Y ahora, con ustedes, Santos (La Candelaria, Bogot¨¢)
El presidente se ha ido sin haber ca¨ªdo en la trampa de creer en un ¡°santismo¡±, pero v¨ªctima de un ¡°antisantismo¡± virulento
Idea para un programa de radio: que se oigan risas pregrabadas de comedia gringa, quiz¨¢s un poquito diab¨®licas, quiz¨¢s rematadas por un acceso de tos t¨ªsica, cuando los expresidentes de Colombia ¨Cdesde Gaviria hasta Uribe¨C llamen al expresidente Santos ¡°ambicioso¡±, ¡°eg¨®latra¡±, ¡°acomplejado¡±, ¡°traidor¡±, como burros hablando de orejas. Se ha perdido la capacidad de guardarse lo que se piensa hasta que valga la pena decirlo. Se ha perdido la instancia, o sea, el grado jurisdiccional, de los amigos: de desahogarse antes de sentenciar. Seguimos siendo la ¡°raza de mirones¡± de La ventana indiscreta, claro, pero, por cuenta de las redes, hoy somos tambi¨¦n una raza de megal¨®manos que va por ah¨ª diciendo lo que va a pensar, lo que cree que piensa. Y, sin embargo, fue ins¨®lito o¨ªr las sentencias de los viejos expresidentes contra el nuevo expresidente en una serie de W Radio de la semana pasada.
Idea para un pa¨ªs: un sitio escarpado con clima de democracia, como los Estados Unidos de antes de Trump, en el que los expresidentes permitan la historia, y sean ciudadanos decorosos y sabios a rega?adientes, y no se corra peligro cuando se escriban biograf¨ªas no autorizadas de los poderosos.
Santos se ha ido, luego de ocho a?os de gobernar a su manera, sin haber ca¨ªdo en la trampa de creer en un ¡°santismo¡±, pero v¨ªctima de un ¡°antisantismo¡± virulento que ir¨¢ desapareciendo. Santos fue un periodista ansioso, un pol¨ªtico extraviado, un ministro ejecutivo de tres gobiernos diferentes antes de ser el temible candidato uribista que contra todos los pron¨®sticos de las elecciones de 2010 ¨Crecuerdo la sensaci¨®n de que su victoria nos obligaba a seguir fingiendo un pa¨ªs entre la guerra¨C consigui¨® lo mejor que puede conseguir un gobernante de ac¨¢: poner en marcha la Constituci¨®n liberal de 1991, ahondar la democracia, aplazar ¡°el embrujo autoritario¡±. Decir que en su presidencia hubo salidas en falso, arrogancias fatales, cegueras a los dramas sociales, frivolidades, autogoles, es decir que fue una presidencia de estas. Su clientelismo fue salvaje: eso s¨ª. Pero conjur¨® la tiran¨ªa, que ya es mucho.
Consigui¨® la paz con las FARC, s¨ª, en medio de la oposici¨®n m¨¢s rastrera que recuerde yo, pero sobre todo logr¨® una administraci¨®n sintonizada con los derechos de todos que no fue nunca una fuente de miedo: criticarlo desde el periodismo no fue correr un riesgo.
Desde que tengo memoria se ha publicitado a diestra y siniestra el estereotipo de Santos: el hombre prepotente, calculador e inescrupuloso, hijo de El Tiempo, que ten¨ªa que ser presidente. Pero lo cierto es que en los ¨²ltimos a?os, m¨¢s all¨¢ de las mezquindades y de las famas que vaya uno a saber, ha sido claro que el expresidente es m¨¢s complejo que eso. Que pas¨® de ser un jugador de p¨®ker de club social a ser un testigo sacudido por el drama de Colombia. Que alcanz¨® la gloria de quedarse sin amigos en la clase pol¨ªtica. Que luego de llegar al poder como se llega ac¨¢, luego de verse sorprendido, durante ocho a?os, por la necesidad de no gobernar en vano, se despidi¨® como present¨¢ndose ahora s¨ª a todos: dio entrevistas autocr¨ªticas, capote¨® los delirios de Maduro, inaugur¨® un ¡°contramonumento¡± ideado por la artista Doris Salcedo a partir de las armas fundidas de las FARC, en una casa en el barrio La Candelaria de Bogot¨¢, y se ri¨® de s¨ª mismo ¨Cse parodi¨® y se redefini¨® a s¨ª mismo¨C en un video estupendo en el canal de YouTube del escritor humor¨ªstico Daniel Samper Ospina.
Idea para una serie: un impopular presidente de un pa¨ªs abrumado por la violencia, un pa¨ªs azuzado por una derecha inmisericorde y partido en pedazos por una guerra interminable por la tierra, logra que su ¨²ltima semana sea la mejor de su gobierno.
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