?Fin de r¨¦gimen en M¨¦xico?
El cambio que promete L¨®pez Obrador viene con un precio: el riesgo de la reconstrucci¨®n del presidencialismo sin contrapesos
La casi segura victoria de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador (AMLO) en las elecciones presidenciales en M¨¦xico ha conducido a un incipiente debate sobre el significado y la importancia hist¨®rica que tendr¨ªa tal acontecimiento. ?Se trata del fin del r¨¦gimen electoral-competitivo neoliberal?. ?Veremos solamente un momento de inclusi¨®n democr¨¢tica de sectores sociales hasta ahora marginados?. O peor a¨²n: ?se reconstruir¨¢ el presidencialismo absoluto?.
La victoria de L¨®pez Obrador significar¨¢ que el polo nacionalista y una izquierda muy desdibujada por fin lograr¨¢n imponerse a la alianza neoliberal -hoy dividida entre un PRI decadente y un PAN fracturado-, despu¨¦s de 30 a?os de derrotas. Pero la crisis org¨¢nica del polo neoliberal no significar¨¢ la reversi¨®n de su proyecto, pues su propia implementaci¨®n cambi¨® radicalmente la estructura econ¨®mica y social del pa¨ªs. El peso econ¨®mico del Estado es ahora mucho menor, y la viabilidad del capitalismo depende en gran medida del complejo automotriz y de la exportaci¨®n de bienes industriales y agropecuarios. La urbanizaci¨®n se ha profundizado y se ha producido una gran penetraci¨®n del capitalismo en el mundo rural a escala nacional. Han surgido una nueva clase obrera, nuevos sectores de las clases medias y nuevas formas de la precariedad, en un contexto de creciente desigualdad. Los j¨®venes se han vuelto las v¨ªctimas principales de la descomposici¨®n del viejo orden social y del crecimiento incontrolado del crimen. El pa¨ªs es otro, y no hay vuelta atr¨¢s posible en la integraci¨®n de mercados. Eso s¨ª, hay mucho que hacer para fortalecer al Estado en t¨¦rminos institucionales, pero eso no parece ser una prioridad de AMLO.
L¨®pez Obrador construy¨®, para ganar las elecciones, una plataforma pol¨ªtica abigarrada que no tiene coherencia program¨¢tica ni puntos en com¨²n reales
La gran paradoja de la presente coyuntura hist¨®rica es que el hast¨ªo generalizado con la violencia y el desorden propiciados por una democracia disfuncional y excluyente y por un capitalismo salvaje se ha traducido en la expectativa de que L¨®pez Obrador sea el l¨ªder providencial que ponga orden y construya un m¨ªnimo est¨¢ndar de justicia, justo en un momento hist¨®rico en el que el Estado no tiene la centralidad econ¨®mica y pol¨ªtica del pasado. El futuro gobierno carecer¨¢ de espacio fiscal para cumplir plenamente sus promesas de subsidios a los sectores vulnerables y al mismo tiempo impulsar la inversi¨®n p¨²blica. La crisis estructural que padece la industria petrolera implica que en el pr¨®ximo sexenio Pemex generar¨¢ d¨¦ficits y no ingresos frescos. Adem¨¢s, el complejo entramado legal que han creado los tratados de libre comercio, as¨ª como la integraci¨®n de facto de buena parte de la econom¨ªa mexicana a la de Estados Unidos impiden la restauraci¨®n de un modelo de desarrollo hacia adentro.
Sin reconocer estos l¨ªmites, L¨®pez Obrador construy¨®, para ganar las elecciones, una plataforma pol¨ªtica abigarrada que no tiene coherencia program¨¢tica ni puntos en com¨²n reales, excepto la figura del l¨ªder. El n¨²cleo original de Morena, un partido nacido de desprendimientos del PRD y del Partido del Trabajo, ha sido completamente rebasado por la necesidad de convertir en tres a?os a un partido casi de secta en uno con presencia territorial nacional. Los candidatos de Morena (improvisados en gran medida) a gobernadores, senadores y diputados tienen en su mayor¨ªa pocas capacidades pol¨ªticas y t¨¦cnicas (con excepciones notables) y muchos cargan con impresentables pasados pol¨ªticos en el PRI y el PAN.
Curiosamente, este mismo abigarramiento de la clase pol¨ªtica emergente, que s¨®lo en parte es nueva, facilitar¨¢ la centralizaci¨®n del mando en el l¨ªder-presidente. Morena, que ha sido el partido personal de AMLO, se tornar¨¢ en partido oficial. Esta situaci¨®n es congruente con su proyecto de reconstruir el presidencialismo propio del viejo r¨¦gimen. Su realizaci¨®n ser¨¢ facilitada por la divisi¨®n del PAN y la ausencia de liderazgo leg¨ªtimo en el PRI. La probabilidad de que surja una democracia delegativa, es decir, una democracia que concentra todo el poder en la presidencia, es alt¨ªsima.
Por tanto, no veremos el fin de un r¨¦gimen pol¨ªtico, sino un cambio de grupo en el poder, una rotaci¨®n, si se quiere radical, de elites pol¨ªticas. Gramsci le llamaba a este fen¨®meno ¡°transformismo¡±, una especie de reciclamiento de las ¨¦lites bajo el mando de un nuevo grupo. El r¨¦gimen volver¨ªa a su forma pol¨ªtica original: el presidencialismo todopoderoso, pero no a su proyecto, pues el nacionalismo hist¨®rico ya no tiene viabilidad.
De cualquier manera, esta rotaci¨®n ser¨¢ saludable para la vida pol¨ªtica, dada la descomposici¨®n moral de la clase pol¨ªtica neoliberal. Pero el cambio viene con un precio: el riesgo de la reconstrucci¨®n del presidencialismo sin contrapesos, que implicar¨ªa una nueva p¨¦rdida de oportunidad de construir un Estado democr¨¢tico de derecho. Si esto sucede, no tendremos un nuevo r¨¦gimen, sino tal vez la ¨²ltima versi¨®n del antiguo.
Alberto J. Olvera es investigador del Instituto de Investigaciones Hist¨®rico-Sociales de la Universidad Veracruzana
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