La hora de la verdad para Erdogan
El domingo se sabr¨¢ si la mayor¨ªa de los turcos aprueba sus planes de gobernar el pa¨ªs de manera autocr¨¢tica
En medio de esta coyuntura crucial, ha llegado el momento para el que Recep Tayip Erdogan, el aparentemente invencible hombre fuerte de Turqu¨ªa, lleva un a?o prepar¨¢ndose. El domingo 24 de junio, Erdogan tendr¨¢ puestos los cinco sentidos en comprobar si la mayor¨ªa de los votantes aprueba definitivamente sus planes de gobernar el pa¨ªs de manera autocr¨¢tica, gozando de impunidad ante cualquier mecanismo de control y equilibrio.
Si este es el resultado, se cumplir¨¢ lo que los adversarios del actual presidente, dentro y fuera de las fronteras, se temen desde hace tiempo. Turqu¨ªa, que desde 1946 libra una ¨¢spera batalla por el establecimiento de una verdadera democracia y un aut¨¦ntico Estado de derecho, se sumar¨¢ a la familia de las autocracias a imagen y semejanza de los reg¨ªmenes de Asia central, un modelo que se ha ido convirtiendo cada vez m¨¢s en fuente de inspiraci¨®n para Erdogan y su c¨ªrculo pr¨®ximo.
?Ser¨¢ esto lo que suceda? Cualquier conjetura es v¨¢lida y, desde luego, no falta el suspense. Los resultados de los sondeos son imprecisos y contradictorios. Se prev¨¦ que la votaci¨®n se desarrolle bajo un estricto estado de excepci¨®n y con ausencia pr¨¢cticamente total de medios de comunicaci¨®n independientes. Los casi 60 millones de electores (de una poblaci¨®n de 80 millones) est¨¢n peor informados que nunca y, debido al miedo y a la persecuci¨®n, ocultan su verdadera intenci¨®n de voto.
No obstante, en estas elecciones ¡ªa la "superpresidencia" y al Parlamento?, parad¨®jicamente, Erdogan se enfrenta a un aut¨¦ntico desaf¨ªo. El bloque de la oposici¨®n, integrado por cuatro partidos, sigue fragmentado y atrincherado en su pol¨ªtica de identidad (un blanco f¨¢cil para un l¨ªder h¨¢bil como el actual presidente), pero su verdadero adversario ?la econom¨ªa en r¨¢pido declive? se escapa a su control. El segundo desaf¨ªo consiste en que, al parecer, los j¨®venes que acuden a las urnas por primera o segunda vez padecen una profunda "fatiga pol¨ªtica" que afecta a todo el espectro de partidos, y una gran mayor¨ªa declara que no votar¨¢.
En cuanto a los otros dos interrogantes ?si la campa?a del "ya basta" de la oposici¨®n ser¨¢ suficiente, y si la base tradicional de votantes del partido en el Gobierno est¨¢ "cansada" de Erdogan?, las respuestas son m¨¢s que discutibles.
?zer Sencar, un prestigioso especialista en sondeos de Metropoll, ha declarado que los partidos del bloque de la oposici¨®n no conseguir¨¢n arrebatar votos al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), sino que solamente se los restar¨¢n entre ellos. La devota base de votantes del AKP guarda silencio, pero hay motivos para creer que la "lealtad a la causa" que representan la ret¨®rica y las acciones nacionalistas-islamistas de Erdogan, as¨ª como el favoritismo producto de su pol¨ªtica de clientelismo, todav¨ªa no se han agotado. En este aspecto culturalmente decisivo, no hay alternativa al actual presidente. Si ¨¦l y su partido vuelven a ganar, Erdogan habr¨¢ demostrado una vez m¨¢s al mundo este axioma populista.
Hay observadores que opinan que una "doble victoria" definitiva (que Erdogan consiga la presidencia y su partido conserve la mayor¨ªa parlamentaria) supondr¨ªa un profundo cambio de r¨¦gimen en Turqu¨ªa que podr¨ªa tener como consecuencia un "ablandamiento" del presidente, ya que entonces habr¨ªa superado todos los obst¨¢culos nacionales para su gobierno desp¨®tico.
Sin embargo, es posible que todo quede en una quimera m¨¢s. Como ha hecho despu¨¦s de cada una de sus anteriores victorias, Erdogan interpretar¨¢ la ¨²ltima como otra carta blanca para su implacable, centralista y vertical dominio f¨¦rreo, y se dispondr¨¢ a erradicar lo que quede de sus adversarios pol¨ªticos y burocr¨¢ticos. Y lo mismo se puede decir con respecto al exterior. Erdogan no tendr¨¢ problema en proclamar su "legitimidad renovada" por las urnas ante amigos y enemigos.
Aun as¨ª, este panorama no tiene por qu¨¦ ser sin¨®nimo de estabilidad. La judicatura, los medios de comunicaci¨®n y la sociedad civil seguir¨¢n bajo un estricto control, y seguramente continuar¨¢ la purga de los "enemigos del Estado". Aunque, en teor¨ªa, cabe la posibilidad de que tras las elecciones se suavice la pol¨ªtica represiva, quiz¨¢ se mantenga la desestabilizaci¨®n provocada por el fallido golpe de Estado de julio de 2016, y la actual pol¨ªtica de depuraci¨®n se convierta en la norma. Seg¨²n Marc Pierini, exembajador de la Uni¨®n Europea en Turqu¨ªa y en la actualidad analista de Carnegie, el resultado de esta situaci¨®n podr¨ªa ser la perpetuaci¨®n del malestar y las tensiones en la sociedad turca, un ¨¦xodo importante de los intelectuales del pa¨ªs y la fuga de capitales.
?Y qu¨¦ hay de las oportunidades de la oposici¨®n? Est¨¢ claro que la noche del 24 de junio la tensi¨®n ser¨¢ m¨¢xima, y todas las conjeturas son arriesgadas. Esa noche, un mill¨®n de votos puede bastar para decidir el destino de Turqu¨ªa, lo cual ha disparado las alarmas sobre un posible fraude electoral.
Dado el estado de excepci¨®n y el estricto control sobre las instituciones del Estado, como la Junta Electoral Suprema, y sobre los medios de comunicaci¨®n, Erdogan lo tiene todo a su favor.
No obstante, hay algunas incertidumbres. Si el prokurdo Partido Democr¨¢tico de los Pueblos supera el umbral del 10% que le permitir¨ªa entrar en el Parlamento, y si Erdogan no logra imponerse en la primera ronda de las elecciones presidenciales, la oposici¨®n podr¨ªa hacerse con la mayor¨ªa parlamentaria.
Sin embargo, con esto no bastar¨ªa para salvar la democracia en Turqu¨ªa, ya que, aparte de las urnas, apenas se mantiene alguno de los fundamentos del sistema.
Es posible que las fuerzas del pa¨ªs aferradas a la idea de que "si Erdogan gana, brillar¨¢ el sol" se nieguen a reconocer que, con estas elecciones, Turqu¨ªa entra en un nuevo sistema administrativo que, al otorgar amplios poderes al presidente, allana el camino a la posible aceptaci¨®n y ampliaci¨®n, e incluso al abuso del gobierno autoritario debido a la cultura pol¨ªtica paternalista predominante.
Considerando, asimismo, que todos los candidatos de la oposici¨®n reh¨²yen la idea del consenso nacional y la necesidad de una nueva Constituci¨®n (que se ver¨ªa obligada a abordar el enquistado problema kurdo), la mayor¨ªa deseada por Erdogan puede ser reemplazada por una mir¨ªada de choques de voluntades por las obsesiones con la identidad que representan los partidos de la oposici¨®n.
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