40 a?os de Argentina campeona del Mundial 78: el eco de los goles entre gritos de tortura
¡°Me llevaron a dos partidos. Quer¨ªan ver si alguien me reconoc¨ªa para secuestrarlo¡±, recuerda un superviviente
Hace 40 a?os, los gritos de aliento de la hinchada argentina en el estadio de River Plate retumbaban en el centro del horror de la dictadura, la Escuela Superior de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA). El estadio principal del Mundial de Argentina 1978 estaba a s¨®lo diez calles del espacio donde unas 5.000 personas fueron detenidas, torturadas y desaparecidas entre 1976 y 1983. A¨²n con grilletes en los pies y signos de tormentos en el cuerpo, algunos de los secuestrados recuerdan que se alegraron por los goles y por unos minutos se sumaron a la euforia nacional. Otros aseguran que temieron que la victoria de la selecci¨®n argentina alargase la vida del r¨¦gimen militar. Hay quienes sienten angustia y se entristecen cada vez que se acerca un nuevo Mundial.
La ESMA daba a una de las avenidas principales de Buenos Aires, del Libertador, pero muy pocos sab¨ªan lo que ocurr¨ªa en su interior. Durante el Mundial no cesaron los secuestros ni los interrogatorios bajo tortura, aunque los militares ordenaron instalar dos televisiones para ver los partidos: uno en el comedor del s¨®tano, a metros de las salas en las que comenzaba la destrucci¨®n de los que hab¨ªan sido chupados, y otro arriba, en la zona conocida como pecera. Algunos de los detenidos que realizaban trabajo esclavo fueron autorizados a ver f¨²tbol.
"Grit¨¦ los goles aunque era una contradicci¨®n", admite Ricardo Coquet, quien estuvo secuestrado en la ESMA entre marzo de 1977 y diciembre de 1978. "Ve¨ªamos los partidos en el s¨®tano. Recuerdo el partido contra Per¨², donde hab¨ªa que ganar con muchos goles s¨ª o s¨ª. Ganamos, pero al salir del comedor pasamos de la euforia futbolera a ver a un compa?ero muerto en el pasillo", cuenta Coquet a EL PA?S en la exESMA, reconvertida hoy en Museo de la Memoria.
Los recuerdos de los supervivientes de la dictadura, de los familiares de desaparecidos y de los exiliados son el coraz¨®n de dos muestras simult¨¢neas en Buenos Aires que narran la convivencia macabra de la fiesta y el horror durante la Copa del Mundo de 1978: Tiren papelitos, en el Parque de la Memoria y El Mundial en la ESMA, que cuenta in situ c¨®mo se vivieron esos d¨ªas.
Conscientes de la pasi¨®n de los argentinos por el f¨²tbol, los militares dispusieron operativos fronterizos y en la entrada de los estadios. Dentro de ellos, usaron como cebo a varios detenidos de centros clandestinos. "Me llevaron a un partido en la cancha de V¨¦lez y otro en la de River. Quer¨ªan ver si alguien me conoc¨ªa para secuestrarlo, pero por suerte nadie se me acerc¨®", recuerda Alfredo Anaya, otro de los supervivientes.
Las familias de los desaparecidos no cesaron de buscar a sus hijos y aprovecharon la presencia de periodistas extranjeros en el Mundial para dar a conocer lo que estaba pasando. El d¨ªa del partido inaugural, un enviado especial de la televisi¨®n holandesa cambi¨® el Monumental por la Plaza de Mayo, donde las Madres, como cada jueves, marchaban en ronda para exigir la aparici¨®n de sus desaparecidos. "Queremos saber d¨®nde est¨¢n nuestros hijos, vivos o muertos. Hay miles y miles de hogares sufriendo mucha angustia y desesperaci¨®n. Ya no saben a qui¨¦n recurrir. Les rogamos a ustedes, son nuestra ¨²ltima esperanza, ay¨²dennos", dicen las Madres de Plaza de Mayo en ese desgarrador testimonio visual, que tuvo un enorme impacto fuera de Argentina.
Mientras el resto del pa¨ªs celebraba cada victoria de su Selecci¨®n, las Madres las sufr¨ªan. Tem¨ªan que una victoria fortaleciese a la dictadura e hiciese m¨¢s dif¨ªcil encontrar a sus hijos. "Recuerdo que mi familia estaba en casa, disfrutando del partido. Ellos lloraban de alegr¨ªa, nosotros de tristeza", cuenta la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, en uno de los v¨ªdeos de la muestra del Parque de la Memoria.
Trabajo esclavo por d¨ªas de vida
En la ESMA, un grupo de detenidos era obligado a realizar trabajo esclavo a cambio de ganar d¨ªas de vida. Durante el Mundial, tuvieron que preparar textos y v¨ªdeos de propaganda sobre las bondades de Argentina mientras escuchaban los gritos de torturas de los compa?eros que acababan de secuestrar. Uno de ellos, Ra¨²l Lisandro Cubas, fue enviado a entrevistar al entonces entrenador de la Selecci¨®n, C¨¦sar Luis Menotti, con el objetivo de que le sonsacara alguna declaraci¨®n favorable al r¨¦gimen. En la exposici¨®n puede verse la acreditaci¨®n de prensa falsa con la que entr¨®.
Cubas entr¨® solo a entrevistar a Menotti. "Se me pasaron muchas cosas por la cabeza. No pod¨ªa dejar de pensar: "?Qu¨¦ hago? ?Le cuento que soy un desaparecido? ?Le doy la lista con los nombres de los desaparecidos que estaban conmigo en la ESMA? ?Me creer¨¢? ?C¨®mo reaccionar¨¢?", recuerda en un v¨ªdeo que forma parte de la muestra. No lo hizo. No se sinti¨® seguro. Y volvi¨® al centro del horror.
Nadie reconoci¨® a Cubas en la fotograf¨ªa aparecida en el diario La Naci¨®n que lo muestra junto a verdaderos periodistas. D¨ªas despu¨¦s, en ese inolvidable 25 de junio de 1978, nadie reconoci¨® tampoco a los detenidos-desaparecidos que salieron a las calles. Cuando Argentina venci¨® a Holanda y levant¨® la Copa del Mundo, los torturadores los metieron en autom¨®viles y se sumaron a la marea albiceleste que celebraba el triunfo en los alrededores del Obelisco. Despu¨¦s, los llevaron a cenar. "En la pizzer¨ªa se gritaba 'el que no salte es holand¨¦s' y nosotros all¨ª, p¨¢lidos y angustiados. Si no se daban cuenta de que est¨¢bamos secuestrados, de que se estaba matando a gente, se iban a quedar 40 a?os m¨¢s en el poder", recuerda de ese d¨ªa Miriam Lewin, periodista que pas¨® por varios centros clandestinos de detenci¨®n, entre ellos la ESMA.
40 a?os despu¨¦s, Argentina ha juzgado y condenado a los responsables de esos cr¨ªmenes perpetrados por la dictadura antes, durante y despu¨¦s del Mundial 78. Ning¨²n argentino ignora lo que pas¨®. Tampoco los jugadores de ese equipo campe¨®n. "Cuando en democracia empez¨¢bamos a saber todo, yo personalmente empec¨¦ a sentir verg¨¹enza. Se us¨® una gesta maravillosa, ser campeones del mundo, para seguir secuestrando, torturando y matando gente. Me da verg¨¹enza decir que fui feliz", reconoce Ubaldo El Pato Fillol, portero y uno de los referentes de la selecci¨®n de 1978, en una grabaci¨®n exhibida en el Parque de la Memoria. "Siento mucha pena. Escuchar lo que la gente ha sufrido, escuchar que hubo gente que nos alentaba mientras sufr¨ªa me deja sin palabras", dice el defensor Jorge Olgu¨ªn en el acto de inauguraci¨®n de la muestra en la exESMA. "Lo siento de coraz¨®n", concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.