C¨®mo los camioneros han paralizado Brasil
El gremio muestra su poder en el pa¨ªs del mundo que m¨¢s depende de sus carreteras con una huelga que ha dejado desabastecidos supermercados, gasolineras y aeropuertos
Es viernes al mediod¨ªa en el centro de Recife, una ciudad de m¨¢s de mill¨®n y medio de habitantes en Pernambuco, al nordeste de Brasil, pero podr¨ªa ser primera hora de un domingo a juzgar por lo des¨¦rtico del ambiente. En lo que deber¨ªa ser el apogeo del horario comercial, las calles est¨¢n casi desiertas, por las calzadas apenas pasan coches y hay varias tiendas cerradas. Claudenilson Carlos da Silva, de 34 a?os, cuenta las mesas vac¨ªas del restaurante en el que trabaja. ¡°Si sigue as¨ª vamos a tener a que cerrar m¨¢s pronto hoy¡±, calcula. ¡°Es hora de comer, esto ten¨ªa que estar lleno¡±.
La experiencia de Claudenilson se repite en distintas ciudades de Brasil estos d¨ªas. El pa¨ªs entero est¨¢ inmerso en una huelga de camioneros que hoy cumple una semana y que ha paralizado buena parte de su vida p¨²blica, cuando no convertido el d¨ªa a d¨ªa en sus 26 Estados en una pesadilla log¨ªstica. Gasolineras, supermercados, hospitales y aeropuertos han ido quedando desabastecidos con el paso de los d¨ªas y han retirado algunos de sus servicios; los puertos se van quedando sin nada que exportar y ciudadanos y gobiernos locales buscan desesperadamente f¨®rmulas para salir del paso. Y, como banda sonora de todo este caos, el runr¨²n de soluciones temporales que el Gobierno central de Michel Temer ha ido anunciando y que poco han hecho por cambiar la situaci¨®n en las calles.
Cuando comenz¨® la huelga, el lunes pasado, nada apuntaba que iba a cobrar estas dimensiones. Los camioneros protestaban por el precio del combustible, lo cual no parec¨ªa descabellado. El valor no ha hecho m¨¢s que subir desde junio de 2017, cuando la petrolera estatal, Petrobras, empez¨® a basarse en la oscilaci¨®n internacional. Pero si Petrobras ha cambiado de pol¨ªtica de precios es porque Temer se lo permiti¨® en mayo de 2016, por lo que, en esos primeros d¨ªas, el Ejecutivo poco pudo ¡ªo quiso¡ª hacer. Solo que esa respuesta encerraba un fallo de c¨¢lculo: Brasil es el pa¨ªs que m¨¢s depende de sus autopistas en el mundo. El 58% de su mercanc¨ªa ¡ªy, sobre todo, el 90% de su petr¨®leo¡ª, se entrega por ellas (en Estados Unidos, un pa¨ªs de menor tama?o, solo el 43% del petr¨®leo se mueve as¨ª). Los camioneros son el ¨²nico gremio capaz de convertir al primer pa¨ªs latino en un reh¨¦n del tama?o de un continente.
La alarma son¨® el mi¨¦rcoles, cuando varias ciudades empezaron a vivir la misma escena: coches agolpados en gasolineras que estaban despachando sus ¨²ltimas gotas de combustible. El jueves ya se hablaba de crisis. La central de abastos de R¨ªo de Janeiro no recibi¨® el 90% de los camiones que esperaba y todas las grandes ciudades recortaron el transporte p¨²blico a la mitad. En Paran¨¢, al sur, dos universidades cerraron sus puertas. El viernes la crisis se hab¨ªa convertido en un caos nacional. Los aeropuertos ya cancelaban los vuelos por docenas, incluyendo algunos internacionales. S?o Paulo, la megal¨®polis m¨¢s rica del pa¨ªs y hogar de 12 millones de personas, se declar¨® en estado de emergencia: horas despu¨¦s, el 99% de sus gasolineras se quedaban vac¨ªas. Por sus calzadas se empez¨® a ver repartidores de comida a domicilio a lomos de caballos. Los Estados de Pernambuco y Sergipe tambi¨¦n se declarar¨ªan en emergencia al poco. El aeropuerto de Brasilia cancel¨® 40 vuelos. Una asociaci¨®n de exportadores de carne anunci¨® que, con la falta de alimentos, morir¨ªan 20.000 millones de pollos y 20 de cerdos.
Mientras tanto, en autopistas de todo el pa¨ªs se ve¨ªan piquetes de camiones con los conductores dentro. El viernes hab¨ªa 534. En uno de ellos, a las afueras de S?o Paulo, estaba Ademir Wagenknecht, de 43 a?os, 25 al volante de un cami¨®n. ¡°A veces trabajo 10 horas y a veces son 20, y veo a mis hijos tres o cuatro d¨ªas al mes¡±, explica. ¡°Un solo neum¨¢tico ya es absurdamente caro: est¨¢ a 1.800 reales [490 d¨®lares), que es lo yo cobro por llevar unas cebollas a Santa Catarina [un Estado al sur de Brasil]. ?Qu¨¦ me queda si pago tanto di¨¦sel? Tengo que pagarlo de mi bolsillo. Yo segu¨ªa la profesi¨®n de mi padre, que me pas¨® el testigo. Pero entonces hab¨ªa muchas menos dificultades¡±.
Durante no pocos momentos de la crisis, el Gobierno ha proyectado la imagen de que sencillamente no sab¨ªa qu¨¦ hacer. No hay precedente en la historia de Brasil para este tipo de problema. La flota de camioneros nunca ha sido tan grande, el Ejecutivo nunca ha sido tan impopular (solo el 5% de la poblaci¨®n ve con buenos ojos a Temer) y, sobre todo, el pa¨ªs no tiene pr¨¢ctica alguna tasando el petr¨®leo de forma libre. La norma era que Petrobras modificase artificialmente su valor siguiendo indicaciones pol¨ªticas, pero cuando Temer lleg¨® al poder, en mayo de 2016, renov¨® a la c¨²pula directiva de la petrolera y les dio libertad para cambiar el sistema de precios. Ellos decidieron basarse en la oscilaci¨®n internacional, la cual no est¨¢ precisamente a la baja ¨²ltimamente.
La respuesta del Gobierno
Hace dos semanas el barril de Brent alcanz¨® los 80 d¨®lares por primera vez desde 2014. Mientras, en el resto del mundo, las econom¨ªas emergentes como la brasile?a sufren los vaivenes del d¨®lar y el real est¨¢ cada vez m¨¢s lejos de la moneda estadounidense. O sea, el precio ha subido un 50% en un a?o y la moneda ha perdido un 4,3% en el ¨²ltimo mes. La cerilla y la mecha para la bomba.
Temer intent¨® ser conciliador al principio. El mi¨¦rcoles se vanaglori¨® de haber convencido a Petrobras de que bajase el precio del di¨¦sel un 10% con respecto al valor internacional, y lo dejase as¨ª durante 15 d¨ªas como gesto de buena voluntad para negociar. Con esto, dispar¨® el miedo a que la pol¨ªtica volviese a controlar Petrobras y las acciones de la petrolera se desplomaron al menos un 14%. Solo aquel gesto ya hab¨ªa bajado el valor de la mayor empresa brasile?a en 47.000 millones de reales (unos 12.800 millones de d¨®lares). El jueves Temer volvi¨® a la carga. Se comprometi¨® a pagar a Petrobras la diferencia entre el valor internacional del di¨¦sel y el precio en las calles brasile?as. As¨ª, el precio no se mover¨ªa hasta diciembre. No bast¨®. El viernes el presidente volvi¨® a comparecer y, cuando apareci¨® en televisi¨®n, en las calles de Brasilia se escuch¨® un bocinazo colectivo. Su soluci¨®n esta vez fue m¨¢s dr¨¢stica: amenaz¨® con llamar al Ej¨¦rcito para que despejase las carreteras.
Los piquetes se fueron disolviendo a lo largo del fin de semana. Mientras, el Gobierno aument¨® a¨²n m¨¢s la tensi¨®n en su enfrentamiento con los camioneros al acusarlos de hacer locaute, o sea, cierre patronal (en Brasil se adapta el t¨¦rmino ingl¨¦s, lockout), que es ilegal; y de estar asociados con mafias y criminales para presionar a la clase pol¨ªtica. Si la idea era enfrentar al gremio con la ira de la poblaci¨®n, no le sali¨® del todo bien, al menos de momento. Las pistas dadas hasta ahora indican que, por ahora, el apoyo a los camioneros es algo generalizado. Incluso Claudenilson les manda ¨¢nimos desde su restaurante vac¨ªo de Recife. ¡°Por m¨ª, que los camioneros sigan, hasta el fin¡±, dice. ¡°Hasta que les bajen el precio del combustible¡±.
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