¡°?Por qu¨¦ necesitan robar tanto con lo que ya ganan?¡±
Los gobernantes deber¨ªan escuchar la sabidur¨ªa popular de su propia boca
Los periodistas deber¨ªamos hablar menos con los pol¨ªticos y m¨¢s con la gente com¨²n, que son el verdadero Brasil. Y m¨¢s en estos momentos de suspense en v¨ªsperas de una de las elecciones m¨¢s enrevesadas e imprevisibles de la democracia de este pa¨ªs. Mi experiencia me confirma que los que nunca aparecen en un peri¨®dico, los mudos, que son el 99% de la poblaci¨®n, son los que mejor conocen la vida real que tienen que conquistar cada hora. Son ellos, los sin privilegios, los que mejor saben como late el coraz¨®n del pa¨ªs. Y son ellos los que tienen en sus manos el mayor n¨²mero de votos que colocar en las urnas.
Digo esto porque esta ma?ana, mientras iba pensando en qu¨¦ escribir para mi nueva columna, me cruc¨¦ con un taxista joven, negro, simp¨¢tico. Hac¨ªa un calor de verano y me sorprendi¨® que me comentara, y bien informado, el drama de los problemas del medioambiente. De repente, me pregunt¨® a qui¨¦n pensaba votar como presidente. Le dije que yo no votaba en Brasil y aprovech¨¦ para preguntarle a qui¨¦n pensaba votar ¨¦l. "Est¨¢ dif¨ªcil. Hasta pensaba en votar a Bolsonaro, pero ya no", y a?adi¨®: "El problema es que los que tendr¨ªan que darnos ejemplo de vida son los que m¨¢s nos averg¨¹enzan cada d¨ªa".
Me qued¨¦ sin saber a quien votar¨ªa, pero entend¨ª algo importante: no era del partido de los derrotistas que creen que todos son iguales. Lo vi sufriendo para encontrar alg¨²n candidato que mereciera su voto. Son ellos la verdadera ciudadan¨ªa, los que sufren el mal ejemplo de los gobernantes y no renuncian al mismo tiempo a un Brasil donde ellos tengan voz, porque son los que lo construyen con su trabajo.
Los pol¨ªticos deber¨ªan dejar sus coches blindados en el garaje y caminar a pie por la calle y subirse a los autobuses. Deber¨ªan escuchar a la gente como an¨®nimos, sin escoltas, para saber lo que piensan, porque son esos ciudadanos que viajan en los medios p¨²blicos de transporte los que podr¨ªan ser sus mejores asesores. Podr¨ªan as¨ª entender tanto la derecha como la izquierda por qu¨¦ la gente no sale a la calle a protestar cuando ellos lo desear¨ªan o por qu¨¦ sale y se manifiesta cuando ellos preferir¨ªan que estuviera encerrada en casa. La gente no es un robot que se mueve al gusto de los pol¨ªticos. Son personas que deciden, motivadas por la urgencia de una vida con menos apuros econ¨®micos y menos peligros para sobrevivir.
Un amigo m¨ªo muy jocoso me dijo que hab¨ªa tenido un sue?o curioso. De repente, hab¨ªa desaparecido la Brasilia pol¨ªtica. Donde hoy est¨¢n el Gobierno y el Congreso era s¨®lo un gran parque de juegos para ni?os. Los periodistas, desesperados, intentaban saber d¨®nde se hab¨ªa trasladado la Brasilia del poder. La buscaban en las grandes avenidas de S?o Paolo y en los barrios bien de R¨ªo. Nada. Hasta que en una red social alguien cont¨® que hab¨ªa visto a senadores, diputados y ministros caminando en las callejuelas de una favela. Iban a pie, entraban en los bares, en las escuelas. Algunos corr¨ªan asustados cuando disparaban las ametralladoras.
Le cont¨¦ el sue?o de mi amigo al joven taxista y se lo tom¨® en serio: "No s¨¦ si Brasilia deber¨ªa trasladarse a una favela, pero los pol¨ªticos s¨ª deber¨ªan salir a la calle y hablar m¨¢s con nosotros", me coment¨®. Intent¨¦ saber qu¨¦ le preguntar¨ªa a uno de esos exiliados de Brasilia si se subiera a su taxi y fue r¨¢pido en la respuesta: "Le preguntar¨ªa por qu¨¦ necesitan robar tanto con lo que ya ganan".
Es esa sabidur¨ªa popular la que los gobernantes deber¨ªan escuchar de su propia boca. Ellos no est¨¢n contra la pol¨ªtica, ni contra los partidos. Lo que les crea repulso de los gobernantes es saber que parecen entrar en pol¨ªtica no para tratar de mejorar el pa¨ªs, sino para enriquecerse ellos y sus familias. ?Por qu¨¦ si no cada vez m¨¢s los pol¨ªticos de todos los partidos luchan en este mismo momento para elegir a sus hijos y familiares, empezando por los que est¨¢n en la c¨¢rcel condenados por corruptos? Son preguntas que tambi¨¦n se hace la gente que viaja horas de pie en los autobuses. ?Alguien se atreve a escucharles? ?O es que dan miedo?
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