¡°El pr¨®ximo presidente tiene la responsabilidad hist¨®rica de construir un nuevo pacto social¡±
El economista mexicano aboga por la universalizaci¨®n de la seguridad social en el pa¨ªs norteamericano y por una nueva reforma fiscal que incremente la recaudaci¨®n p¨²blica
Roberto V¨¦lez (Puebla, 1976) recibe a EL PA?S d¨ªas despu¨¦s de presentar uno de los informes m¨¢s completos ¡ªy demoledores¡ª sobre movilidad social y desigualdad de oportunidades en M¨¦xico: nacer pobre en el pa¨ªs norteamericano es sin¨®nimo de morir pobre en el 70% de los casos. ¡°Esto tiene que cambiar¡±, dice, mientras bebe a sorbos de una taza de caf¨¦, a modo de desayuno tard¨ªo. Como director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), una suerte de de think tank que se ha convertido en referente en asuntos de econom¨ªa social, traza una agenda ambiciosa para el Gobierno mexicano que salga de las urnas el pr¨®ximo 1 de julio: una reforma fiscal que incremente la recaudaci¨®n y reduzca la informalidad, un sistema de seguridad social universal, una educaci¨®n que de verdad iguale las oportunidades de los alumnos, un mercado laboral flexible pero seguro y un sistema financiero que llegue a los sectores que no tienen acceso al cr¨¦dito.
Pregunta. ?Qu¨¦ hace falta para lograr una igualdad de oportunidades real en M¨¦xico?
Respuesta. Hay, sobre todo, dos l¨ªneas de acci¨®n: la educaci¨®n y la seguridad social. En el primero hay que eliminar el embudo existente en la educaci¨®n media superior mejorando la calidad desde antes de los tres a?os, porque las condiciones de origen pesan mucho en t¨¦rminos nutricionales y de salud. As¨ª tendr¨ªamos un pa¨ªs m¨¢s preparado para competir internacionalmente. El otro tema es de protecci¨®n social: el origen importa, pero las desigualdades se acumulan a lo largo de todo el ciclo de vida. Quien es excluido, entra al mercado laboral por la v¨ªa informal: sin seguridad social ni pensiones, y muy dif¨ªcilmente cruzar¨¢ la l¨ªnea de la formalidad. El problema es que en M¨¦xico la seguridad social est¨¢ atada al puesto de trabajo y no a la persona.
P. ?C¨®mo romper¨ªa ese c¨ªrculo vicioso?
R. Hay que universalizar la seguridad social para que todos los mexicanos tengan acceso a las mismas coberturas. Esto costar¨ªa el 5% del PIB. Pero, para que funcione, el nuevo sistema no debe estar atado a las contribuciones del trabajador, sino que debe ser financiado con impuestos generales.
P. ?Qu¨¦ tributos habr¨ªa que subir?
R. Habr¨ªa que generalizar el IVA [ahora hay exenciones y una tasa cero en un amplio abanico de productos, y la recaudaci¨®n mexicana es una de las m¨¢s bajas de Latinoam¨¦rica] con mecanismos de compensaci¨®n, eso s¨ª, para evitar la regresividad.
P. M¨¦xico sigue siendo el pa¨ªs de la OCDE que menos recauda.
R. Ha habido un esfuerzo importante este sexenio [con la reforma fiscal de 2013 y la recaudaci¨®n ha pasado del 8% del PIB al 14%. Pero seguimos estando por debajo de los pa¨ªses desarrollados, y por ah¨ª pasan las dificultades para financiar estos esfuerzos. Un signo de que tenemos un problema tributario que no hemos logrado resolver es que seguimos utilizando parte del ingreso petrolero -el 2,6% del PIB- para gasto corriente, cuando en realidad deber¨ªamos destinarlo a inversi¨®n.
P. Pero ning¨²n candidato se atreve a anunciar incrementos fiscales.
R. Entiendo por qu¨¦ no lo dicen en campa?a, pero no lo justifico. Hay que plantear un nuevo acuerdo nacional sobre qu¨¦ vamos a hacer como pa¨ªs y pasa, s¨ª o s¨ª, por impuestos m¨¢s altos. Pero a los ciudadanos hay que mandarles el mensaje de que no solo ellos van a pagar m¨¢s impuestos, sino que el resto tambi¨¦n, y de que todos van a recibir algo a cambio. En la sociedad mexicana est¨¢ muy clavada la idea de que el Estado es un ente separado de cada persona. No hay corresponsabilidad y eso es parte importante del problema: mucha gente no asume que el rol del Estado es de ida y vuelta.
P. La pol¨ªtica p¨²blica es una de las grandes ausentes de la campa?a.
R. Tiene mucho que ver con los mecanismos de discusi¨®n en M¨¦xico: la pol¨ªtica p¨²blica no se discute abiertamente porque se le sigue dando a la poblaci¨®n un estatus de menor de edad.
P. ?Qu¨¦ es lo m¨¢s positivo de este periodo preelectoral?
R. Que los tres candidatos en pugna ven a la desigualdad como el principal problema del pa¨ªs. Ya no pueden negar su existencia: el costo pol¨ªtico de mantener todo como hasta ahora es muy alto.
P. Algunos economistas culpan al Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (TLC) de haber contribuido a perpetuar el modelo de contenci¨®n salarial y la desigualdad. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto tiene que ver con el TLC o con nuestras din¨¢micas internas. Lo que s¨ª ha limitado el crecimiento salarial ha sido la no apertura del cap¨ªtulo de libre movilidad de trabajadores en la regi¨®n. Nos quedamos a mitad del proceso: en Europa se abri¨® el mercado de bienes y servicios, pero tambi¨¦n el laboral; en Norteam¨¦rica, no. El tratado comercial no es el problema per se, pero sin una pol¨ªtica p¨²blica que acompa?e a las fuerzas del mercado se acent¨²an las desigualdades. Y eso es lo que ha ocurrido.
P. ?Es el momento del cambio?
R. Es el momento es el ideal para construir un pa¨ªs distinto, antes de que la sociedad siga envejeciendo. Viendo la pir¨¢mide poblacional te das cuenta de que estamos en el momento perfecto de madurez. La clave es compatibilizar los objetivos individuales y los colectivos.
P. Esa compatibilizaci¨®n de ambos anhelos pasa por la construcci¨®n de un gran acuerdo social.
R. S¨ª. El candidato que llegue a la presidencia tendr¨¢ la responsabilidad hist¨®rica de construir un nuevo pacto social en M¨¦xico. Ser¨¢ el mayor reto del sexenio: si lo logra, pasar¨¢ a la historia; si no lo hace, ser¨¢ un presidente m¨¢s. No es f¨¢cil, porque tendr¨¢ que tener la habilidad suficiente para convencer a los poderes econ¨®micos y pol¨ªticos regionales, y de sumar a la poblaci¨®n al proyecto. Pero el pa¨ªs lo requiere: las desigualdades, de todo tipo, se ha convertido en la mayor preocupaci¨®n de los mexicanos. Y tiene que haber una respuesta pol¨ªtica.
P. ?Ser¨ªa el primer contrato social real de la historia de M¨¦xico?
R. En el pasado hubo ciertos entendidos o sobreentendidos. A partir de la Revoluci¨®n se estableci¨® algo parecido a un contrato, pero en un mercado pol¨ªtico no competitivo como aquel la poblaci¨®n no participaba de las decisiones. Ahora es m¨¢s complicado y m¨¢s caro, pero tenemos potencial humano para construirlo. Lo que pedir¨ªa, al menos, es que este nuevo contrato que firmemos tenga una participaci¨®n representativa de la poblaci¨®n. Que no pensemos que podemos seguir tomando decisiones por los dem¨¢s, a espaldas de muchos. M¨¦xico, como otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, sigue en un sistema de b¨²squeda de rentas y no de generaci¨®n de valor agregado. Ese es el peor equilibrio en el que podemos estar, porque el pastel cada vez es m¨¢s peque?o. Estamos a tiempo de salirnos a trav¨¦s de este contrato social.
P. ?Es el pr¨®ximo sexenio la ¨²ltima oportunidad para resolver este problema?
R. Cada vez resultar¨¢ m¨¢s complicado. En M¨¦xico siempre hablamos de las oportunidades perdidas, porque ya llevamos varias. Siempre habr¨¢ otras ocasiones, pero cada coyuntura no aprovechada es una oportunidad perdida.
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