Las voces bajo los escombros del puente de G¨¦nova se apagan
Familiares y v¨ªctimas siguen las tareas de rescate con una mezcla de esperanza, amargura y desconsuelo
Entre los escombros del viaducto Morandi que se derrumb¨® este martes al mediod¨ªa?en G¨¦nova se trabaja contra el tiempo y contra la meteorolog¨ªa, ante las previsiones de lluvias de los pr¨®ximos d¨ªas. El n¨²mero de v¨ªctimas contin¨²a aumentando. Seg¨²n las ¨²ltimas informaciones del Ministerio del Interior,?al menos 39 personas han muerto y hay 16 heridos, de los cuales 12 se encuentran en estado grave. ¡°Las prioridades son encontrar a los desaparecidos y dar apoyo a los familiares de las v¨ªctimas y a los evacuados que viv¨ªan en las casas debajo del puente¡±, explica a este peri¨®dico Sergio Gambino, consejero de protecci¨®n civil. ¡°Cuanto m¨¢s tiempo pasa es m¨¢s complicado encontrar supervivientes bajo los escombros ¡ªse ha entrado en la fase de socorro t¨¦cnico urgente¡ª, pero la esperanza no se pierde nunca¡±, a?ade. Al principio se o¨ªan voces pidiendo auxilio bajo los escombros, ahora solo se escucha el ruido de las gr¨²as y las excavadoras y los hierros de las v¨ªas del tren que crujen debajo.
El d¨ªa despu¨¦s de la tragedia?se percibe una mezcla de esperanza, amargura y desconsuelo en el hospital San Martino de G¨¦nova, donde se traslada a las v¨ªctimas y los heridos. Bianca lleg¨® a primera hora de la ma?ana al centro desesperada en busca de informaci¨®n acerca de su marido. ¡°No est¨¢ ni entre los ingresados ni entre los fallecidos, no se sabe nada¡± dec¨ªa a los medios concentrados en la puerta, a¨²n esperanzada. Unas horas despu¨¦s, dentro del pabell¨®n adaptado para los familiares de los afectados un equipo m¨¦dico le daba la fatal noticia que no quer¨ªa creer. ¡°Ayer [este martes] hab¨ªa encendido el tel¨¦fono¡±, repet¨ªa mientras los profesionales la acompa?aban a la c¨¢mara mortuoria que se ha establecido ad hoc y que tambi¨¦n cuenta con un grupo de psic¨®logos. All¨ª a los familiares les espera el dram¨¢tico cometido de identificar el cuerpo de sus seres queridos.
A lo largo de la ma?ana, un goteo incesante de personas en busca de sus allegados va pasando por la sala de familiares. ¡°No sabemos nada, no nos dicen nada¡±, susurra entre l¨¢grimas una mujer que no encuentra a su hermano, consumida por la espera. Nadie se despega del tel¨¦fono. Un equipo de voluntarios de Cruz Roja les lleva a menudo algo de comer y les brinda apoyo con alguna mano que se posa sobre alg¨²n hombro con cari?o. Cada cierto tiempo aparece un equipo de m¨¦dicos y sanitarios. No hay ninguna buena noticia la ma?ana del martes.
Michele acababa de perder a su hermano, un cocinero chileno que viv¨ªa en Italia desde hace treinta a?os y que viajaba con su mujer y un amigo, todos de la misma nacionalidad. ¡°Le llam¨¦ cuarenta, cincuenta veces. Despu¨¦s a su compadre que viajaba junto a ¨¦l y a su mujer¡ luego vine al hospital y me han dicho que ¨¦l ya no est¨¢¡±, detallaba a los periodistas.
Entre el martes y este mi¨¦rcoles se han identificado a 34 de las 39 v¨ªctimas: tres turistas franceses de 20 a?os que se dirig¨ªan hacia el puerto para embarcar rumbo a Cerde?a, donde iban a pasar unos d¨ªas de vacaciones; un padre, una madre y su hijo de nueve a?os, que tambi¨¦n iban al muelle para viajar a la misma isla; dos albaneses que hab¨ªan llamado poco antes al trabajo para decir que llegar¨ªan con retraso; un camionero italiano de 43 a?os que volv¨ªa a casa desde Francia, donde hab¨ªa descargado productos de alimentaci¨®n; un genov¨¦s que trabajaba en el puerto; una familia piamontesa de cuatro miembros que viajaba con el coche cargado de sombrillas y accesorios para la playa son algunos de los fallecidos que fueron recuperados entre escombros, amasijos de hierros y tel¨¦fonos m¨®viles que no dejaban de sonar.
Al menos 500 personas que viv¨ªan en los edificios aleda?os al puente han sido evacuadas y han pasado la noche en casas de familiares o campamentos improvisados en centros p¨²blicos. Maria Rita esperaba sentada este martes a que le asignaran el albergue que le ha prometido el Ayuntamiento. Est¨¢ exhausta, no ha dormido nada, dice, mientras intenta descansar sentada junto a su hijo de 10 a?os y su perro. ¡°Lo ve¨ªamos, lo ve¨ªamos venir¡±, repite, y el ni?o a?ade: ¡°Se sabia que iba a pasar¡±. Ella no consigue quitarse una imagen de la cabeza: ¡°Vi un rayo y despu¨¦s c¨®mo ca¨ªa el puente y coches y camiones se desplomaban al vac¨ªo, volaban¡±. ¡°Vamos, vamos ,vamos¡± gritaba el peque?o para salir de casa a toda prisa. Ella consigui¨® mantener la sangre fr¨ªa. No saben cuando podr¨¢n volver a entrar, tienen miedo de que se derrumbe otra parte del puente. ¡°El puente¡ se est¨¢ girando¡±, desliza mientras mueve las manos dibujando c¨ªrculos en el aire un voluntario que pasa por all¨ª.
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