Los inmanejables ceros de la econom¨ªa venezolana
Con un salario m¨ªnimo se puede comprar apenas un kilo de carne, pero tambi¨¦n se pagan 866.000 litros de gasolina
Un letrero sobre la caja de una peque?a tienda de una estaci¨®n de gasolina de Caracas es parte de la memorabilia de los d¨ªas en hiperinflaci¨®n en Venezuela. El cartel le recuerda a la empleada que cada dos horas debe chequear que la facturaci¨®n no supere los 100 millones de bol¨ªvares. La precauci¨®n se debe a que una vez alcanzado el monto la m¨¢quina fiscal que registra las ventas del negocio se detiene por haber alcanzado el tope programado. "Hace tres meses hac¨ªa 100 millones en un mes, pero ahora, como van los precios, lo hago en 2 o 3 horas y la m¨¢quina se tranca y debo llamar a la empresa a que la resetee, lo que me cuesta 5 millones de bol¨ªvares", explica Jos¨¦ Rodr¨ªguez, due?o de la tienda que vende refrescos, cervezas y snacks.
Los ceros se han hecho inmanejables en la econom¨ªa venezolana. Rodr¨ªguez no est¨¢ vendiendo m¨¢s. Solo que la devaluaci¨®n del bol¨ªvar por la aguda crisis econ¨®mica que atraviesa el pa¨ªs petrolero infla las cuentas con ceros. La aceleraci¨®n de los precios y el retraso de la reconversi¨®n monetaria?¡ªque hab¨ªa sido anunciada para hace un mes, pero que deber¨¢ esperar hasta agosto e igual ser¨¢ insuficiente si solo se restan tres ceros a la moneda¡ª tambi¨¦n han complicado las transacciones. En el habla cotidiana el venezolano ya le ha restado tres ceros a los precios. Cuando se dice que una cerveza cuesta 1.000 bol¨ªvares, en realidad cuesta un mill¨®n de bol¨ªvares; no por ello la hiperinflaci¨®n deja de devorar los bolsillos, es solo una forma de hacerla m¨¢s manejable.
Desde hace meses en algunos negocios tambi¨¦n se ha hecho com¨²n que haya que esperar por recibir una factura hecha de forma manual, porque los softwares de contabilidad no han sido actualizados a la velocidad de la hiperinflaci¨®n para admitir m¨¢s ceros para registrar los precios de los productos. Las compras deben procesarse por partes, para no exceder los montos m¨¢ximos admitidos por los programas. En los puntos de ventas, las transacciones tambi¨¦n est¨¢n al borde de hacerse inviables, por estas mismas razones. La adecuaci¨®n de los sistemas implica un costo elevado para los ya golpeados comerciantes, quienes esperan con la reconversi¨®n, tomar ventaja sobre el correcaminos de la hiperinflaci¨®n que se instal¨® en Venezuela hace siete meses.
Un kilo de carne y 866.000 litros de gasolina
"En los procesos hiperinflacionarios el mecanismo de fijaci¨®n de precios se destruye. Hoy los bienes tienen aumentos de precios de manera desbordada, y al haber superado las tres cifras la inflaci¨®n mensual ¡ªla de mayo fue del 110%, seg¨²n las mediciones de la Asamblea Nacional¡ª la hiperinflaci¨®n se acelera", explica el economista Luis Oliveros.
La de Venezuela, sin embargo, es una inflaci¨®n particular entre los 57 episodios que se han registrado en el mundo. "Por las caracter¨ªsticas econ¨®micas de nuestro pa¨ªs no deber¨ªamos estar viviendo esto, porque este es un pa¨ªs petrolero, que tendr¨ªa otras v¨ªas para compensar sus huecos fiscales. En el 99% de los casos la hiperinflaci¨®n ocurre cuando los Estados entran en d¨¦ficit y lo compensan con impresi¨®n de dinero. A Venezuela este proceso la agarra con toda la producci¨®n nacional en ca¨ªda por una pol¨ªtica de control de precios, al igual que la producci¨®n petrolera".
La destrucci¨®n del mecanismo de fijaci¨®n de precios es lo que hace que hoy al recorrer un supermercado se vean precios tan elevados y dispares como el de una lata de 140 gramos de at¨²n a 6.300.000 bol¨ªvares, el mismo precio de una bolsa de detergente de un kilo; un kilo de carne a un poco m¨¢s de 5.000.000, un tarro de mantequilla en 3.300.000, un kilo de queso blanco en 5.306.604 bol¨ªvares y uno de jam¨®n en 14.000.000, un kilo de br¨®coli en 3.300.000 y un kilo de cambures [pl¨¢tanos, bananas] en 1.200.000. Estos precios corresponden a la ¨²ltima semana de junio, la mayor¨ªa ya ha cambiado. Ante la falta de referencias el comerciante sube los precios constantemente intentando no perder cuando le toque reponer el producto. "En estos procesos la econom¨ªa tiende a dolarizarse, porque nadie puede usar el bol¨ªvar como par¨¢metro".
En las tiendas en l¨ªnea ya se ven productos que cruzaron la barrera de los 1.000 millones de bol¨ªvares: una bicicleta con rueditas, un disco duro externo, una consola de videojuegos, un celular de gama media, una lavadora peque?a, una pista de carros. Todos son art¨ªculos para los que se necesitan 192 salarios m¨ªnimos, es decir, lo devengado por un trabajador durante 16 a?os, para poder adquirirlos.
El salario m¨ªnimo de 5.196.000 bol¨ªvares (con el bono de alimentaci¨®n incluido, que equivalen a un poco m¨¢s de un d¨®lar en la tasa paralela) alcanzar¨ªa solo para comprar un kilo de carne o un tarro de mantequilla y una mano de cambures. Pero, parad¨®jicamente, tambi¨¦n para costear 866.000 litros de gasolina de 95 octanos, a precio de 6 bol¨ªvares por litro, con lo que se podr¨ªa cargar el tanque de un auto peque?o 24.000 veces. El c¨¢lculo en 91 octanos, cuyo valor es de 1 bol¨ªvar por litro, ser¨ªa a¨²n m¨¢s aberrado. El combustible mantiene el mismo precio desde 2016, la ¨²nica vez en 20 a?os que se ha aumentado. "El subsidio que mantiene el Gobierno a la gasolina es inflacionario en s¨ª mismo, porque el Banco Central est¨¢ imprimiendo dinero para financiar a Petr¨®leos de Venezuela (PDVSA) para que pueda cubrir ese gasto", agrega Oliveros.
En las estaciones de gasolina es el ¨²nico sitio donde aceptan los viejos billetes de la familia vigente, incluido el marr¨®n de 100 bol¨ªvares, que hace dos a?os el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro intent¨® sacar de circulaci¨®n, pero no pudo ante la brutal escasez de dinero en efectivo que hay en el pa¨ªs. Esa es otra de las particularidades de la inflaci¨®n venezolana. La masa monetaria ha crecido enormemente. Los economistas manejan una cifra r¨¦cord de 7.274% de aumento de la liquidez en el ¨²ltimo a?o, en el que se acumulan ocho aumentos salariales y entregas de bonos especiales con cada feriado y elecci¨®n. Pero con respecto a la enorme base monetaria, solo 2,3% del dinero circulante son billetes, lo que dificulta las transacciones en un pa¨ªs que si bien est¨¢ altamente bancarizado, la desinversi¨®n en tecnolog¨ªas y redes de comunicaci¨®n, convierte en un bache cotidiano cualquier compra electr¨®nica. "El Gobierno emite dinero de forma alarmante y ese dinero va a perseguir los pocos bienes que hay disponibles", apunta Oliveros.
Aun as¨ª, la t¨ªpica estampa de la hiperinflaci¨®n se repite en Venezuela: la gente necesita pacas de billetes para pagar cosas b¨¢sicas como un pasaje de autob¨²s para un viaje entre ciudades y tambi¨¦n se han implementado las ofertas en productos que se paguen con billetes, un bien escaso que tambi¨¦n se compra hasta un 200% sobre el valor que indica el propio billete. En algunos mercados, una caja de 15 huevos puede valer un tercio de lo que pagar¨ªa con una tarjeta de d¨¦bito si el cliente lo hace con efectivo.
El peor semestre en puertas
Esta semana comenz¨® el segundo semestre de 2018 que podr¨ªa ser uno de los m¨¢s duros para los venezolanos. En mayo la inflaci¨®n mensual super¨® la barrera del 100%, por lo que cerrar con una hiperinflaci¨®n de seis cifras y con una contracci¨®n sostenida en los ¨²ltimos 5 a?os del 15% es el panorama que pintan algunos economistas en base a sus c¨¢lculos y a los pasos que ha dado el Gobierno, que desde 2015 no divulga los indicadores econ¨®micos.
"Los procesos hiperinflacionarios suelen durar muy poco porque empujan cambios de gobiernos y toma de medidas. Ac¨¢ no vemos ninguna pol¨ªtica orientada a eso, as¨ª que podemos pasar todo 2018 en hiperinflaci¨®n, un fen¨®meno que genera pobreza y migraci¨®n y que impide que los pa¨ªses crezcan. Podemos llegar a tener una de las hiperinflaciones m¨¢s altas de Am¨¦rica Latina y del mundo, f¨¢cilmente podemos llegar a episodios como el de Zimbabue", agrega Oliveros. La inflaci¨®n de un d¨ªa en Venezuela es el promedio anual en Am¨¦rica Latina.
Las medidas que ha tomado el Gobierno, en realidad, alimentan la inflaci¨®n. El gasto fiscal no se ha reducido, sino que se ha aumentado con bonificaciones y aumentos del salario. Tampoco se han levantado los controles de precios y de cambio que distorsionan la econom¨ªa desde hace 15 a?os y han provocado la escasez y la destrucci¨®n del aparato productivo; por el contrario, la primera medida que ha tomado Tareck El Aissami, desde el reci¨¦n creado Ministerio de Industrias y Producci¨®n Nacional, ha sido un nuevo plan para controlar los precios de 50 productos b¨¢sicos.
"Con seis cifras de hiperinflaci¨®n, una ca¨ªda del 15% y una producci¨®n de petr¨®leo que podr¨ªa llegar a estar debajo del mill¨®n de barriles estamos hablando de una econom¨ªa destruida, de cat¨¢strofe. Al Gobierno adoptar las mismas medidas, cada vez m¨¢s empresas ir¨¢n del pa¨ªs, m¨¢s tiendas cerrar¨¢n, quedar¨¢ m¨¢s gente desempleada, aumentar¨¢ la di¨¢spora y la conflictividad social porque los salarios no alcanzan. La gente cree que estamos pasando lo peor, pero todav¨ªa falta m¨¢s".
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