Nuevos nacionalismos, nuevos arsenales
El mundo vive una nueva carrera armament¨ªstica, esta vez multipolar y tecnol¨®gica, marcada por el nacionalismo y la desconfianza en las grandes potencias
El pasado 4 de mayo, el almirante John Richardson, jefe de las operaciones navales de EE UU, anunci¨® la reconstituci¨®n de la hist¨®rica segunda flota tan solo siete a?os despu¨¦s de su disoluci¨®n. La unidad naval se hab¨ªa responsabilizado durante d¨¦cadas de las operaciones en el Atl¨¢ntico Norte. Fue la que gestion¨® la dram¨¢tica operaci¨®n de control de Cuba durante la crisis de los misiles de 1962, ordenada por el presidente Kennedy para evitar la entrega de cualquier material ofensivo por parte de la URSS al r¨¦gimen de Castro. Tambi¨¦n fue la flota que se encarg¨® de sostener la invasi¨®n de la isla de Granada ordenada por Ronald Reagan en 1983. En septiembre de 2011, una d¨¦cada exacta despu¨¦s del 11-S, cuando el mundo parec¨ªa en otra era geopol¨ªtica con respecto a la Guerra Fr¨ªa, la Administraci¨®n de Barack Obama procedi¨® a su disoluci¨®n en el marco de una reorganizaci¨®n de recursos.
Por aquel entonces, el Pent¨¢gono no consideraba a Rusia un desaf¨ªo estrat¨¦gico y por tanto el Atl¨¢ntico Norte no era una prioridad; adem¨¢s, Washington se dispon¨ªa a reducir el gasto militar tras haber alcanzado en 2010 la hist¨®rica cifra de 768.000 millones de d¨®lares anuales, seg¨²n datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigaci¨®n de la Paz (SIPRI, por sus siglas en ingl¨¦s).
Tras una ¨¦poca de concentraci¨®n en operaciones contra grupos terroristas, llega la desconfianza entre las grandes potencias
En pocos a?os, mucho ha cambiado. Hoy, las nubes de una carrera armament¨ªstica se ciernen oscuras en el horizonte global, tambi¨¦n en el Atl¨¢ntico. Tambores de ret¨®rica nacionalista retumban en varias latitudes, especialmente en las principales capitales del planeta. Y los s¨ªntomas de la nueva fiebre se hallan por doquier.
Dos d¨ªas antes del anuncio de la resurrecci¨®n de la segunda flota, el 2 de mayo, el SIPRI informaba de que, seg¨²n sus c¨¢lculos, en 2017 hubo un nuevo incremento en el gasto militar mundial (una subida del 1,1% con respecto al a?o anterior). El salto sit¨²a el total en 1,69 billones de d¨®lares, nuevo r¨¦cord hist¨®rico desde que hay datos razonablemente fiables (1991), batiendo la anterior marca global, que se alcanz¨® en 2011.
¡°En el ¨²ltimo a?o hemos visto a Trump y Putin alardear de sus misiles casi al estilo norcoreano¡±, dice el investigador Ian Williams
Cuatro d¨ªas despu¨¦s, el pasado 8 de mayo, el presidente Trump anunciaba la retirada de EE UU del pacto nuclear con Ir¨¢n, firmado por otras cinco potencias. Se trataba de la en¨¦sima andanada contra una arquitectura global para el control de armamento que se halla en un equilibro muy precario. En la madrugada del d¨ªa 10, Israel respondi¨® con vehemencia militar a un supuesto ataque iran¨ª contra el Gol¨¢n. El ministro de Defensa israel¨ª avis¨® de que "si en Israel llueve, en Ir¨¢n diluviar¨¢".
El mismo d¨ªa 10, la canciller alemana Angela Merkel afirm¨®, en la solemne entrega del Premio Carlomagno, que Europa ya no puede contar con EE UU para su protecci¨®n; con coherencia, su Gobierno propugna un aumento del gasto militar. Y esta semana se ha visto que incluso la ¨²nica buena noticia aparente en el panorama ¡ªel incipiente deshielo con Corea del Norte¡ª es en realidad una fr¨¢gil esperanza a la que el riesgo de colapso espera a la vuelta de cualquier esquina.
Nueva carrera armament¨ªstica en el siglo XXI
Estas son las peque?as piezas de un rompecabezas que dibuja un escenario cada vez m¨¢s claro: el amanecer de una nueva carrera armament¨ªstica con caracter¨ªsticas del siglo XXI.
"S¨ª, estamos en una carrera armament¨ªstica. Pero no una cl¨¢sica. Es una carrera tecnol¨®gica, en la que se pugna por la calidad y la precisi¨®n, tanto de armas convencionales como nucleares, y no por la cantidad", considera Thomas Countryman, que es presidente de la Arms Control Association y fue subsecretario de Estado para el Control de las Armas y la Seguridad Internacional en la Administraci¨®n de Obama.
Se trata de una carrera que responde a distintas fuerzas motrices. Al anunciar la reactivaci¨®n de la segunda flota, el almirante Richardson dio una clave esencial: "Nuestra Estrategia de Defensa Nacional (publicada este a?o) deja claro que hemos regresado a una era de competencia entre las grandes potencias, mientras el panorama de seguridad se torna cada vez m¨¢s desafiante y complejo. Por eso reconstituimos la segunda flota".
Tras una ¨¦poca enfocada en las operaciones contra grupos terroristas, la acentuada desconfianza entre naciones poderosas (EE UU, China y Rusia) marca hoy todo el tablero, con una din¨¢mica cambiante, de alta inestabilidad y, por tanto, peligrosidad: una potencia en fuerte ascenso (China), otra en inexorable declive que se niega a aceptarlo (Rusia) y una superpotencia en pleno viraje pol¨ªtico que persigue ahora sin ning¨²n complejo sus intereses de forma unilateral y vehemente (los EE UU de Trump).
Guerra Fr¨ªa
En las tres, el nacionalismo impregna el discurso pol¨ªtico como nunca desde el fin de la Guerra Fr¨ªa. Putin articula toda su trayectoria de poder alrededor de la idea de la orgullosa resurrecci¨®n de una gran Rusia; Trump alcanza la Casa Blanca bajo el indisimulado mantra del Am¨¦rica first frente a los supuestos abusos de los dem¨¢s; Xi Jinping vira de forma cada vez m¨¢s acentuada hacia el nacionalismo a medida que se consolida en el poder. El discurso del l¨ªder chino de marzo ante la asamblea legislativa anual fue quiz¨¢ el m¨¢s expl¨ªcito en ese sentido desde que lleg¨® al poder. Y en India ¡ªun actor de notable peso estrat¨¦gico en la escena internacional¡ª ocupa el poder un pol¨ªtico con un historial de corte nacionalista hind¨², Narendra Modi.
La ret¨®rica de estos l¨ªderes se adentra de manera inquietante en territorio militar. "En el ¨²ltimo a?o ha habido profundos cambios, tanto tecnol¨®gicos como pol¨ªticos. Hemos visto a Trump y Putin alardear de sus misiles casi al estilo norcoreano, algo inconcebible hasta hace poco", se?ala Ian Williams, investigador asociado y director del programa sobre sistemas antimisiles del Centro de Estudios Estrat¨¦gicos e Internacionales (CSIS). Esa es la inquietante m¨²sica de fondo en el eje principal.
Pero el mundo actual tiene una complejidad adicional. "A diferencia de lo que ocurr¨ªa en la Guerra Fr¨ªa, ya no tenemos una competici¨®n bipolar, sino una con m¨²ltiples frentes: India con China y Pakist¨¢n; Corea del Norte con Jap¨®n y Corea del Sur; Ir¨¢n con Israel y Arabia Saud¨ª", dice Williams. India y Arabia Saud¨ª, desprovistos de la tecnolog¨ªa necesaria, son enormes compradores de armamento. Williams y Countryman coinciden en que hay una carrera de armamento y que su car¨¢cter es multipolar y tecnol¨®gico.
La posici¨®n de los principales actores induce a pensar que nos hallamos ante el arranque de una carrera sostenida. El impulso de las principales potencias va en esa direcci¨®n.
Estados Unidos, bajo la Administraci¨®n de Trump, emprende un camino de constante aumento en el gasto militar. Frente a los recortes en la mayor¨ªa de Departamentos, el Pent¨¢gono goza de un claro fortalecimiento de sus recursos. Para el pr¨®ximo ejercicio, la Casa Blanca busca un aumento de cerca del 10%. Desde el pico de los 768.000 millones de d¨®lares en 2010, Obama redujo el presupuesto hasta los 600.000 en 2016. Pero con Trump pronto se superar¨¢ otra vez el umbral de los 700.000.
China, respaldada por su creciente vigor econ¨®mico y tecnol¨®gico, y estimulada por su voluntad de reforzarse como potencia, seguir¨¢ sin duda incrementando su inversi¨®n militar. En la d¨¦cada transcurrida desde 2008 ha duplicado su gasto, desde los 108.000 millones hasta los 228.000.
Europa, superada la crisis econ¨®mica y espoleada por la escasa confianza en los EE UU de Trump, tambi¨¦n se adentra en una probable senda de mayor gasto, tal y como apunta el Gobierno alem¨¢n y como le exige la propia Casa Blanca. Los cuatro grandes pa¨ªses europeos ¡ªFrancia, Reino Unido, Alemania e Italia¡ª siguen siendo importantes actores militares, con un gasto aproximado de 180.000 millones de d¨®lares anuales.
El tercer mayor inversor del mundo, Arabia Saud¨ª, encarrilado en una pol¨ªtica de abierta rivalidad con Ir¨¢n, con un inusitado activismo regional y con la guerra de Yemen abierta, tampoco aflojar¨¢.
Rusia, en cambio, camina a la contra. Tras el espectacular aumento de la inversi¨®n bajo el mandato de Putin ¡ªdesde 20.000 millones en 2001 a 70.000 en 2016¡ª, el Kremlin ha tenido que frenar debido a las graves dificultades econ¨®micas vinculadas a las sanciones internacionales y a la ca¨ªda del precio del petr¨®leo. La actual ret¨®rica de Putin parece privilegiar las condiciones de vida de los ciudadanos, frente a la inversi¨®n en Defensa. Pero el repunte del precio del petr¨®leo lleva a pensar que pueden abrirse nuevas posibilidades de gasto tambi¨¦n para Rusia.
A la propicia disposici¨®n hacia la inversi¨®n militar y a la ret¨®rica nacionalista ¡ªque siempre se sabe d¨®nde empieza pero no d¨®nde termina¡ª hay que sumar el desmorone de la arquitectura de control de armas, un grave factor de volatilidad. El entramado de tratados en ese ¨¢rea no solo ha permitido limitar los despliegues, sino que, a la vez, introdujo elementos de control que elevaron la confianza mutua, la predictibilidad de los comportamientos. Varias piezas de ese puzle est¨¢n desapareciendo.
En cuanto a las armas nucleares, la salida de EE UU del pacto con Ir¨¢n podr¨ªa conducir al ala dura del r¨¦gimen de los ayatol¨¢s a reanudar el desarrollo de su programa at¨®mico. Arabia Saud¨ª no tardar¨ªa en poner en marcha el suyo si se da el caso. Por otra parte, el tratado entre EE UU y Rusia ¡ªconocido como New START¡ª expira en 2021. Las partes no parecen muy inclinadas a renovarlo.
"Todos los presidentes que ha tenido EE UU desde Eisenhower (1953-1961) han tratado de liderar los acuerdos de no proliferaci¨®n armament¨ªstica. Trump ha dejado claro que no quiere asumir ese papel. Le interesa m¨¢s demostrar su hombr¨ªa que reducir el riesgo de una cat¨¢strofe nuclear. El consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, es muy poco partidario de las pol¨ªticas de no proliferaci¨®n", apunta Countryman. "Nos adentramos en el periodo de menor regulaci¨®n bilateral entre Mosc¨² y Washington en materia de armamento, y eso, sumado a la imprevisibilidad de Trump, resulta alarmante", se?ala. EE UU ya se retir¨® en 2002 del Tratado sobre Misiles Antibal¨ªsticos.
En cuanto a Rusia, Williams comenta: "Desde los sesenta, Mosc¨² solo se ha interesado por los acuerdos bilaterales para el control armament¨ªstico y la no proliferaci¨®n en momentos en que sent¨ªa que iba perdiendo. Ahora parece que entramos en una fase en la que apenas quedar¨¢n acuerdos en vigor, y Putin parece sentirse c¨®modo en este escenario".
Pero la ca¨ªda del sistema de control tambi¨¦n afecta al sector convencional. "En muchas regiones necesitamos que haya una mayor confianza entre los pa¨ªses rivales. Y eso se consigue con mucha m¨¢s transparencia y con mucho m¨¢s di¨¢logo, aunque sea para que cada cual fije sus l¨ªneas rojas", advierte Siemon Wezeman, investigador principal del programa sobre transferencias de armas y gasto militar en el SIPRI. "Veamos en qu¨¦ queda el intento en la pen¨ªnsula de Corea. Cada vez se avisa y se informa menos de las maniobras militares, y eso es muy peligroso con los niveles actuales de desconfianza. Son muchas las zonas en las que un error militar puede precipitar r¨¢pidamente una escalada b¨¦lica: India con Pakist¨¢n o China, Ir¨¢n con Arabia Saud¨ª, China con Jap¨®n...".
Administraci¨®n de Obama
Todos estos factores espolean una carrera que, coinciden los expertos, tiene en la primac¨ªa tecnol¨®gica su estrella polar. En el sector nuclear, EE UU se ha embarcado en una descomunal renovaci¨®n de sus arsenales, emprendida ya bajo la Administraci¨®n de Obama (una suerte de condici¨®n impuesta por el Congreso para aprobar el New START), valorada en 1,2 billones de d¨®lares hasta 2036, seg¨²n c¨¢lculos de la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Rusia, por su parte, alardea de grandes innovaciones en sus arsenales. En el ¨²ltimo discurso del estado de la naci¨®n, Putin emprendi¨® una amplia digresi¨®n en ese cap¨ªtulo, y present¨® una nueva generaci¨®n de armas, mostrando incluso un v¨ªdeo con cabezas nucleares apuntando a Florida, donde Trump tiene una residencia. Entre otras cosas, habl¨® de un supuesto misil de crucero con propulsi¨®n nuclear ("nadie en el mundo tiene algo parecido", dijo); de un misil bal¨ªstico intercontinental capaz de golpear tras sobrevolar los polos; de drones submarinos de alta velocidad armados con cabezas nucleares o convencionales ("pr¨¢cticamente invencibles"); de misiles hipers¨®nicos lanzados desde aviones de combate. Los expertos tienen profundas dudas sobre la capacidad real rusa en estos dominios, pero el discurso es revelador.
Y China, por su parte, protagoniza grandes progresos. Avanza en la constituci¨®n de una flota de alta mar y mejora su tecnolog¨ªa en todo el espectro, lo que le abre tambi¨¦n mercados de venta. "China ha invertido much¨ªsimo en innovaci¨®n y ya produce material muy avanzado y m¨¢s barato que el ruso o el norteamericano", explica Wezeman, del SIPRI. "Hace 30 a?os fabricaban basura y hoy venden algunos de los mejores drones que existen. Las opciones de Pek¨ªn de competir realmente con Washington y Mosc¨² en el mercado global de las armas pasan por que sea capaz de penetrar en el mercado de Oriente Pr¨®ximo, que est¨¢ en plena ebullici¨®n y todav¨ªa se le resiste".
La carrera amenaza con adentrarse en territorios desconocidos, con hallazgos tecnol¨®gicos que pueden ser desequilibrantes. Pero tambi¨¦n por resucitar viejas estructuras como la segunda flota de EE UU. Un escenario repleto de riesgos.
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