La Am¨¦rica, la antigua finca de paramilitares que se disputan campesinos y ganaderos en el noreste de Colombia
Los agricultores cuentan con el apoyo del Gobierno de Petro, que atribuye un fuerte valor simb¨®lico a este predio. Los antiguos due?os tienen el respaldo del alcalde local y esperan recuperar la hacienda en los tribunales
Una poderosa familia de ganaderos del noreste de Colombia, los Rodr¨ªguez, fue obligada hace unas semanas a irse de La Am¨¦rica. Entregaron al Gobierno de Gustavo Petro y a unos 600 campesinos esta finca de casi 1.500 hect¨¢reas, antiguamente un s¨ªmbolo del poder¨ªo paramilitar en el departamento del Cesar. Ahora, ya casi no quedan vacas y la mayor parte de la tierra se ve desnuda, inh¨®spita. Ni siquiera hay surtidores de agua para regar el pasto; los trabajadores de los Rodr¨ªguez se los llevaron o los rompieron. La actividad se concentra en un conjunto de ranchos improvisados alrededor de la casona principal, donde cuelga una bandera del Coordinador Nacional Agrario, la organizaci¨®n que lidera el proceso. All¨ª, entre ollas comunales y huertas, un centenar de campesinos comienza a construir el futuro de La Am¨¦rica: planean convertirla en una tierra de yucas, pl¨¢tanos, naranjos y sand¨ªas.
El predio tiene un fuerte valor simb¨®lico para el Gobierno nacional porque el jefe de la familia que lo usufructuaba, Hugues Rodr¨ªguez o Comandante Barbie, est¨¢ condenado por promover el paramilitarismo. Para el Ejecutivo, la hacienda es un caso contundente de un gran patr¨®n criminal en investigaci¨®n: sospecha que al menos 100.000 hect¨¢reas de tierras que fueron de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) no fueron entregadas a sus v¨ªctimas tras la desmovilizaci¨®n del grupo a comienzos de siglo, sino que se usaron subterfugios legales para mantenerlas en manos de sus antiguos integrantes o de sus aliados. La Am¨¦rica estaba bajo el control de Rodr¨ªguez pese a que un tribunal se la otorg¨® en 2023 al Fondo para la Reparaci¨®n de las V¨ªctimas.
Jorge Regalado, un l¨ªder campesino de 38 a?os, explica en la entrada de la casona principal que la idea es distribuir la finca entre 140 familias de ocho asociaciones de la zona. Ser¨¢ similar a otros proyectos que maneja la Comisi¨®n por la Vida Digna y los Territorios en el sur del Cesar: tendr¨¢ una titulaci¨®n colectiva y cada beneficiario recibir¨¢ unas 10 hect¨¢reas para sus propios cultivos. De momento, Regalado y otros l¨ªderes de predios cercanos eval¨²an a unos 250 candidatos que se turnan para custodiar La Am¨¦rica y preparar un cultivo comunitario para los meses de transici¨®n. Los aspirantes deben demostrar que necesitan la tierra, que no ser¨¢n un problema para los dem¨¢s y que est¨¢n comprometidos con el proyecto ¡ªno pueden, por ejemplo, ausentarse por largos periodos o pagarle a otros para que cumplan sus turnos¡ª.
La gran diferencia frente a otros casos es que esta vez el Ejecutivo est¨¢ del lado de los campesinos. Las asociaciones ingresaron el 22 de noviembre con la Agencia Nacional de Tierras (ANT), que compr¨® la finca al Fondo de V¨ªctimas y se encuentra en proceso de formalizar la titulaci¨®n. ¡°Las familias vienen m¨¢s confiadas porque el Gobierno tiene los ojos puestos [ante una posible reacci¨®n de los ganaderos]¡±, se?ala Regalado. Seg¨²n ¨¦l, fue ¡°m¨¢s duro¡± el caso de La Oficina, una finca colindante y que ocuparon en 2021, durante la Administraci¨®n del conservador Iv¨¢n Duque. ¡°Entonces, tomamos la decisi¨®n de entrar ¡®arbitrariamente¡¯, como dicen [quienes se oponen]. Nos metieron a la polic¨ªa, hubo desalojos y nos mataron a algunos. Fue bravo¡±, explica.
El proceso en La Am¨¦rica, sin embargo, no est¨¢ exento de obst¨¢culos. Los campesinos denuncian que recibieron amenazas y que en los primeros d¨ªas vieron grupos de encapuchados en las inmediaciones. Los Rodr¨ªguez han interpuesto una demanda para recuperar el control del predio y el alcalde de Chimichagua, Jos¨¦ David Rocha, enfatiza que la propiedad aparece en los papeles a nombre de la familia ganadera. La incertidumbre est¨¢ latente entre los campesinos, pese a que la ANT asegura que una sentencia favorable para Los Rodr¨ªguez implicar¨¢ una compensaci¨®n econ¨®mica y no la entrega del predio. ¡°El temor es que haya un fallo, ganen ellos y nos toque desalojar¡±, dice Sandra Herrera, integrante de la guardia campesina que vigila la finca.
El deseo de tener naranjos
Los alrededores de la casona principal est¨¢n repletos de movimiento a mediados de diciembre. Oscar G¨®mez y Emery Chamorro montan los cimientos de un nuevo rancho. ¡°Mucha gente del pueblo nos dice que qu¨¦ hacemos metidos, que estamos locos. Pero confiamos en Dios y en que esto nos d¨¦ un pedacito de tierra¡±, comentan. Despu¨¦s, mientras anochece, los m¨¢s j¨®venes juegan un partido de f¨²tbol en una cancha improvisada. Mar¨ªa Isabel Acosta, a unos metros, resume por qu¨¦ est¨¢n todos ah¨ª: ¡°Cultivamos en tierra ajena, de vecinos que nos prestan. Pero no puedes hacer los cultivos que quieras, solo pl¨¢tano, yuca, ma¨ªz. Nada de palo de ra¨ªces¡±. Ella y sus compa?eros quieren tener cultivos de largo plazo, como los naranjos.
V¨ªctor Torres es uno de los que viene a apoyar desde La Oficina, que lleva tres a?os en manos de los campesinos. Cuenta que ¨¦l era trabajador de esa finca y que sus labores consist¨ªan en tumbar ¨¢rboles y adecuar la tierra para que pastaran las vacas. No ten¨ªa un sueldo y su ¨²nica retribuci¨®n era el uso de una parcela donde sembrar. ¡°Viv¨ªamos en el pueblo y no quer¨ªan que nos asent¨¢ramos en la finca. Quemaban los ranchos cada tanto y solo nos dejaban sembrar cosas r¨¢pidas, como yuca y ma¨ªz. Ni siquiera pl¨¢tano porque es m¨¢s estable y genera posesi¨®n¡±, relata mientras descansa en una hamaca. Ahora, como asociado, tiene una parcela de 10 hect¨¢reas en la que incluso siembra melones y aspira a criar pescados y marranos.
El campesino, de 31 a?os, no oculta su enojo con la desigualdad de una zona hist¨®ricamente repleta de enormes fincas y campesinos sin tierra. Recuerda que sus antiguos patrones una vez le avisaron con apenas unas horas de antelaci¨®n que deb¨ªa cercar su parcela porque traer¨ªan ganado. No alcanz¨® a comprar un alambre para hacerlo y, a la ma?ana siguiente, vio que los animales se hab¨ªan comido sus cultivos de ma¨ªz de varias semanas. ¡°Como no era nuestra tierra, no pod¨ªamos hacer nada¡±, afirma. M¨¢s tarde, desde una moto se?ala un enorme predio ganadero en la v¨ªa al pueblo de Chimichagua. ¡°En tres hect¨¢reas cultivadas consigo m¨¢s comida que ellos en 1.300. Teniendo toda esta tierra, tienen que ir a comprar yuca al pueblo¡±.
Narelcy Ramos, de 48 a?os, es la que m¨¢s se apasiona con la identidad campesina y con haber rebautizado a la finca como Nuestra Am¨¦rica, en referencia al ensayo del independentista cubano Jos¨¦ Mart¨ª. ¡°La idea es cuidar la tierra, no contaminarla como hace la ganader¨ªa intensiva. No permitimos palma¡±, enuncia. Para ella, el objetivo debe ser ¡°una vida digna¡±, y no las ambiciones de riqueza. ¡°Si tengo inmensidad, como 80 o 100 vacas, ya no ser¨ªa campesina, sino ganadera¡±, a?ade. Es amable, pero deja en claro que puede ser muy severa en imponer disciplina a los candidatos a recibir parcelas: ¡°Estamos visualizando, analizando, mirando. Si alguien se aburre y quiere vender, es que no tiene vocaci¨®n, aunque diga ser campesino. Es expulsado¡±.
La tensi¨®n entre pol¨ªticos
A unos 25 kil¨®metros de La Am¨¦rica est¨¢ la Alcald¨ªa de Chimichagua. All¨ª, un martes al mediod¨ªa, una decena de habitantes espera su turno para hablar con el alcalde Rocha, que acaba de llegar a su despacho. Una campesina cuenta que viene a pedirle ayuda con unos arreglos para su casa. Al preguntarle sobre La Am¨¦rica, relata: ¡°Era de un se?or con mucha plata. Cuando muri¨® [baja la voz]... la compraron los paracos¡±. Agrega que su sobrino estuvo ah¨ª unas semanas, hace poco, pero luego ¡°le metieron miedo de que se iban a meter los paracos de nuevo¡± y se sali¨®. ¡°Ayer lo llam¨¦ porque escuch¨¦ en la radio que ya se est¨¢ arreglando el problema, pero me dijo que no quiere volver¡±, apunta.
Minutos despu¨¦s, en su despacho, el alcalde comenta que desconoce la compra de La Am¨¦rica de parte de la ANT. ¡°No soy juez ni fiscal, pero soy pragm¨¢tico y creo en lo que veo¡±, se?ala en referencia a los documentos oficiales de la Superintendencia de Notariado que tiene en su escritorio y que muestran a Inversiones Rodr¨ªguez Fuentes, de los Rodr¨ªguez, como la propietaria. ¡°Me ata?o a lo que dice la ley: usted es due?o de algo cuando est¨¢ registrado. S¨¦ lo que viene a futuro y me estoy evitando un problema. Cuando un juez me diga que desaloje a los campesinos, voy a llamar a la ANT para que lo hagan ellos. Yo jam¨¢s levantar¨¦ mi mano contra un campesino enga?ado¡±, agrega.
La tensi¨®n es evidente. El director de la ANT, Felipe Harman, desestim¨® en una rueda de prensa a principios de diciembre el argumento de que la propiedad a¨²n aparezca registrada a nombre de la empresa ganadera. Respondi¨® que la ANT ya la compr¨®, que tiene derechos de manera provisional y que formalizar el cambio de due?o es solo un asunto burocr¨¢tico que se resolver¨¢ pronto. ¡°La Am¨¦rica es una de las compras m¨¢s seguras de la ANT, no es una entrega simb¨®lica¡±, remarc¨®. Asimismo, acus¨® a Rocha de haber obstaculizado el desalojo de los Rodr¨ªguez y de ser parte de una ¨¦lite local que blinda los intereses de los ganaderos. ¡°Tocar a La Am¨¦rica fue tocar a una parte integral del Cesar¡±, dijo.
Rocha afirma que Harman es ¡°un loco¡± que utiliza el asunto como ¡°discurso¡± y niega que Rodr¨ªguez haya sido paramilitar ¡ªfue condenado por haber promovido a las AUC¡ª. Tambi¨¦n asegura que no es v¨ªctima de presiones de antiguos paramilitares y que no tiene afinidades con ellos. ¡°Estoy apoyando a los campesinos con maquinaria [para adaptar la tierra a los nuevos cultivos]. No les he vulnerado ning¨²n derecho, no he desalojado a nadie¡±, comenta. Enfatiza, adem¨¢s, que est¨¢ amenazado por grupos ilegales. Para ilustrarlo, saca una pistola de su cintur¨®n y la deja sobre su escritorio durante el resto de la entrevista. ¡°Ando todo el tiempo as¨ª¡±, dice. Consultado por la distribuci¨®n inequitativa de la tierra en el municipio, responde que ¡°la desigualdad es inherente a todo ser vivo¡±.
La incertidumbre
Los intentos de promover una reforma agraria en Colombia, como los de los gobiernos de Alfonso L¨®pez Pumarejo (1934-1938) y Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), muestran que el gran desaf¨ªo es la sostenibilidad a largo plazo. Los avances fueron contrarrestados por m¨¢s despojos o por la venta de tierras de campesinos a grandes propietarios: la falta de inversi¨®n y de bienes p¨²blicos adecuados, como v¨ªas o regad¨ªos, hizo que los predios fueran poco rentables y que sus due?os quedaran endeudados. Por ello, entre los l¨ªderes campesinos hay preocupaci¨®n de que esa historia se repita. Jhon Prieto, uno de los que encabeza el trabajo colectivo en La Oficina, pide m¨¢s recursos, maquinaria, fertilizantes, sistemas de riego y asesoramiento t¨¦cnico. ¡°Le dijimos a Felipe [Harman]: ¡®Si la inversi¨®n no es inmediata, la reforma agraria no va a ser eficaz¡¯. Las voluntades existen, pero es un Gobierno muy joven¡±, comenta.
Para Prieto, que vive provisoriamente en la casona principal de La Am¨¦rica porque su esposa est¨¢ embarazada, son preocupantes las narrativas de que la ganader¨ªa es m¨¢s rentable que la agricultura. Por eso, busca atraer a m¨¢s j¨®venes que hagan sostenibles las fincas agr¨ªcolas. Se?ala, adem¨¢s, que deben gran parte de los avances al Ejecutivo nacional, que no pueden contar con los pol¨ªticos locales y que deben prepararse ante un cambio de Gobierno en 2026. Por ello, cuenta, fortalecer¨¢n la guardia campesina y solo repartir¨¢n las parcelas cuando haya una titulaci¨®n definitiva. La gran pregunta, mientras tanto, es c¨®mo asegurarse de elegir bien a quienes se queden en La Am¨¦rica: dice que pueden infiltrarse personas que ¡°venden vicio¡± y producirles un estigma a todos.
Pero, por ahora, hay lugar para el optimismo. Los campesinos est¨¢n contentos de que la tensi¨®n amainara en los ¨²ltimos d¨ªas y perciben menos riesgos. Saben que los Rodr¨ªguez no pueden enfocarse solo en La Am¨¦rica ¡ªtienen otras fincas en la mira de la ANT¡ª. Creen, adem¨¢s, que han tenido ¨¦xito en mostrar su fuerza a los ganaderos: organizaron, antes de que se fueran los Rodr¨ªguez, todo tipo de jornadas a las que invitaron a centenares de campesinos. Disfrutan, sobre todo, de recordar c¨®mo a principios de mes pasaron noches enteras con m¨²sica campesina a todo volumen, como forma de vengarse de un familiar de Hughes Rodr¨ªguez que todav¨ªa habitaba la casona principal. ¡°Me hacen un da?o psicol¨®gico¡±, cuentan que ¨¦l les dec¨ªa.
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