?Qu¨¦ se juega M¨¦xico el 1 de julio?
La combinaci¨®n de hartazgo y esperanza es lo que permite argumentar que el pa¨ªs se juega la posibilidad de una nueva narrativa
Una nueva narrativa.
As¨ª de simple, as¨ª de complejo.
En M¨¦xico nos estamos jugando la posibilidad de una nueva narrativa.
Veamos. Este 1 de julio se celebran las elecciones m¨¢s grandes de la historia del pa¨ªs. Y es obvio que en lo inmediato est¨¢n en juego los miles de puestos a elecci¨®n popular, con la atenci¨®n en la definici¨®n de quien ser¨¢ presidente. Pero me atrevo a sostener que eso no es lo esencial. Al final, ganar¨¢n los que son y hemos visto tanto manoseo ideol¨®gico de tr¨¢nsfugas de ocasi¨®n que ya es dif¨ªcil hacer recaer solo en esas personas el destino simb¨®lico de M¨¦xico. Lo esencial, lo que realmente est¨¢ en juego, es c¨®mo ser¨¢ esa narrativa nacional que emerja de procesos que vienen cocin¨¢ndose de tiempo atr¨¢s y que tendr¨¢n un parteaguas este 1 de julio.
M¨¦xico es un pa¨ªs que, como dec¨ªa bien Javier Lafuente hace unos d¨ªas en estas p¨¢ginas, ya no aguanta. No aguanta la violencia desbordada; no aguanta la desigualdad que tambi¨¦n es asesina; no aguanta el cinismo de la corrupci¨®n y la impunidad totales; no aguanta un sistema de salud reventado e inequitativo (en broma sarc¨¢stica dec¨ªa hace unos d¨ªas un analista que si en todo M¨¦xico se legalizara la interrupci¨®n legal del embarazo, en lo que despu¨¦s del primer diagn¨®stico te dan la segunda cita m¨¦dica para acudir a abortar, tu hijo seguro ya estar¨ªa entrando a primaria); no aguanta la absoluta e insultante inmovilidad social; no aguanta que su bono demogr¨¢fico se lo coman el sicariato criminal y gubernamental. M¨¦xico ya no aguanta.
Y, sin embargo, M¨¦xico se mueve.
La selecci¨®n mexicana de f¨²tbol ha dado la sorpresa en este Mundial no solo porque juega bien, sino porque est¨¢ plantada con orgullo. Nada queda de esos ¡°ratoncitos verdes¡± que regresaban a casa con m¨¢s excusas que glorias tras cada justa mundialista. Cuando Javier Hern¨¢ndez, Chicharito, encara a un periodista deportivo que le reitera que M¨¦xico no est¨¢ hecho para ganar un Mundial, con las palabras ¡°?imagin¨¦monos cosas chingonas!¡±, le est¨¢ dando voz a millones que no quieren sucumbir derrotados. Y M¨¦xico se mueve tambi¨¦n a trav¨¦s de sus organizaciones sociales cada vez m¨¢s plurales y exigentes; a trav¨¦s de una poblaci¨®n con m¨¢s (aunque no mejores) niveles de educaci¨®n y, por tanto, mayores expectativas y menos tolerancia a la frustraci¨®n; a trav¨¦s del emprendimiento de los que se rifan; a trav¨¦s de cierto periodismo cr¨ªtico e implacable que ha sabido exhibir la corrupci¨®n, la injustica y la impunidad; a trav¨¦s de los valientes que enfrentan a malandros del crimen y del Gobierno; a trav¨¦s de una sociedad que a trompicones pareciera estar aprendiendo a convivir consigo misma. A trompicones, eso s¨ª.
La combinaci¨®n de hartazgo y esperanza es lo que permite argumentar que lo que M¨¦xico se juega en estas elecciones no son solo los votos sino la posibilidad de una nueva narrativa que capitalice la fuerza que se palpa y que sea capaz de borrar la falacia de que la corrupci¨®n es cultural y, por ende, insuperable.
?D¨®nde est¨¢n los candidatos presidenciales frente a este reto? Jos¨¦ Antonio Meade nunca lo entendi¨® y su equipo imagin¨® que bastaba hacerlo ¡°ciudadano¡± e independiente del PRI para que a M¨¦xico se le olvidaran los agravios acumulados. Ricardo Anaya apost¨® por su inteligencia sagaz sin entender que M¨¦xico es un pa¨ªs de pasiones, m¨¢s all¨¢ de las razones. El Bronco capitaliz¨® algo de la necesidad de justicia inmediata pero su miope realidad lo alcanz¨® muy r¨¢pido. Y tal vez sea el puntero Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador quien mejor ha intuido la veta melodram¨¢tica de un cambio inevitable, deseado y urgente. Claro que de la intuici¨®n a la construcci¨®n hay un largo camino.
Ya veremos qu¨¦ resultado electoral arroja el 1 de julio. Gane quien gane deber¨¢ estar consciente de la necesidad de construir una nueva narrativa de pa¨ªs. Hace seis a?os, el equipo de Enrique Pe?a Nieto apost¨® por el pragmatismo. Obvio, no fue suficiente. Es m¨¢s, fue casi insultante. Hoy corren otros tiempos. Ojal¨¢ alguien lo entienda.
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