Caracas, el Metro que funciona gratis porque no hay c¨®mo cobrarlo
La medida ha aumentado la afluencia de pasajeros y tambi¨¦n el caos en el deteriorado transporte de la capital venezolana
Los letreros escritos a mano se repiten taquilla tras taquilla en las estaciones del Metro de Caracas. "Cerrado". La indicaci¨®n no impide el uso del servicio de transporte, pero desde hace unos meses nadie tiene que pagar por usarlo. Los billetes, unos cartoncitos amarillo con una franja marr¨®n, se agotaron y no ha sido posible por parte de la empresa estatal importarlos nuevamente. Adem¨¢s, la escasez de efectivo hace inmanejable pagar una tarifa subsidiada, que se ha mantenido sin aumentos por a?os y que la inflaci¨®n ya se ha devorado totalmente.
Un joven intenta comprar un ticket para evitar hacer la cola que se forma para pasar gratis en un sistema saturado de usuarios. Un viaje son 4 bol¨ªvares -una cantidad irrisoria, ya que un d¨®lar equivale a casi 3,5 millones de bol¨ªvares-, que se pueden pagar con 2 billetes de 2 bol¨ªvares. El encargado de la estaci¨®n le rompe los billetes en su cara y lo hace pasar por la puerta libre.
La situaci¨®n es una muestra de las complicaciones monetarias de la precaria econom¨ªa venezolana y la gesti¨®n del r¨¦gimen de Nicol¨¢s Maduro, que desde hace meses arrastra una hiperinflaci¨®n insoportable. Seg¨²n el FMI, los precios aumentar¨¢n un 1.800.000% en dos a?os. Tambi¨¦n es una muestra de c¨®mo la crisis econ¨®mica y social de Venezuela ha trastocado hasta lo m¨¢s b¨¢sico de las rutinas de los venezolanos.
"La compa?¨ªa no ha vuelto a comprar los rollos de boletos, porque no tiene recursos ni para eso, y tampoco ha querido actualizar la tarifa a un monto m¨¢s justo y eso se refleja en el gran deterioro que tiene el sistema", denuncia Alberto Vivas, de la Asociaci¨®n Civil Familia Metro, que agrupa a extrabajadores del subterr¨¢neo que hacen monitoreo a su funcionamiento.
El Metro?funciona gratis porque no hay c¨®mo cobrarlo y tampoco hay qui¨¦n pueda hacerlo. La migraci¨®n ha impactado fuertemente a la empresa estatal, que hace dos a?os tom¨® la decisi¨®n de suspender la tramitaci¨®n de renuncias en su departamento de personal, para intentar frenar el ¨¦xodo masivo de trabajadores especializados. Una estaci¨®n peque?a requiere de por lo menos ocho trabajadores para labores de taquilla, supervisi¨®n de accesos, andenes y trenes, pero normalmente puede haber dos o tres. "La di¨¢spora laboral tambi¨¦n ha afectado mucho las operaciones. El ausentismo de los trabajadores es grande y ante la imposibilidad de renunciar muchos terminan desertando, es decir se van del pa¨ªs sin finiquitar sus contratos, porque lo ahorrado en prestaciones sociales no vale nada contesta hiperinflaci¨®n", apunta Vivas.
Por d¨¦cadas, la llamada "cultura Metro" era motivo de orgullo para los ciudadanos y la empresa se convirti¨® en un modelo de gesti¨®n en Am¨¦rica Latina desde su entrada en funcionamiento en 1983. Mientras en otras ciudades los subterr¨¢neos suelen ser hostiles por el trajinar de pasajeros, en Caracas el Metro fue un oasis de puntualidad, limpieza y ciudadan¨ªa bajo una ciudad ca¨®tica. El caraque?o transformaba su conducta apenas tomaba la primera escalera mec¨¢nica para descender a los andenes.
Rehabilitaci¨®n inconclusa
Ahora, un viaje diario en el subterr¨¢neo se parece a esta escena. Cuerpos apretujados pelean por agarrarse de los tubos intentando buscar equilibrio sobre el suelo del tren, sucio tras d¨ªas sin limpiar. Calor adentro y fuera del vag¨®n. La gente va bamboleando en hora pico o en momentos de poco tr¨¢nsito despu¨¦s de una espera desesperante por diez, quince o treinta minutos, cuando el aparato finalmente sale del t¨²nel. Entre la masa cruzan pedig¨¹e?os, vendedores, ladrones, gente buscando una bocanada de ox¨ªgeno. En cada parada, para entrar o salir del tren se requiere un entrenamiento en f¨®rceps. Todo suena en los vagones de la L¨ªnea 1 del Metro de Caracas, donde viajan a diario por lo menos dos millones de caraque?os, y que apenas cumplen seis a?os de vida, luego de una millonaria rehabilitaci¨®n, salpicada de corrupci¨®n, que no ha redundado en una mejora.
Para operar ¨®ptimamente se necesita poner a rodar 38 trenes. El martes de esta semana hab¨ªa 27 rodando en el ramal principal, el ¨²nico que se ha renovado despu¨¦s de m¨¢s de 30 a?os de servicio. Otros d¨ªas puede haber menos trenes. La disponibilidad de una flota nueva est¨¢ afectada en un 30%, como reconoci¨® recientemente el presidente del sindicato de la empresa, Edinson Alvarado -af¨ªn a la directiva de la empresa-, y lo atribuy¨® a la supuesta guerra econ¨®mica internacional que ha impedido al Gobierno importar los repuestos necesarios. En las otras l¨ªneas (hay cuatro de una red de unos 70 kil¨®metros) la falta de trenes operativos puede llegar al 50%, por lo que la movilidad en la ciudad se hace cada vez m¨¢s cuesta arriba. As¨ª ha funcionado este a?o el Metro y el servicio se ha convertido en una pesadilla a la que est¨¢ condenada la mayor¨ªa de los caraque?os que opta por subterr¨¢neo gratuito en medio de la dura crisis econ¨®mica del pa¨ªs y como ¨²nica posibilidad ante las limitaciones del transporte p¨²blico superficial. La gratuidad termina saliendo cara.
De acuerdo con las denuncias de Familia Metro, por lo menos 13 trenes nuevos est¨¢n totalmente parados por aver¨ªas y son usados para sacar piezas de repuestos para la flota de 48 trenes de la l¨ªnea 1 que se compraron a la empresa espa?ola Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF), por medio de un contrato para la modernizaci¨®n del sistema firmado en 2008 por 1.850 millones de d¨®lares, sobre el cual se investigan vicios como pagos de sobornos a funcionarios y ocultamientos de fondos en Andorra.
Esta rehabilitaci¨®n millonaria qued¨® inconclusa y en el servicio se nota. Las aver¨ªas son frecuentes y obligan a desalojar a los pasajeros en medio de las v¨ªas y t¨²neles, sin apoyo del personal de seguridad, como ocurri¨® el mi¨¦rcoles y el lunes de esta semana por una falla de energ¨ªa. Los 48 trenes nuevos llegaron, pero la adecuaci¨®n del sistema y su transici¨®n de la tecnolog¨ªa francesa, con la que se inaugur¨® el Metro, a la espa?ola no se complet¨® adecuadamente. El pilotaje autom¨¢tico, el coraz¨®n de un sistema como este, no ha sido puesto en funcionamiento seis a?os despu¨¦s de comprar los trenes. "Lo ¨²nico que hicieron fue modificar el l¨ªmite de velocidad hasta un m¨¢ximo de 80 kil¨®metros por hora, pero bajo la responsabilidad total del conductor", advierte Ricardo Sansone, tambi¨¦n de Familia Metro.
Subestaciones el¨¦ctricas, renovaci¨®n de 42 kil¨®metros de v¨ªas (21 en cada sentido) y el mejoramiento de las instalaciones de las estaciones tambi¨¦n eran parte del contrato que no se ejecut¨®. "El problema del Metro se ha agravado notablemente y va m¨¢s all¨¢ de lo que notan los usuarios como las fallas en los trenes, las escaleras mec¨¢nicas, los torniquetes, el aire acondicionado. Tambi¨¦n est¨¢ lo que no se ve como los ventiladores de emergencia bajo los andenes, las bombas de achique, las subestaciones de electricidad y todo lo que genera la falta de un mantenimiento preventivo", agrega Sansone.
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