vecinos y uno de cada cinco, como compa?eros de trabajo. S¨®lo un 5% afirma no haberse cruzado con ninguno. Una cifra irrisoria.
De nuevo es particularmente interesante comparar los resultados por regiones. En los departamentos orientales, donde la llegada masiva de venezolanos ha implicado una crisis humanitaria en toda regla, hasta un 80% afirma haberse encontrado con ellos por la calle. En Bogot¨¢, por el contrario, gana la percepci¨®n en transporte p¨²blico. En otra expresi¨®n de la misma crisis humanitaria, la presencia de ciudadanos venezolanos solicitando alg¨²n tipo de ayuda a los usuarios del sistema de buses Transmilenio de la capital se ha convertido en una parte de la rutina de los bogotanos.
Todos estos datos conforman un espejo en el que se refleja la profunda crisis por la que atraviesa Venezuela. Son el reverso de los que revelaba la Encuesta de Condiciones de Vida de la venezolana Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello el pasado febrero: un 8% de hogares con al menos una persona viviendo en el exterior, y casi 250.000 emigrados a Colombia entre 2012 y 2017 (una cifra probablemente inferior a la real). Algunos de los motivos est¨¢n en el mismo estudio: un 87% de n¨²cleos familiares est¨¢n en condici¨®n de pobreza (61.2% llegando a la pobreza extrema), una cifra similar asegurando que los ingresos no son suficientes para comprar alimentos, y en consecuencia un 64% de venezolanos perdiendo peso en el ¨²ltimo a?o (con 11.4 kg de media). Una situaci¨®n que, como cabr¨ªa temer, afecta m¨¢s a los que tienen menos recursos: entre el 20% m¨¢s pobre de la poblaci¨®n, tres de cada cuatro menores de 18 a?os dejan de ir a clase al menos alguna vez por falta de comida, una cifra que desciende hasta poco m¨¢s de uno de cada cuatro entre el 20% m¨¢s rico (a¨²n as¨ª, escandalosamente elevada).
En definitiva, no es s¨®lo que Venezuela sea un tema de campa?a por la menci¨®n constante del ¡°castrochavismo¡± desde ciertas instancias, o por la dif¨ªcil relaci¨®n de ambos pa¨ªses en el plano internacional. Todo ello est¨¢ marcando el debate p¨²blico, por supuesto. Pero lo que refleja esta encuesta es que el lado m¨¢s claro y directo de la crisis venezolana queda cerca, muy cerca, de una mayor¨ªa de votantes colombianos. Su instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica en plena campa?a es probablemente inevitable. Pero cuando los votos se emitan, los carteles se recojan y el conteo finalice, el pr¨®ximo presidente colombiano tendr¨¢ que afrontar lo que se est¨¢ convirtiendo en una de las crisis m¨¢s importantes del continente en tiempos recientes. Probablemente, desde que Colombia pas¨® la suya hace s¨®lo unas d¨¦cadas.
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