¡°El clima de tensi¨®n con Ir¨¢n no favorece los derechos humanos¡±
La abogada y activista Nasrin Sotudeh teme las consecuencias de anular el acuerdo nuclear
Cuando Nasrin Sotudeh da una cita y no responde ni al timbre ni al tel¨¦fono, es inevitable temer lo peor. Esta abogada iran¨ª defensora de los derechos humanos ha sido encarcelada antes por su trabajo. Pero esta vez, hay una buena noticia detr¨¢s de su ausencia: ha ido a recibir a la salida de la c¨¢rcel a Shaparak Shajarizadeh, una de las mujeres detenidas por quitarse el velo en protesta por su obligatoriedad. Una gota en un oc¨¦ano de problemas que los activistas afrontan en Ir¨¢n y que la crisis abierta por la salida de EE UU del acuerdo nuclear solo puede agravar. ¡°No es positivo. Me preocupa¡±, admite la premio Sajarov de 2012.
¡°La firma del pacto hab¨ªa rebajado el riesgo de guerra y creado un clima de tranquilidad que ayudaba a [nuestras] actividades a favor de los derechos humanos. Ahora volvemos a respirar una atm¨®sfera de confrontaci¨®n¡±, explica Sotudeh, de 54 a?os. No se trata de una concesi¨®n al relato oficial. La abogada reparte responsabilidades. ¡°?Puedo culpar a Trump por eso viendo c¨®mo act¨²an los pol¨ªticos iran¨ªes?¡±, se pregunta midiendo sus palabras.
Se queja de la falta de debate dentro de Ir¨¢n. ¡°En Europa los pol¨ªticos tienen posiciones m¨¢s equilibradas porque los intelectuales pueden criticarles, pero en Ir¨¢n el ambiente no permite que los intelectuales adviertan al Gobierno [ante ciertos comportamientos]¡±, declara. ¡°Ning¨²n Gobierno puede comprometerse a nivel internacional y luego actuar ignorando esos compromisos. El Gobierno de Ir¨¢n firm¨® el acuerdo nuclear, pero ha seguido con su programa de misiles bal¨ªsticos¡±, subraya dando a entender que, aunque ese punto no estuviera en el pacto, viola el esp¨ªritu del mismo. ¡°Lo que queremos es que tanto nuestro Gobierno como el resto cumplan su palabra¡±, subraya.
Mientras tanto, el d¨ªa a d¨ªa no deja respiro. La protesta de los pa?uelos es el ¨²ltimo desaf¨ªo de una sociedad que se siente constre?ida por las limitaciones del sistema isl¨¢mico. Sotudeh ha defendido a varias de las detenidas, 29 seg¨²n las autoridades. ¡°No s¨¦ cu¨¢ntas personas han protestado contra el velo y cu¨¢ntas han sido detenidas, pero hay muchas bajo vigilancia policial¡±, declara. Adem¨¢s, dos han sido condenadas: Maryam Shariatmadari a un a?o de c¨¢rcel y Narges Hoseini, a dos.
Por un velo ca¨ªdo
¡°Oc¨²pense de sus asuntos¡±, respondi¨® Shaparak Shajarizadeh cuando un matrimonio con aspecto religioso le advirti¨® de que se le hab¨ªa ca¨ªdo el velo. Shajarizadeh estaba grabando un v¨ªdeo para su Instagram en el Jard¨ªn del Fin de Kashan, donde se hab¨ªa refugiado con su hijo, tras su detenci¨®n en Teher¨¢n en febrero por quitarse intencionadamente el pa?uelo. Pero en lugar de seguir a lo suyo, la pareja se encar¨® con ella e incluso la agredi¨®. La mujer, un ama de casa a la que sus amigos no conocen activismo alguno, colg¨® la grabaci¨®n y la polic¨ªa tard¨® poco en volver a detenerla. Durante los diez d¨ªas que ha estado encerrada, ha mantenido una huelga de hambre.
Shajarizadeh, la mujer que qued¨® en libertad provisional el pasado mi¨¦rcoles, deber¨¢ comparecer ante el juez el pr¨®ximo 10 de junio. Est¨¢ acusada de ¡°corrupci¨®n en la tierra¡± (fasad fil arz), una figura de la ley isl¨¢mica de dif¨ªcil traducci¨®n y uno de los mayores delitos del c¨®digo penal iran¨ª, que se aplica a quienes se apartan del camino de islam y amenazan la paz social y pol¨ªtica.
Que las autoridades sientan como una amenaza el gesto de quitarse el velo, da una idea de la inseguridad del sistema surgido de la revoluci¨®n de 1979. Una preocupaci¨®n similar se intuye tras la detenci¨®n una treintena de ciudadanos iran¨ªes con una segunda nacionalidad, a los que rutinariamente se acusa de esp¨ªas. ?A qu¨¦ se debe esa obsesi¨®n?
¡°El Gobierno de Ir¨¢n est¨¢ buscando a quien detener para justificar que todo el mundo est¨¢ en su contra¡±, responde Sotudeh. ¡°Cuando Shaparak fue detenida por primera vez hace tres meses, le dijeron que era una esp¨ªa porque llevaba a su hijo a la Escuela Italiana. Tambi¨¦n a Nazanin, la han acusado de lo mismo¡±, relata en referencia a la brit¨¢nico-iran¨ª Nazanin Zaghari-Ratcliffe, cuya liberaci¨®n era esperada las pasadas navidades, pero nunca se concret¨®. ¡°Nazanin trabajaba de forma abierta por los derechos civiles; Shaparak es ama de casa. Cualquiera con un m¨ªnimo de conocimiento sabe que el espionaje no funciona as¨ª¡±, a?ade incr¨¦dula.
Con ser graves, estos casos al menos suscitan la atenci¨®n internacional. Pero para Sotudeh, la mayor preocupaci¨®n en este momento es que ¡°los acusados de delitos pol¨ªticos y civiles no tienen derecho a elegir a sus abogados¡±. S¨®lo pueden tener letrados designados por el presidente del Tribunal Supremo y aun as¨ª, ¡°en los tribunales revolucionarios se impide su presencia durante el juicio¡±. Es lo que est¨¢ sucediendo estos d¨ªas con los ocho miembros de una cofrad¨ªa suf¨ª que est¨¢n siendo juzgados sin una defensa de su elecci¨®n.
La propia Sotudeh sigue sin poder acudir ante el Tribunal Revolucionario e incluso cuando hace el seguimiento de casos en otros tribunales recibe amenazas. ?Tan poco han mejorado las cosas bajo la presidencia de Hasan Rohani? ¡°Yo tampoco ten¨ªa tantas esperanzas. No podemos llegar muy lejos mientras no obtengamos nuestros derechos como ciudadanos. En cualquier caso, Rohani es mucho mejor que las alternativas¡±, concluye.
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