C¨®mo fortalece el campo argentino su resiliencia ante los fen¨®menos clim¨¢ticos
El sector agroindustrial representa el 9% de la econom¨ªa del pa¨ªs y cualquier variable tiene gran impacto sobre su crecimiento
Sobre el suelo agrietado, unos pocos brotes de verde entre pastos deste?idos son los ¨²nicos vestigios de un cultivo de soja que poco tiempo atr¨¢s ostent¨® rendimientos r¨¦cord. La peor sequ¨ªa en los ¨²ltimos 50 a?os vivida a comienzos de 2018 deshidrat¨® tambi¨¦n las proyecciones, que auguran una cosecha de unos 36 millones de toneladas, la peor cifra en la ¨²ltima d¨¦cada en Argentina.
Como lo evidencia este campo de la provincia de Buenos Aires, una de las zonas productivas m¨¢s importantes del pa¨ªs, los fen¨®menos clim¨¢ticos golpean con gran intensidad al sector. Y lo que es peor, impactan de manera cada vez m¨¢s frecuente como consecuencia del cambio clim¨¢tico. Tanto, que Argentina no hab¨ªa terminado de lamentar las p¨¦rdidas por inundaciones en 2017, cuando tuvo que enfrentarse al escenario opuesto.
La cara humana de estos avatares clim¨¢ticos son los agricultores familiares m¨¢s vulnerables, cuyo ¨²nico ingreso afronta el riesgo constante de marchitarse bajo el sol, ahogarse bajo el agua o quedar sepultado por un manto de hielo.
Esta situaci¨®n ha llevado al pa¨ªs a trabajar para brindar al campo argentino, que representa el 9% de la econom¨ªa del pa¨ªs, las herramientas que le permitan desarrollar una mayor resistencia a los fen¨®menos clim¨¢ticos. Porque aunque el clima escape de su control, existen numerosas variables que no son ajenas a la acci¨®n humana.
Impacto colectivo
Si bien no se trata de algo nuevo, el riesgo ante los fen¨®menos extremos se ha agudizado al ritmo en que estos han aumentado su crudeza y frecuencia. "El cambio clim¨¢tico global est¨¢ provocando un aumento en la variabilidad de las precipitaciones. Es decir, aunque no hay cambios en la media, se ampl¨ªan los desv¨ªos", analiza Carlos Di Bella, director de Clima y Agua del Instituto Nacional de Tecnolog¨ªa Agropecuaria (INTA).
"Consecuencia de ello, por ejemplo, es que campos que sufrieron la sequ¨ªa en el ¨²ltimo verano, se inundaran en abril, poco despu¨¦s de declararse la emergencia", agrega. As¨ª, incluso aquellos productores que intentaron adaptarse a la seca cambiando variedades o fechas de siembra, tuvieron problemas para cosechar, sin lograr eludir al clima.
La vasta superficie de Argentina, de casi 3 millones de kil¨®metros cuadrados, ha dado lugar a fen¨®menos constantes. Diego Arias Carballo, economista jefe de Agricultura del Banco Mundial detalla: "En los ¨²ltimos a?os, los productores argentinos sintieron con fuerza la presi¨®n de la naturaleza sobre la producci¨®n y sus ingresos. M¨¢s precisamente, entre 2007 y 2017, se registr¨® un promedio de 27 Declaraciones Nacionales de Emergencias y Desastres Agropecuarios por a?o".
Al igual que los ingresos "en tiempos de vacas gordas" ¡ªcomo aluden los argentinos a las ¨¦pocas de prosperidad econ¨®mica¡ª, las consecuencias de estos desastres se sienten mucho m¨¢s all¨¢ de las tranqueras de los campos. "Los riesgos clim¨¢ticos tienen serias implicaciones para todos los argentinos, ya que la menor producci¨®n tambi¨¦n representa menos recursos para el Estado, mayores necesidades de endeudamiento para los privados y los gobiernos y, en definitiva, menos crecimiento para el pa¨ªs", explica Arias Carballo.
As¨ª, como demuestra el ejemplo m¨¢s reciente de la sequ¨ªa, los efectos del clima se har¨¢n evidentes en las cuentas nacionales, pese a una suba en el precio de los granos. En conjunto, las p¨¦rdidas esperadas rondan los 6.000 millones de d¨®lares, seg¨²n un c¨¢lculo de la Bolsa de Comercio de Rosario, ubicada en otro de los n¨²cleos productivos del pa¨ªs.
El impacto sobre el PIB fue estimado en un recorte de al menos 0,5%, en un a?o que se ha presentado dif¨ªcil para el pa¨ªs. Tras la devaluaci¨®n que sufri¨® el peso en mayo y la subida de tasas de inter¨¦s al 40%, las expectativas de crecimiento han sido revisadas a la baja. Entre otros, el Banco Mundial recort¨® su previsi¨®n desde un 3% a un 1,7%.
Los peligros del clima extremo se ven a¨²n con m¨¢s claridad en retrospectiva. Seg¨²n c¨¢lculos del Sistema de Evaluaci¨®n de P¨¦rdidas por Sequ¨ªas e Inundaciones (Sepsi), creado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachussets (MIT en ingl¨¦s), la falta de lluvias gener¨® p¨¦rdidas en la ¨²ltima d¨¦cada por casi 15.000 millones de d¨®lares en los cultivos de soja. No es una cifra menor, ya que la soja y sus productos representan alrededor del 25% de las exportaciones totales de la Argentina.
Construir resiliencia
En la Argentina, existen alrededor de 250.000 familias que cultivan la tierra o se dedican a la ganader¨ªa, pesca y otras actividades del sector. Estos peque?os productores se encuentran desperdigados principalmente en las regiones del centro, oeste y noreste del pa¨ªs.
Para apoyar a estas familias vulnerables, el gobierno, con apoyo del Banco Mundial, destinar¨¢ 150 millones de d¨®lares para fortalecer la resiliencia de 20.000 agricultores. Los fondos llegar¨¢n a trav¨¦s de un proyecto de gesti¨®n de riesgos en el sector, que busca mejorar la acci¨®n preventiva al clima con una mejora en los sistemas de informaci¨®n, m¨¢s tecnolog¨ªa, y con una estructura de anticipo y respuesta, que incluya, por ejemplo, nuevos esquemas de seguros ante p¨¦rdidas.
En ese sentido se inscribe tambi¨¦n el novedoso Sepsi, un ejemplo de c¨®mo el campo empieza a hacerse de tecnolog¨ªa para proteger sus ingresos y a los que dependen de ellos.
Esteban Otto Thomasz, doctor en Econom¨ªa y director del programa donde fue acu?ada la idea, explica las posibilidades de este mecanismo online y din¨¢mico: "El Sepsi permite hacer diagn¨®sticos de las problem¨¢ticas, como distinguir si son regionales o departamentales, cu¨¢les son las ¨¢reas con mayores p¨¦rdidas absolutas y relativas, o proyectar el nivel de ingreso p¨²blico y privado, entre otros puntos".
Seg¨²n Thomasz, estos y otros c¨¢lculos del sistema, que ya intenta replicarse para ma¨ªz y ganado, pueden servir de base para estimar el impacto fiscal del clima, calcular las transferencias en caso de emergencias, analizar la viabilidad de inversiones en infraestructura, e incluso servir como fuente de informaci¨®n para el dise?o de instrumentos de cobertura.
Las posibilidades de avanzar en el procesamiento de informaci¨®n, como tambi¨¦n demuestra un convenio entre el INTA y Microsoft, agrega Di Bella, "est¨¢ dando lugar a un inter¨¦s creciente desde el sector p¨²blico y privado para avanzar en las coberturas". Eso redundar¨ªa en beneficio del sector, y de los m¨¢s vulnerables.
Ejemplos cercanos
Existen en Am¨¦rica Latina varios ejemplos de pa¨ªses que trabajan activamente para generar resiliencia a nivel nacional y regional ante cat¨¢strofes naturales. Por ejemplo, en febrero pasado, los miembros de la Alianza del Pac¨ªfico ¡ªChile, Colombia, Per¨² y M¨¦xico¡ª consiguieron trasladar parte de su riesgo s¨ªsmico a los mercados a trav¨¦s de un bono catastr¨®fico sin precedentes. El Banco Mundial emiti¨® un "CAT bond" por 1.360 millones de d¨®lares, en lo que que represent¨® la mayor operaci¨®n de cobertura de riesgo soberano, para fortalecer la capacidad de respuesta ante eventuales terremotos.
Otro ejemplo es el Fondo de Cobertura de Riesgos del Caribe, que facilit¨® el a?o pasado 19 millones de d¨®lares a Dominica para paliar los da?os del hurac¨¢n Mar¨ªa, y otros siete millones de d¨®lares a Trinidad y Tobago por inundaciones. Todo ocurri¨® en menos de 14 d¨ªas desde el evento.
Por otra parte, Uruguay desarroll¨® un seguro clim¨¢tico que otrora era solo posible en econom¨ªas desarrolladas. Esto le permiti¨® proteger a la industria energ¨¦tica del pa¨ªs, dependiente de la generaci¨®n hidr¨¢ulica. El seguro es una salvaguarda a la empresa de energ¨ªa nacional (UTE) ante las p¨¦rdidas financieras que se producen cuando escasean las precipitaciones, y se ve obligada a adquirir petr¨®leo en el mercado internacional a altos precios.
En Paraguay, el Gobierno est¨¢ probando una estructura de financiamiento para disminuir una p¨¦rdida anual promedio de 237 millones de d¨®lares debido al clima extremo en el sector agropecuario. Esta estructura, pensada para resguardar un aporte del 30% del sector al PIB, contempla una variedad de instrumentos que abarcan riesgos diversos, seg¨²n la recurrencia y magnitud de los fen¨®menos.
As¨ª, por ejemplo, el riesgo de una sequ¨ªa severa puede transferirse a los mercados, con operaciones de cobertura como los derivados o seguros. Al incluir fen¨®menos antes impensados, la prueba piloto en Paraguay representa un avance innovador en la gesti¨®n de riesgos.
Luj¨¢n Scarpinelli es consultora de comunicaciones del Banco Mundial.
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