Una obra en cinco actos
Encaja en el g¨¦nero de la tragicomedia. Los protagonistas son los l¨ªderes colombianos
Encaja en el g¨¦nero de la tragicomedia o puede incluso plantearse como un stand up comedy, pero de consecuencias nefastas. Los protagonistas son los l¨ªderes colombianos.
Acto 1. La nalga pelada. Con el Congreso como escenario, un parlamentario, exalcalde de Bogot¨¢ y candidato presidencial en otras ¨¦pocas se baja los pantalones y muestra el trasero. Protesta por la imposibilidad de o¨ªr. Antanas Mockus, quien se hab¨ªa casado a lomo de elefante, y usado la simbolog¨ªa con ¨¦xito para ense?ar cultura ciudadana, se convierte en la noticia en el d¨ªa de la instalaci¨®n del nuevo Congreso en Colombia. Quiz¨¢ el m¨¢s diverso y democr¨¢tico en su conformaci¨®n, pero del que nadie recuerda hoy nada distinto del desagradable momento ¡°pedag¨®gico¡±. Pasadas dos semanas, Mockus pide ser castigado por haber irrespetado el sagrado y robado reciento parlamentario. Integrante del Partido Verde, necesitar¨¢ los pantalones bien puestos si quiere cumplir con la labor opositora en que se ha declarado su bancada. Enfrentar a los independientes extorsionistas y honrar a tanto colombiano que vot¨® por ¨¦l.
Acto 2. Uribe al estrado. La Corte Suprema como escenario. Los magistrados Jos¨¦ Luis Barcel¨® y Luis Fernando Castro avisan al expresidente que han decidido llamarlo a indagatoria por los presuntos delitos de manipulaci¨®n de testigos en un proceso por paramilitarismo. El ahora senador Uribe comunica la decisi¨®n por Twitter a sus seguidores, la califica de persecuci¨®n pol¨ªtica, anuncia que renuncia al Senado porque su investigador no le ofrece garant¨ªas. Pasadas dos semanas, como Mockus, se arrepiente y retira la carta de renuncia. Sus colaboradores dicen que es un montaje pagado por los exguerrilleros de las FARC con 5 millones de d¨®lares al entonces presidente Juan Manuel Santos y a los magistrados. Este acto toma ribetes de realismo m¨¢gico. Los testigos comprados se contradicen en medio de sus acostumbradas mentiras delincuenciales. Los abogados tambi¨¦n. Ahora nadie es culpable y todos los son.
Acto 3. Aplausos rabiosos. Un muro de rosas sirve de backing. Llueve. Ya hab¨ªa temblado horas antes. Danzas folcl¨®ricas intentaron calentar una tarde fr¨ªa forrada de paraguas blancos que imped¨ªan ver a los mal trajeados invitados. El presidente del Congreso de Colombia, ante diez mandatarios extranjeros, escupe insultos al gobierno saliente, convierte la posesi¨®n del nuevo mandatario de su propio partido en una oda al expresidente ?lvaro Uribe. Sus seguidores aplauden extasiados, rabiosos. Nuevamente lo burdo se convierte en la noticia, como en la instalaci¨®n del Congreso. Las verdades se ti?en de venganza y las mentiras se vuelven titulares. Ernesto Mac¨ªas da la partida a la manera como presidir¨¢ el Congreso y nos asusta a quienes creemos en el Estado de Derecho.
Acto 4. El reh¨¦n o polic¨ªa bueno. Con las mismas rosas ya marchitas en el fondo, aparece el nuevo mandatario. Iv¨¢n Duque, a sus 42 a?os, no se desmarca del protagonista del acto no. 3. Por lo menos no de frente. Confunde y nos obliga a preguntarnos si es un juego de roles premeditado. A¨²n no se sabe. El presidente se enfoca en su Pacto por Colombia, en la reconciliaci¨®n. Es coherente con sus promesas de campa?a. Se pone al nivel del momento y ofrece un discurso de 77 p¨¢rrafos, 53 minutos del que se destaca un ultim¨¢tum a la guerrilla del ELN, el anuncio de medidas anticorrupci¨®n que compiten con una consulta de las verdes y la esperada reforma tributaria que tranquiliza a empresarios y asusta a los trabajadores. Termina el acto y en 100 d¨ªas se sabr¨¢ si Duque logra callar a sus contradictores. Ha acertado en las primeras 72 horas de gobierno.
Acto 5. Sin m¨¢scaras. Ocurre por fuera del circo-teatro. Los colombianos viven su propio acto, el de levantarse cada d¨ªa a ganarse el sustento unos, a hacer empresa otros, a estudiar los m¨¢s j¨®venes, si tienen la opci¨®n, a cuidar el medio ambiente a quienes les importa, a saldar las penas quienes cometieron errores, a romper r¨¦cords en los escenarios deportivos los m¨¢s ejemplares, a protestar los inconformes, a cobrar las pensiones amenazadas los m¨¢s viejos, a programar viajes de vacaciones, a pagar las hipotecas, a inventar emprendimientos, incluso a ilusionarse con la promesa de un pacto que solo puede ser construido con base en consensos m¨ªnimos, liderado, ojal¨¢, por las figuras j¨®venes y t¨¦cnicas del nuevo gabinete.
Est¨¢n saliendo caras las boletas de esta obra de los primeros d¨ªas de agosto. Mejor ser precavidos hasta en las interpretaciones tempranas y afilar los sentidos para aproximarnos a un pa¨ªs donde todo est¨¢ en juego, ojal¨¢ para bien. No sea que terminemos confundidos sobre si ahora somos jud¨ªos o palestinos o seguimos siendo la misma Colombia del Sagrado Coraz¨®n.
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