Erdogan consuma la deriva desde el pragmatismo a la autocracia
El l¨ªder turco podr¨¢ controlar las riendas del Estado despu¨¦s de 15 a?os en el poder
Parece lo normal ser radical en la juventud y tornarse moderado con la edad. Para Recep Tayyip Erdogan, el l¨ªder que a los 63 a?os ha ganado m¨¢s comicios en la historia de Turqu¨ªa, se trata m¨¢s bien de un viaje de ida y vuelta.
Bien entrado en la treintena era casi un fan¨¢tico seguidor del islamismo nacionalista de Necmettin Erbakan, ef¨ªmero primer ministro que fue depuesto por los generales hace dos d¨¦cadas sin sacar los tanques a la calle. Pero tambi¨¦n era ¡ªy sigue siendo¡ª el mejor tribuno que ha producido la Rep¨²blica fundada en 1923 por Mustaf¨¢ Kemal, Atat¨¹rk.
En mi primer viaje a Turqu¨ªa como reportero le solicit¨¦ una entrevista. Como reci¨¦n elegido alcalde de Estambul no pareci¨® muy interesado en recibir a un medio europeo. Acab¨¦ despachando con un burocr¨¢tico jefe de prensa. Erdogan termin¨® en la c¨¢rcel, despu¨¦s de haber seguido los pasos de su mentor, Erbakan. Todo parec¨ªa acabado cuando un doble terremoto conmocion¨® su pa¨ªs. El primero, estrictamente tel¨²rico, mostr¨® a los turcos en 1999 la incompetencia del Estado. El segundo fue el cataclismo financiero de 2001.
M¨¢s que cumplidos los 40, no dud¨® en concederme la entrevista. En noviembre de 2002 arroll¨® en la primera de las tres elecciones legislativas con las que encaden¨® mayor¨ªas absolutas consecutivas con su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), al que presentaba como equivalente en un pa¨ªs isl¨¢mico a la democracia cristiana alemana.
Ya en la cincuentena, pragm¨¢tico, con un punto de sentido del humor estambulita, y en lo m¨¢s alto de su prestigio en Europa, declaraba cuatro a?os despu¨¦s en Estrasburgo a este corresponsal que no iba a ¡°consentir retrasos en las negociaciones con la UE¡±. El proceso de adhesi¨®n turco sigue renqueando en Bruselas desde hace m¨¢s de un decenio.
Pr¨®ximo a cumplir los sesenta a?os y entronizado en el poder, Erdogan solo aceptaba conceder entrevistas a directores de peri¨®dicos internacionales. Aunque despu¨¦s de afrontar la revuelta juvenil de 2013, y sobre todo tras el fallido golpe del a?o pasado, ha dejado de hacer declaraciones a la prensa extranjera.
La deriva autocr¨¢tica del primer presidente turco elegido en las urnas ha exacerbado la polarizaci¨®n de la sociedad, como reflejan los ajustados y discutidos resultados de un refer¨¦ndum que se ha desarrollado bajo el estado de emergencia, con decenas de miles de detenidos imputados por la intentona golpista, 120.000 funcionarios purgados, y m¨¢s del 95% de los medios de comunicaci¨®n del pa¨ªs girando en la ¨®rbita del Gobierno.
Tendencia al retroceso
La victoria que se atribuye en la consulta no oculta una tendencia al retroceso. Erdogan y sus partidarios deber¨ªan haber sumado ahora m¨¢s del 60% de los sufragios de haberse repetido los resultados de las legislativas de 2015 del AKP a?adidos a los de sus aliados de la extrema derecha.
Quienes hayan podido visitar Turqu¨ªa a lo largo de los tres ¨²ltimos lustros habr¨¢n podido constatar la modernizaci¨®n de sus infraestructuras, la construcci¨®n de hospitales p¨²blicos, el incremento de la renta de los ciudadanos. Un legado que no se puede negar a Erdogan, pese a las sombras de corrupci¨®n sobre su Gobierno. Pero los indicadores econ¨®micos empiezan a enviar se?ales de alerta sobre la viabilidad de un proyecto pol¨ªtico que aspira a prolongarse hasta 2029. La inflaci¨®n (11,3%) ha tocado su techo en una d¨¦cada y el paro juvenil ronda el 20%, en un pa¨ªs en el que la mitad de sus 80 millones de habitantes es menor de 30 a?os.
La involuci¨®n parece casi irreparable en un sistema pol¨ªtico que se encamina hacia el absolutismo, con una cuota de competencias en manos de una sola persona sin precedentes desde Atat¨¹rk, cuyo r¨¦cord de casi dos d¨¦cadas en el poder aspira Erdogan a superar. Previsiblemente lo lograr¨¢. Despu¨¦s de ensamblar una imbatible maquinaria de ¨¦xito en las urnas, pronto contar¨¢ con todas las potestades ejecutivas ¡ªsin control parlamentario y ante un poder judicial debilitado¡ª para perpetuarse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.