Jap¨®n ejecuta al ide¨®logo del atentado con gas sar¨ªn en el metro de Tokio en 1995
Shoko Asahara, fundador de la secta Verdad Suprema, hab¨ªa sido condenado a la pena capital en 2004
El fundador y l¨ªder de la secta japonesa Verdad Suprema, Shoko Asahara, condenado a muerte tras ser considerado el cerebro del ataque con gas sar¨ªn en el metro de Tokio en 1995, fue ejecutado este viernes en la horca. La ejecuci¨®n de la sentencia se ha llevado a cabo pr¨¢cticamente quince a?os despu¨¦s de su condena, tras un largo periplo judicial y tras agotarse un ¨²ltimo recurso. Otras seis personas relacionadas con este culto, part¨ªcipes en este u otros atentados, tambi¨¦n han sido ejecutadas, seg¨²n inform¨® el Ministerio de Justicia nip¨®n.
Asahara, cuyo nombre real era Chizuo Matsumoto, planific¨® en los a?os noventa del siglo pasado una cadena de ataques que resultaron en la muerte de 29 personas. El m¨¢s conocido es el del metro de Tokio en marzo de 1995, cuando cinco miembros del grupo entraron en el suburbano de la capital nipona en hora punta y, de forma coordinada, perforaron con sus paraguas varias bolsas con gas sar¨ªn. El ataque provoc¨® la muerte de 13 personas e hiri¨® a m¨¢s de 6.200, algunas de las cuales han tenido secuelas de por vida.
Un a?o antes, en junio de 1994, otros integrantes de la secta liberaron este mismo agente nervioso en una zona de estacionamiento de coches en la ciudad de Matsumoto, en la provincia de Nagano. El veneno, fabricado por la propia organizaci¨®n, mat¨® a ocho personas e hiri¨® a centenares m¨¢s.
Asahara, que entonces era un carism¨¢tico gur¨² seguido por miles de personas en Jap¨®n, fue detenido dos meses despu¨¦s del ataque en Tokio. Tras un primer juicio que se alarg¨® ocho a?os, en 2004 fue declarado culpable de 13 cargos y sentenciado a muerte. El tribunal asegur¨® entonces que ¡°la motivaci¨®n y el prop¨®sito de sus cr¨ªmenes fueron escandalosos y rid¨ªculos a la vez, ya que trat¨® de controlar a Jap¨®n en nombre de la salvaci¨®n¡±, recuerda la agencia Kyodo.
Asahara, que era pr¨¢cticamente ciego desde su infancia, gan¨® adeptos durante una ¨¦poca de pleno boom econ¨®mico en el archipi¨¦lago, en la cual muchos j¨®venes buscaban un refugio espiritual en medio de una creciente cultura basada en el consumo y el ¨¦xito. Con su caracter¨ªstica barba y pelo largo, se presentaba como una suerte de Dios entre sus seguidores, a los que promet¨ªa llevarlos a la salvaci¨®n ante un supuesto apocalipsis. Muchos j¨®venes que le segu¨ªan, entre ellos doctores y cient¨ªficos, cortaron incluso los v¨ªnculos con sus familias, daban su dinero al grupo y viv¨ªan en las instalaciones de la secta, que pas¨® de ser una simple escuela de yoga fundada en 1984 a un grupo perfectamente organizado capaz de llevar a cabo actos terroristas. Otro de los cr¨ªmenes fue el asesinato en 1989 de un abogado que precisamente ayudaba a padres a liberar a sus hijos del yugo de Verdad Suprema. Cinco miembros del grupo, bajo las ¨®rdenes de Asahara, entraron en su casa y lo estrangularon junto a su esposa y su beb¨¦.
Los fiscales concluyeron que Asahara llev¨® a la organizaci¨®n a cometer actos terroristas de esta magnitud por venganza, despu¨¦s de que tratara de entrar en pol¨ªtica y no lograra ning¨²n esca?o en las elecciones legislativas del a?o 1990. El condenado nunca explic¨® si esto era as¨ª: durante el juicio se mantuvo casi siempre imperturbable ante las acusaciones y posterior condena, si bien se declar¨® inocente de los cargos que se le imputaron. Ni siquiera fue capaz de comunicarse o hablar de forma coherente con sus abogados, lo que les llev¨® a alegar que su cliente no estaba mentalmente preparado para enfrentarse a un juicio.
El proceso finalmente se resolvi¨® con 13 miembros de la secta condenados a muerte -siete de los cuales, Asahara incluido, ejecutados este viernes- y otros a cadena perpetua. Los recursos de apelaci¨®n contra los que llevaban casi quince a?os en el corredor de la muerte se sucedieron hasta el pasado enero, cuando el Tribunal Supremo nip¨®n desestim¨® un ¨²ltimo intento de la Defensa de uno de los condenados para eximirle de la pena capital. Durante todos estos a?os esperando su final, Asahara rechaz¨® todas las solicitudes desde fuera de prisi¨®n para reunirse con ¨¦l, incluidas las realizadas por sus familiares. Se lleva a la tumba las causas de uno de los peores episodios de la historia reciente de Jap¨®n.
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