La amnist¨ªa mexicana: un olvido para los olvidados
La propuesta de L¨®pez Obrador podr¨ªa dejar una deuda social porque no incluye a todos los reclutados por la delincuencia organizada
La amnist¨ªa propuesta por Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador va camino de convertirse en una pol¨ªtica palpable. Eso es un motivo de celebraci¨®n con todo y las lagunas y ambig¨¹edades de la propuesta. Como ya se ha se?alado reiteradamente, es aire fresco en un entorno donde la alternativa punitiva se hab¨ªa vuelto hegem¨®nica e indiscutible. Esta amnist¨ªa tendr¨¢ sus diferencias con aquellas amnist¨ªas emblem¨¢ticas del siglo pasado en otras regiones del mundo, cuyo prop¨®sito principal fue pacificar entornos de violencia descontrolada y para las cuales el fin ¨²ltimo de la pacificaci¨®n subordinaba cualquier consideraci¨®n sobre la justicia, como el castigo a los culpables de delitos asociados a la violencia. En la literatura especializada, este predicamento se conoci¨® como el dilema de la paz y la justicia: hab¨ªa que elegir entre una y otra, pero las dos juntas son inasequibles. La amnist¨ªa mexicana apuesta a disolver el dilema. Quiere la pacificaci¨®n a trav¨¦s de la justicia, no expensas de ella. Esa es su gran promesa y tambi¨¦n su principal desaf¨ªo.?
Desde sus or¨ªgenes las amnist¨ªas fueron herramientas jur¨ªdicas para pacificar. Pacificaban porque se usaban como moneda de cambio. En los casos cl¨¢sicos, ofrec¨ªan un perd¨®n legal¡ªo mejor dicho un olvido legal para hacer honor a su etimolog¨ªa¡ªa la dirigencia pol¨ªtica para que dejara pac¨ªficamente el poder a cambio de garant¨ªa de no persecuci¨®n pol¨ªtica. Es el caso de las dictaduras militares de Argentina y Uruguay; o a un grupo beligerante con motivaciones pol¨ªticas a condici¨®n de que depusiera las armas, como las amnist¨ªas de Argelia y Uganda.
La amnist¨ªa que propone L¨®pez Obrador no se concibe como una moneda de cambio ni se asemeja a las amnist¨ªas que buscan la desmovilizaci¨®n de grupos en conflicto
Paz por olvido, bajo el supuesto de que sin ese olvido la espiral de violencia pol¨ªtica y/o social continuar¨ªa sin cortapisas. El c¨¦lebre jurista alem¨¢n Carl Schmitt, en un ensayo que public¨® al final de la Segunda Guerra y que EL PA?S?tradujo al espa?ol en 1977 en las v¨ªsperas de la transici¨®n espa?ola a la democracia, escrib¨ªa en el mismo sentido que la amnist¨ªa es ¡°la fuerza de olvidar¡±, aunque su alegato por el indulto era m¨¢s que nada un repudio a la llamada ¡°justicia de los vencedores¡± (seg¨²n ¨¦l, la pr¨¢ctica de juzgar legalmente a los perdedores bajo los criterios de los triunfadores en la guerra).?
La amnist¨ªa que propone el nuevo Gobierno mexicano?no se ha concebido como una moneda de cambio. Ni siquiera se asemeja a las amnist¨ªas que buscan la desmovilizaci¨®n de grupos en conflicto. No existe en M¨¦xico un grupo beligerante reacio a soltar las riendas del poder. Por el otro, el derecho internacional restringe la autonom¨ªa de los Estados para fraguar acuerdos de paz a expensas de ofrecer impunidad a quienes han cometido violaciones de derechos humanos. En la medida en que M¨¦xico ha suscrito tratados internacionales como el que form¨® la Corte Penal Internacional un uso semejante de la amnist¨ªa est¨¢ fuera de la discusi¨®n.?
Es por eso que la propuesta de L¨®pez Obrador pone hincapi¨¦ en que el c¨ªrculo de los sujetos amnistiables ser¨¢ reducido, dejando fuera a quienes cometieron cr¨ªmenes de lesa humanidad o violaciones graves de derechos humanos.?Olga S¨¢nchez Cordero, futura Secretaria de Gobernaci¨®n (Interior) escribi¨®: ¡°Morena no busca pactar con los capos, no busca su perd¨®n, Morena busca alternativas a los modelos fallidos, busca una amnist¨ªa a esos millones que han sido reclutados y cooptados por el crimen organizado por no tener las oportunidades que todo mexicano deber¨ªa tener.¡± Para ilustrar el punto, S¨¢nchez Cordero pone de ejemplo a Sebastiana, una mujer ind¨ªgena de la etnia tzotzil de Chiapas, Estado al sur, encarcelada por realizar funciones de ¡°mula¡±, como se llama a las mujeres que transportan droga (coca¨ªna, en su caso) de contrabando. Mujeres y hombres como ella son la poblaci¨®n objetivo de la amnist¨ªa.?
La amnist¨ªa mexicana ser¨¢ acotada, quir¨²rgica. Protege a quienes han sido v¨ªctimas de leyes injustas que perjudican a los m¨¢s vulnerables. No solo a mulas en Chiapas, sino tambi¨¦n a campesinos que cultivan la amapola en la sierra de Guerrero o a los informantes a sueldo, los llamados halcones, por mencionar algunos casos. Es una amnist¨ªa para la precariedad, para los eslabones d¨¦biles de la cadena delictiva, una que olvida los delitos de los olvidados y refleja esa preocupaci¨®n por los m¨¢s desvalidos que lleva el sello de la pr¨®xima administraci¨®n.?
La amnist¨ªa mexicana podr¨ªa dejar una deuda social. Al reducir el c¨ªrculo de sus potenciales beneficiarios nos quedamos con una amnist¨ªa en los huesos
Por su propia moderaci¨®n, la amnist¨ªa mexicana podr¨ªa dejar una deuda social. Al reducir el c¨ªrculo de sus potenciales beneficiarios nos quedamos al final con una amnist¨ªa en los huesos. Si su motivaci¨®n es proteger a grupos vulnerables ¡°que han sido reclutados y cooptados por el crimen organizado¡±, entonces la amnist¨ªa no solo deber¨ªa contemplar a ¡°mulas¡± enganchadas como Sebastiana o a campesinos que siembran amapola. Deber¨ªa incluir tambi¨¦n, e incluso de manera m¨¢s urgente, a quienes fueron reclutados por grupos criminales mediante presiones de la m¨¢s diversa ¨ªndole (desde la coacci¨®n hasta la socializaci¨®n t¨®xica) y que luego cometieron delitos graves como la tortura o el asesinato.
Los carteles tienen desplegado un pequen?o eje?rcito de nin?os y jo?venes laborando en sus zonas de influencia y algunos de ellos han cometido actos que sin lugar a dudas constituyen violaciones a derechos humanos. No hay lugar para ellos en la amnist¨ªa tal y como est¨¢ planteada en el discurso. ?Es esto deseable? ?No fue justamente la condici¨®n de vulnerabilidad de estos menores de edad la que determin¨® su curso de vida? Y de hecho, volviendo al dilema de la paz y la justicia, ?no ser¨ªa precisamente su desmovilizaci¨®n la que contribuir¨ªa a la tan deseada pacificaci¨®n? Si no la amnist¨ªa, ?qu¨¦ otras alternativas hay para ellos, dentro de las herramientas de la justicia transicional??
Incluirlos no es, desde luego, una propuesta pol¨ªticamente rentable. Debatirlo ser¨ªa ¨¦ticamente deseable. Nada de esto debe leerse, sin embargo, como una cr¨ªtica al esfuerzo de la pr¨®xima administraci¨®n por buscar reemplazos al caduco, injusto e ineficiente paradigma punitivo. Siempre ser¨¢ mejor amnistiar con modestia que criminalizar con eficacia.
Juan Esp¨ªndola Mata es investigador del Centro de Investigaci¨®n y Docencia Econ¨®mica (CIDE) y autor de Transitional Justice and Respect after German Reunification. Exposing Unofficial Collaborators (Cambridge University Press, 2015)?
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