Lugares comunes (Saransk, Mordovia)
?Ser¨¢ capaz este pa¨ªs de superar la fantas¨ªa de que el voto por el uribismo no es ¡°voto inteligente¡± ni es ¡°voto informado¡± ni es ¡°voto de opini¨®n¡±?
En los televisores planos de ahora se les ven los poros incluso a los pol¨ªticos. Petro, que ha perdido las elecciones sin lugar a dudas, pero contra viento y marea acaba de conseguir que ocho millones de colombianos voten por ¨¦l ¨C?ocho!¨C, sube a la ¨²ltima tarima de su campa?a a dar su particular interpretaci¨®n de los hechos en vivo y en directo: anuncia que volver¨¢ al Senado de la Rep¨²blica a liderar una oposici¨®n como una resistencia que vigile que no vuelva la guerra, que no se pacte el Gobierno por debajo de la mesa con los mismos tah¨²res de siempre, que no siga la barbarie contra nuestra tierra, que no se pongan en duda los derechos de la mitad del pa¨ªs, que no se eche para atr¨¢s el plan de un metro subterr¨¢neo para Bogot¨¢, ay, el metro aquel que no es s¨®lo un sistema de transporte que no existe, sino un estado del alma.
Se ve altivo, l¨²cido, cansado, porque en estas pantallas nuevas todo se ve demasiado cerca. Se sabe qu¨¦ est¨¢ pensando, adem¨¢s, porque lo ha estado pensando en voz alta en las redes sociales desde la ma?ana. No es un misterio, porque cada vez hay menos misterios y menos silencios y menos secretos en el mundo, pero al menos su mon¨®logo es nuevo y es parecido a una Colombia que alguna vez no cupo.
Digo ¡°al menos¡± porque luego, cuando Petro ha terminado de reconocer la realidad, sale al escenario de los ganadores el presidente electo Duque. Y su discurso es una suma de lugares comunes, ¡°Dios¡±, ¡°la m¨¢s alta votaci¨®n de la historia¡±, ¡°la uni¨®n de los colombianos¡±, ¡°la justicia¡±, ¡°la paz¡±, que los ten¨ªa que pronunciar porque estamos al aire en la televisi¨®n abierta, pero es una suma de lugares comunes que agrandan los enigmas que han recorrido esta campa?a desde el principio: ?qui¨¦n es este exsenador uribista de 42 a?os, el h¨¢bil Duque, que a fuerza de mantener su propio tono ha logrado ganar las elecciones rodeado por el establecimiento en pleno en un pa¨ªs hastiado de su establecimiento en pleno?, ?por qu¨¦ no reconoce a su contendor en su discurso?, ?ser¨¢ capaz de seguirles el paso a tantas culturas recobradas este hombre de mi generaci¨®n?
Corte a: el expresidente Uribe con los ojos llorosos, en su finca, como un padre orgulloso que ha dejado claro que sigue siendo el padre, como una conciencia nefasta pendiente de que nadie se meta con el pasado, como un pol¨ªtico nost¨¢lgico en el borde del retiro que empez¨® a ganar estas elecciones en 2016 ¨Ccatorce a?os despu¨¦s de su primera presidencia¨C desde el doloroso fracaso del plebiscito sobre los acuerdos de paz.
Est¨¢ claro, en su discurso televisado, que Duque habla la lengua de diez millones de colombianos, ni m¨¢s ni menos, pero que sus palabras no est¨¢n llegando a los o¨ªdos de estos ocho millones que ya no van a quedarse mudos: ?cumplir¨¢ la promesa fundamental de unir a estos pueblos tan diferentes que han tenido en com¨²n la religi¨®n, la reivindicaci¨®n pendiente y la violencia?, ?conseguir¨¢ ser el presidente de un pa¨ªs diverso que ya no les cree las frases c¨¦lebres a los partidos pol¨ªticos ni a las jerarqu¨ªas ni a los apellidos del siglo XX?, ?acudir¨¢ a la imagen manida e insuficiente de la selecci¨®n colombiana de f¨²tbol, en la ciudad de Saransk, en la Rep¨²blica de Mordovia, en Rusia, rompi¨¦ndose el alma en su partido contra la selecci¨®n japonesa?, ?sobrevivir¨¢ su moderada puesta en escena del uribismo a estos televisores digitales que no se pierden ni una sola mancha?
Y, mientras va pasando todo aquello, mientras el beneficio de la duda se va llenando de noticias de ¨²ltima hora, ?ser¨¢ capaz este pa¨ªs que va desde el centro hasta la izquierda ¨Cel m¨ªo¨C de superar la fantas¨ªa de que el voto por el uribismo no es ¡°voto inteligente¡± ni es ¡°voto informado¡± ni es ¡°voto de opini¨®n¡±?
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