Estados Unidos reabre el caso del brutal asesinato de un adolescente negro en 1955 en Misisipi
Una mujer confiesa medio siglo despu¨¦s que minti¨® ante el jurado que exoner¨® a los dos hombres blancos que lo lincharon
El Departamento de Justicia estadounidense ha reabierto la investigaci¨®n del brutal asesinato de Emmett Till, un chico negro de 14 a?os que fue secuestrado y linchado en 1955 en Misisipi. El rostro completamente desfigurado y el cuerpo mutilado del adolescente expusieron con ferocidad ante el resto del pa¨ªs y el mundo la represi¨®n contra los negros en el sur de Estados Unidos. El asesinato fue un acicate para el nacimiento del movimiento de los derechos civiles, que acab¨® con la segregaci¨®n legal de los afroamericanos. Un jurado de Misisipi, de solo ciudadanos blancos, exoner¨® a los dos asesinos blancos, ya fallecidos. Pero la reciente confesi¨®n de la esposa de uno de ellos de que minti¨® ante el juez ha dado esperanzas de lograr justicia m¨¢s de 60 a?os despu¨¦s.
La Fiscal¨ªa comunic¨® el pasado marzo al Congreso que volv¨ªa a investigar la muerte de Till despu¨¦s de recibir ¡°nueva informaci¨®n¡±, pero el anuncio pas¨® desapercibido hasta que este jueves la agencia Associated Press inform¨® de ello. El Departamento de Justicia no revel¨® cu¨¢l fue el desencadenante, pero todo apunta a que fue la publicaci¨®n el a?o pasado de un nuevo libro sobre el caso. Ya se reabri¨® en 2004, pero volvi¨® a cerrarse tres a?os despu¨¦s por la prescripci¨®n de algunos hechos.
El ensayo del investigador Timothy Tyson inclu¨ªa declaraciones de Carolyn Donham, que en el momento del asesinato era la esposa de uno de los acusados. En una entrevista en 2008, la mujer asegur¨® que ¡°no era cierta¡± la versi¨®n de los hechos que dio ante el juez medio siglo antes. Aunque su testimonio se acab¨® no utilizando, minti¨® cuando afirm¨® que el adolescente la toc¨® y trat¨® de hacer avances sexuales en su comercio en Money, un pueblo en el Misisipi rural. ¡°Nada de lo que hizo ese chico podr¨ªa nunca justificar lo que le ocurri¨®¡±, le dijo al investigador.
Emmett Till viv¨ªa en un barrio de clase trabajadora en Chicago y en el verano de 1955 viaj¨® a Misisipi para visitar a familiares. Su madre le advirti¨® de que deb¨ªa ir con cuidado en el Sur segregado, donde el racismo en el espacio p¨²blico estaba blindado por ley. El 24 de agosto, Till estaba a las afueras de un comercio. Brome¨® que ten¨ªa una novia blanca en Chicago y sus primos y amigos le instaron a hablar con Donham, la dependienta blanca de la tienda. Al salir del local, le dijo un piropo.
Roy Bryant, el marido de la dependienta y propietario del local, entr¨® en c¨®lera cuando se enter¨® de lo sucedido. Cuatro d¨ªas despu¨¦s, se desplaz¨® al amanecer, con su hermanastro, J. W. Milam, a la casa de los familiares del adolescente. Se llevaron a Till en su coche. Condujeron hasta la orilla de un r¨ªo, donde lo obligaron a desnudarse y lo ataron a un pesado y alambrado ventilador para algod¨®n. Lo apalizaron con tal fuerza que le salt¨® un ojo. Le dispararon en la cabeza y lanzaron su cuerpo al r¨ªo junto al ventilador.
El cad¨¢ver, con un aspecto indescriptible, se encontr¨® tres d¨ªas despu¨¦s. La madre del chico, Mamie Bradley, pidi¨® que el cuerpo se trasladara a Chicago. All¨ª se exhibi¨® con un f¨¦retro abierto para que se pudiera ver la cara irreconocible de Till. Y una revista afroamericana tom¨® fotograf¨ªas del cad¨¢ver. Las im¨¢genes esperp¨¦nticas colocaron a EE UU ante el incomod¨ªsimo espejo del racismo y galvanizaron el movimiento de los derechos civiles. Contribuyeron, por ejemplo, a que en diciembre de ese a?o Rosa Parks decidiera sentarse en un asiento solo para blancos en un autob¨²s p¨²blico en el aleda?o Estado de Alabama.
Nada de eso, sin embargo, impidi¨® que los dos asesinos pagaran por su atrocidad. Fueron acusados de asesinato, pero un jurado de Misisipi los exoner¨®. Ambos posaron victoriosos tras la decisi¨®n judicial. A?os despu¨¦s, los dos hombres admitieron en una entrevista el crimen, pero nunca volvieron a ser juzgados con vida. Pero Donham sigue viva, tiene 83 a?os y reside en Carolina del Norte.
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