Las cenizas a¨²n queman en Portugal
Despu¨¦s de los incendios de 2017, la Euroc¨¢mara aprob¨® el desembolso de 50,6 millones de euros del Fondo de Solidaridad para el pa¨ªs luso. Los vecinos de la zona cero no han visto ninguna ayuda hasta el momento
El ¨²nico sonido que se oye en las 10.000 hect¨¢reas calcinadas por los incendios del pasado a?o en el centro de Portugal es el del rugir de una motosierra. Pocos segundos despu¨¦s, el de un ¨¢rbol en ca¨ªda libre chocando contra el barro. Cuentan los vecinos que el verano fue ¡°infernal¡± y que "todo lo que pod¨ªa fallar, fall¨®". La sequ¨ªa convirti¨® los campos en combustible; el fuerte viento transform¨® las llamas en bolas de fuego que arrasaron con las copas de los eucaliptos, que se consum¨ªan como cerillas en cuesti¨®n de segundos; las carreteras se convirtieron en trampas mortales donde casi 70 personas murieron, seg¨²n el relato de los bomberos, "derretidas" a causa de unas temperaturas de m¨¢s de 800 grados. Un a?o despu¨¦s, la zona est¨¢ paralizada:?corrales sin gallinas, campos sin ganado y se?ales de tr¨¢fico ilegibles por la densa humareda. La Uni¨®n Europea aprob¨® el pasado invierno una ayuda de 50,6 millones de euros del Fondo de Solidaridad para recuperar la zona. 12 meses despu¨¦s de la pesadilla, ni las v¨ªctimas ni las autoridades locales han visto un c¨¦ntimo.
El Parlamento Europeo cre¨® en 2002 el Fondo de Solidaridad precisamente para restablecer la normalidad en zonas de cat¨¢strofes naturales. Pese a que la Euroc¨¢mara ¡ªinstituci¨®n que financia este viaje¡ª haya desbloqueado 50,6 millones de euros (aunque los da?os y p¨¦rdidas se cifraron en 1.458 millones), el dinero no ha llegado a¨²n. Tarda "varios meses", seg¨²n la normativa, que adem¨¢s obliga a que los fondos sean utilizados en los 18 meses consecutivos a la recepci¨®n de la ayuda. La reparaci¨®n de da?os, por tanto, se puede extender a?os.
De los 50 millones aprobados, Lisboa asegura que va a dedicar 15 a la mejora de las condiciones forestales en el centro del pa¨ªs, explica en su despacho de la capital lusa Miguel Freitas, secretario de Estado de Bosques y Desarrollo Rural. ¡°Estamos preparando el verano con una brutal campa?a de limpieza del bosque¡±, asegura. El ingeniero forestal Paulo Freitas?es claro: "El bosque limpio y ordenado no arde. El problema est¨¢ en la gesti¨®n".
El 70% de Portugal es superficie forestal y "la mayor¨ªa", explica Freitas, es de propiedad privada, lo que dificulta su gesti¨®n. Muchos propietarios emigraron a la ciudad e incluso a otros pa¨ªses y la zona queda sin limpiar, lo que representa un riesgo. En otros casos, es la Administraci¨®n local la que limpia y despu¨¦s cobra el coste de las labores a los propietarios. Gente, en su mayor¨ªa, muy humilde. "Es una situaci¨®n muy ingrata", sostiene Valdemar Alves, alcalde de Pedr¨®g?o Grande, epicentro de la tragedia.?En la zona se ve poca actividad, salvo la tala y recogida de los troncos ya quemados. "Los comerciantes de madera son los primeros que aparecieron para limpiar el campo. Se llevan lo que les interesa y dejan lo que no", revela?Alves, quien opina que los incendios "son un negocio".
El edil, al ser preguntado por las ayudas comunitarias, zanja: "Nunca cre¨ª en ellas, y contin¨²o sin creer". Asegura que no han llegado al municipio, pero que de cualquier manera 50 millones le resulta una cantidad irrisoria: "Val¨ªa m¨¢s no dar nada". Bruno Pereira, director regional de Asuntos Europeos y Cooperaci¨®n Exterior, explica que, debido a la lentitud de la burocracia comunitaria, son las empresas privadas y administraciones nacionales y locales las que adelantan el dinero que despu¨¦s ¡ªen un a?o o dos¡ª?es restituido con la partida anunciada proveniente del Fondo de Solidaridad. Pereira asegura que, en buena medida, es una cuesti¨®n de mera confianza. Al final, "todo depende de la rapidez con la que act¨²en los municipios".
Jos¨¦ Carlos Santos, de 38 a?os, asegura desde el sal¨®n de su piso en Pedr¨®g?o?que no ha recibido nada?¡°ni del Estado, ni de la c¨¢mara [municipal], ni de la Uni¨®n Europea". Este camionero, que ha pasado su juventud transportando cereales entre Zamora y Portugal, tiene el 35% del cuerpo quemado y cicatrices visiblemente profundas en la cara, orejas, cabeza y manos, que lleva tapadas por una malla compresora que le cubre los brazos hasta los hombros, dejando al aire tan solo las u?as. ¡°Me trasplantaron piel de la pierna y la barriga. ?Lo quer¨¦is ver?¡±, ofrece mientras se levanta la sudadera.
Santos recuerda aquella noche como si fuera ayer. Hu¨ªa del incendio en una furgoneta por una de las estrechas carreteras que serpentea las colinas del interior luso. Iba?con su cu?ado Carlos y con V¨ªtor, un compa?ero de trabajo.?De pronto se vieron atrapados por las llamas que se extend¨ªan r¨¢pidamente animadas por el vendaval. El humo negro no dejaba ver m¨¢s all¨¢ de medio metro. Revent¨® una rueda y el veh¨ªculo volc¨®. V¨ªtor ten¨ªa las manos y la cara cubiertas de sangre, cuenta S¨¦rgio Louren?o,?el comandante adjunto de bomberos de la zona, desde la misma curva donde les encontr¨® y puso a salvo. ¡°Carlos?apareci¨® desnudo, solo llevaba puestas las botas¡±, cuenta el bombero cubri¨¦ndose los test¨ªculos con las dos manos imitando el gesto que hizo entonces el herido.?Louren?o revive el tremendo sofoco que sinti¨®, incluso desde el interior de su coche. ¡°Abr¨ª la puerta desde dentro. No me pod¨ªa quemar porque ten¨ªa que socorrerlos. Quemado, yo ya no serv¨ªa de nada¡±, se justifica mientras recorre el mismo infierno que vivi¨® hace poco m¨¢s de un a?o. Santos pas¨® 52 d¨ªas en el hospital de Co¨ªmbra.?
¡°Mi vida ahora es muy dif¨ªcil. Nunca falt¨¦ al trabajo m¨¢s de dos d¨ªas y ahora llevo de baja m¨¢s de un a?o¡±, se lamenta Santos. Acude al psic¨®logo regularmente, al ambulatorio a que le hagan curas en la piel d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, y ocupa el tiempo como puede: lleva y recoge de la escuela a su ¨²nica hija, Leonor, de nueve a?os; toma caf¨¦ con los amigos; visita a su suegro. Ahora, con el Mundial de f¨²tbol de Rusia, est¨¢ m¨¢s animado porque los partidos le mantienen la mente en otro sitio, lejos de su realidad.
Pero con el Mundial llega el verano, y con el verano, los incendios en buena parte del sur de Europa, especialmente en Portugal. ¡°Hay mucha gente que cree que va a arder lo que no ardi¨® a¨²n¡±, unas 3.000 hect¨¢reas, asegura desde la asociaci¨®n Casa de Pedr¨®g?o en Lisboa su vicepresidenta, Fernanda David. Hay pocas ayudas y demasiado miedo. "Fue muy fuerte.?Va a llevar a?os recuperar la salud mental de las personas", dice el alcalde de?Pedr¨®g?o, quien a sus 69 a?os nunca hab¨ªa visto un incendio tan grande.?
Nadie recuerda una tragedia de semejante magnitud. Mario y Maria Rosa, dos campesinos de 75 a?os, rememoran?desde su casita de piedra en Nodeirino c¨®mo pasaron ¡°toda la noche¡± con el cuerpo pegado a un tanque de agua que ahora yace parcialmente abrasado en lo alto de una colina. ¡°Aqu¨ª murieron solo los que huyeron en el coche. Los que se quedaron en casa se salvaron¡±, gesticula el hombre mientras se preocupa de que el pasto para sus ovejas que lleva en una carretilla destartalada ¡ªuna suerte de grelos¡ª no se caiga al suelo. "Los que se quedaron [en las aldeas] fueron los verdaderos h¨¦roes", secunda el edil.
En el cuartel de los bomberos, los voluntarios Ricardo y Micael?juegan?a las cartas con otros colegas como pasatiempo a la espera de que surja alguna emergencia. Todo est¨¢ calmado, pero adivinan, como los dem¨¢s paisanos, un verano complicado. ¡°Arder¨¢ lo que no ardi¨® en 2017 porque el campo no est¨¢ limpio y no hay recursos¡±, insisten los oficiales. Despu¨¦s del mayor incendio de la historia reciente del pa¨ªs, la ¨²nica ayuda oficial que han recibido los bomberos de Pedr¨®g?o es el 85% de la propiedad de un cami¨®n de bomberos que ni siquiera est¨¢ provisto de dep¨®sito de agua. Ah¨ª est¨¢ ¡ªincapacitado¡ª junto a los dem¨¢s veh¨ªculos rojos a la espera de una urgencia. Y el verano acaba de comenzar.??
Europa Ciudadana: Las cenizas a¨²n queman en PortugalDespu¨¦s de los incendios de 2017, la Euroc¨¢mara aprob¨® el desembolso de 50,6 millones de euros del Fondo de Solidaridad para el pa¨ªs luso. Los vecinos de la zona cero no han visto ninguna ayuda hasta el momento. Env¨ªa tus preguntas a nuestras redactoras de El Pa¨ªs Internacional Bel¨¦n Dom¨ªnguez y Laura Delle Femmine http://cort.as/-7VSn
Gepostet von El Pa¨ªs am Montag, 25. Juni 2018