La cana y los lornas
El ¡®caso Lava Jato¡¯ en Per¨² ha causado interacciones complejas entre la indignaci¨®n de la gente y la justicia inteligente
La puesta en libertad del expresidente Ollanta Humala ocurre despu¨¦s de nueve meses de una prisi¨®n preventiva que nunca estuvo claro qu¨¦ preven¨ªa. Simult¨¢neamente fue liberada de otra prisi¨®n su esposa Nadine Heredia, tambi¨¦n encarcelada ¡°preventivamente¡± por el mismo tiempo.
Aunque fueron puestos en prisi¨®n por el caso Lava Jato, su liberaci¨®n probablemente resultar¨¢ beneficiosa antes que nociva para la investigaci¨®n del caso. Curiosamente, uno de los primeros en celebrar ambas libertades ¡ªpor una sentencia del Tribunal Constitucional que corrigi¨® las negativas previas de todas las instancias judiciales¡ª fue el expresidente Pedro Pablo Kuczynski, defenestrado hace poco m¨¢s de un mes.
Fue bajo la presidencia de PPK que se produjo el encarcelamiento de los Humala-Heredia, dentro del cual se someti¨® a Nadine Heredia a un rigor penitenciario no solo innecesario sino lindante con el abuso. Esto ¨²ltimo (no la prisi¨®n) es algo que Kuczynski pudo haber impedido, pero no lo hizo. ?Por qu¨¦ celebra ahora el imperio de las garant¨ªas constitucionales que le importaron poco meses atr¨¢s?
Rosa Mar¨ªa Palacios, una periodista que convirti¨® el ostracismo que quisieron infligirle las grandes compa?¨ªas de medios en un fenomenal seguimiento de sus programas digitales en las redes sociales, lo explic¨® bien: porque el abuso de la prisi¨®n preventiva de Humala y Heredia reforz¨® e hizo crecer la exigencia de aplicar la misma vara a los otros expresidentes tambi¨¦n comprometidos en el caso Lava Jato. ?Cana [pisi¨®n] para uno? ?Cana para todos!
Es que el caso Lava Jato en Per¨², como en otros pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, ha provocado interacciones complejas entre la indignaci¨®n de la gente, que sospecha ¡ªcasi siempre con raz¨®n¡ª de todos los expresidentes y de la mayor¨ªa de grandes empresarios constructores, y demanda las revelaciones fulminantes; y la justicia inteligente, imparcial y severa que aqu¨ª solo ha existido por excepci¨®n. Y, de otro lado, las acciones de los diversos actores del Estado, desde el Congreso hasta los juzgados, en donde el formalismo y la incompetencia coexisten con la influencia de grupos y camarillas que tratan (y frecuentemente logran) orientar las presuntas investigaciones en encubrimientos selectivos y hostigamiento de enemigos.
Una vez que empez¨® a conocerse las informaciones sobre sobornos y pagos ilegales a campa?as que compromet¨ªan gran parte del espectro pol¨ªtico, las acciones fiscales, judiciales y las investigaciones congresales del caso, se orientaron a dividir el escenario de exdignatarios presuntamente facinerosos en dos campos: de un lado, los d¨¦biles, con poco poder residual, nulo coeficiente de intimidaci¨®n y sin aparatos enquistados en fiscal¨ªas o judicaturas. Los describe un peruanismo: los lornas. Del otro, los que cuentan con poder real, lo utilizan agresivamente y mantienen vastas redes de influencia en fiscal¨ªas y judicaturas. En ese escenario, los lornas reciben la culpa, el castigo y la infamia; administrado por los otros, que sobreviven y quedan impunes en lo que, de consumarse, ser¨ªa un proceso de darwinismo comprehensivo: la supervivencia de los bribones m¨¢s aptos en el travestido festival de la virtud.Humala y Heredia ¡ªque sin duda tienen cuentas por rendir, pero sobre quienes no pesa siquiera una acusaci¨®n fiscal¡ª fueron los primeros lornas escogidos, casi a la par que el expresidente Alejandro Toledo. Pero mientras este (sobre cuya culpabilidad existe s¨®lida evidencia) trata de impedir su extradici¨®n desde Stanford, California, reclamando persecuci¨®n pol¨ªtica y falta de debido proceso; tanto Humala como Heredia se quedaron en el Per¨² y acudieron a cuanta diligencia fueron citados, incluso regresando desde el extranjero, como hizo Nadine Heredia.
Pero el sistema les carg¨® los dados, les marc¨® las cartas y con argumentos de sostenida incoherencia, Humala y Heredia fueron condenados a 18 meses de prisi¨®n preventiva. Debo decir que el juez que los sentenci¨®: Richard Concepci¨®n Carhuancho, tiene reputaci¨®n de ser correcto pero de los que aqu¨ª se llama ¡°canero¡±, encarcelador. En la duda, a la reja.Muchos, yo entre ellos, vimos eso como un abuso y se?alamos que mientras Ollanta Humala y Nadine Heredia iban a prisi¨®n preventiva por la confesi¨®n de ejecutivos de Odebrecht de haber aportado a su campa?a de 2011; los mismos ejecutivos hab¨ªan confesado haber aportado tambi¨¦n a la campa?a de Keiko Fujimori ese mismo a?o. Y no solo no se ped¨ªa prisi¨®n preventiva contra ella sino que su mayor¨ªa congresal le permit¨ªa controlar la investigaci¨®n del caso en el Parlamento y meterle miedo, harto miedo, a jueces y fiscales¡ salvo el caso del fiscal Jos¨¦ Domingo P¨¦rez G¨®mez, que inici¨® una investigaci¨®n a Keiko Fujimori sin timidez ni miedo, en medio de la ansiedad de muchos de sus jefes. No todos, por fortuna.
Esa investigaci¨®n, la creciente simpat¨ªa hacia los Humala-Heredia por el rigor discriminatorio con que fueron tratados y la presi¨®n por que dieran a todos el mismo trato, contribuy¨® probablemente en la decisi¨®n del Tribunal Constitucional de liberarlos; en la incongruente celebraci¨®n de Kuczynski; y en la callada aquiescencia de otros, que vieron que lo que les pareci¨® un darwinismo a la medida empezaba a medirlos a ellos m¨¢s bien.
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