Una familia rota por la ¡®tolerancia cero¡¯ de EE UU
Una migrante guatemalteca recupera a su hija menor, separada del padre al cruzar la frontera
El mi¨¦rcoles por la noche en la taquer¨ªa La Pasadita, el periodista peruano Jaime Bayly increpaba desde el televisor a Nicol¨¢s Maduro, presidente de Venezuela. ¡°Usted es un criminal. Usted es un dictador¡±. Ajena a los pleitos de Miami con el socialismo bolivariano, Buenaventura Mart¨ªn luchaba por darle tenedores de arroz con frijoles a su beb¨¦ Pedrito, mientras su hija Janne hablaba del se?or John y la se?ora Susie, dos jubilados de Michigan que la acogieron cuando el se?or Donald Trump la separ¨® de su padre.
¡°La escuela estaba lejos. El se?or John me llevaba en carro. Eran buenos. Me compraron ropa y helados. Me llevaron a la piscina y a la iglesia. La casa era bonita. Pasaba un r¨ªo sucio y vi una culebra¡±. Janne tiene siete a?os y su lengua materna es el mam, un dialecto de Guatemala. De pronto deja de hablar de Michigan y se esconde en el regazo de su madre. ¡°Est¨¢ muy sensible¡±, dice Buenaventura, de 29 a?os. ¡°Llora, no se me despega¡±.
Buenaventura, Janne y Pedrito viven desde julio en Homestead, una localidad unos 60 kil¨®metros al sur de Miami, con un hermano de la madre y otros inmigrantes. Ella y el beb¨¦ emigraron de Guatemala en mayo, fueron detenidos tras cruzar sin papeles la frontera de EE UU, internados juntos en un centro para indocumentados y al cabo de unos d¨ªas puestos en libertad con citaci¨®n judicial para ella. Janne y su padre, Pedro God¨ªnez, salieron de su pa¨ªs una semana m¨¢s tarde ¨C¡°La ni?a a¨²n ten¨ªa que ir a la escuela¡±, dice sin m¨¢s Buenaventura¨C y fueron arrestados en el borde con M¨¦xico, pero a ellos los separaron, v¨ªctimas de la pol¨ªtica de tolerancia cero de Trump. M¨¢s de 2.500 menores fueron alejados de sus padres indocumentados en mayo y junio hasta que una ola de cr¨ªticas hizo que el presidente frenase esta medida y un juez ordenase la reunificaci¨®n de las familias, a¨²n por completarse. A principios de agosto, m¨¢s de 500 segu¨ªan bajo custodia federal y en el caso de m¨¢s de 400 sus padres ya hab¨ªan sido deportados a sus pa¨ªses.
¡°Cuando mi pap¨¢ y yo ¨ªbamos en el desierto salieron dos carros de la migraci¨®n [la Guardia Fronteriza] y le tocaron los bolsillos a mi pap¨¢ por si ten¨ªa algo y yo llor¨¦ mucho. Cuando llegamos a la c¨¢rcel por la noche ten¨ªa mucho fr¨ªo y nos dieron una sopa. A las seis me quitaron a mi pap¨¢ y yo llor¨¦ mucho. Fuimos en carro al aeropuerto y llegamos a Michigan y una trabajadora que se llama Alma me llev¨® a casa de los se?ores¡±, recuerda Janne, que estuvo seis semanas con la pareja de acogida dici¨¦ndoles por se?as cu¨¢ndo ten¨ªa hambre y cu¨¢ndo no quer¨ªa m¨¢s. La ni?a no para de ver v¨ªdeos musicales en el tel¨¦fono de su madre. Pasa minutos absorta en la pantalla. Viste una camiseta que dice en ingl¨¦s: ¡°Hola rayos de sol¡±.
Buenaventura pas¨® alrededor de una semana con su beb¨¦ de 11 meses en un centro de detenci¨®n de Arizona. ¡°Los de migraci¨®n nos trataron mal. Dec¨ªan que est¨¢bamos en su pa¨ªs y que somos criminales¡±, dice. ¡°Pero algunos eran buenos y me dieron hasta dos o tres pa?ales cuando ped¨ªa¡±. Seg¨²n su testimonio, dorm¨ªa con el ni?o en el suelo, no se pod¨ªan duchar, les daban ¡°una sopa instant¨¢nea por la ma?ana y otra por la tarde¡± y para beber ten¨ªan que tomar agua del ba?o. Asegura que el cr¨ªo tuvo fiebre y diarrea y que los agentes la ignoraron cuando pidi¨® medicinas: ¡°Me dijeron que el gobierno no ten¨ªa porqu¨¦ pagarle los medicamentos a mi hijo¡±. Varias organizaciones sociales denunciaron en julio el supuesto maltrato a los inmigrantes en los centros de detenci¨®n e interpusieron una demanda en un tribunal de California con base en 200 entrevistas con afectados.
Esperanza en el asilo
La Pasadita es un local peque?o y mal iluminado. La jefa, cubana, hace cuentas en una esquina con una calculadora. Bayly vuelve a insultar a Maduro: ¡°Le tengo m¨¢s respeto a una cucaracha o a una tar¨¢ntula¡±.
Pedro God¨ªnez sigue encerrado en un centro para indocumentados en Texas, con una orden de deportaci¨®n detenida por un abogado de oficio. A la familia la ayuda Nora S¨¢ndigo, una defensora de los derechos de los ni?os inmigrantes. Ella fue quien intercedi¨® con el gobierno para que la ni?a fuese enviada de Michigan al aeropuerto de Miami para unirse a su madre, y ahora procura que liberen a Pedro. ¡°Le hemos dicho por tel¨¦fono que no firme ning¨²n documento para que no lo deporten y ya le han hecho pruebas de ADN para confirmar que es el padre de la ni?a. Yo tengo esperanza de que les den asilo y se puedan quedar todos aqu¨ª¡±, comenta por tel¨¦fono.
¡°Todos los d¨ªas le pido a Dios que nos d¨¦ la oportunidad de vivir en Estados Unidos¡±, dice Buenaventura Mart¨ªn. ¡°Tambi¨¦n le he pedido perd¨®n muchas veces por haber hecho sufrir a mis hijos. En Guatemala me dec¨ªan que este era un pa¨ªs de ley que ayudaba a las familias y lo que ha pasado ha sido un infierno. Cuando supe que mi esposo y mi hija estaban separados y cre¨ªa que la iban a dar en adopci¨®n, me sent¨ª muy triste y arrepentida¡±.
Pedro y Buenaventura viv¨ªan en Huehuetenango. Ella trabajaba de enfermera y ¨¦l ten¨ªa una tienda con ordenadores para entrar a Internet. ¡°Lamentablemente tuvimos que vender el negocio para venir aqu¨ª, porque nos extorsionaban todos los meses y nos amenazaron con matarnos¡±, cuenta la madre. Buenaventura es hija de campesinos, pero seg¨²n dice all¨ª nunca trabaj¨® en el campo porque sus padres le dieron estudios. En Homestead ha encontrado un empleo plantando flores en un vivero por 250 d¨®lares a la semana. Si se queda, querr¨ªa sacarse aqu¨ª el t¨ªtulo de enfermera.
¨C?Twitz jaj! ¨Cexclama Janne mostr¨¢ndole el m¨®vil.
¨CUn cubrecamas, en mam ¨Ctraduce la madre.
Buenaventura tambi¨¦n pedir¨¢ asilo, aunque no sabe qu¨¦ har¨ªa si deportan a su marido. ¡°Yo lo necesito y ¨¦l nos necesita¡±, dice. Un par de veces a la semana hablan por tel¨¦fono. A trav¨¦s del abogado, Pedro les ha mandado una foto de una hoja de cuaderno en la que dibuj¨® dos mariposas mir¨¢ndose en el aire y escribi¨®: ¡°Pronto estaremos juntos¡±.
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