China y EE UU retoman el di¨¢logo comercial con las espadas en alto
Las negociaciones coinciden con la entrada en vigor de una nueva ronda de aranceles entre ambos
Estados Unidos y China se tantean. Los responsables de comercio de los dos gigantes econ¨®micos mantendr¨¢n entre mi¨¦rcoles y jueves reuniones a nivel de viceministros para tratar de dar con una v¨ªa que les permita resolver los litigios pendientes. Pero aunque el encuentro se ve con optimismo en Wall Street tras la escalada de los ¨²ltimos meses, la brecha que deben superar las dos partes es todav¨ªa muy grande y llevar¨¢ tiempo para que pueda cuajar alg¨²n tipo de compromiso. Las nuevas conversaciones tienen lugar por invitaci¨®n de EE UU. La delegaci¨®n china la encabeza Wang Shouwen, visto como uno de los halcones del Ministerio de Comercio. Del lado estadounidense est¨¢ al frente el subsecretario del Tesoro para asuntos internacionales, David Malpass, que integra el grupo en el seno de la Administraci¨®n de Donald Trump que tiene una actitud m¨¢s abierta a la negociaci¨®n.
El propio Trump indicaba a la agencia Reuters que no esperaba gran cosa de este encuentro. De hecho, la cita est¨¢ pensada m¨¢s bien para tratar de crear una base sobre la que empezar a avanzar. Los funcionarios tienen un nivel inferior al de pasados encuentros, en los que participaron los secretarios de Comercio, Wilbur Ross, y del Tesoro, Steven Mnuchin con Liu He, principal asesor en materia econ¨®mica del presidente Xi Jinping.
Las conversaciones tienen lugar en el mismo momento en el que se activa la segunda bater¨ªa de aranceles a una lista de 279 bienes que se importan desde China, esta por valor de 16.000 millones de d¨®lares. Trump prometi¨® en junio un gravamen del 25% sobre unos intercambios de 50.000 millones. La primera ronda, que entr¨® en vigor el 6 de julio, se limit¨® a 34.000 millones en importaciones. El resto se aplaz¨® hasta la conclusi¨®n de un periodo de consulta con los sectores afectados.
Pek¨ªn responder¨¢ de inmediato a esta segunda gran ronda de aranceles de forma id¨¦ntica, es decir, con la entrada en vigor de un impuesto del 25% a mercanc¨ªas estadounidenses por valor de 16.000 millones. Las tasas afectan a m¨¢s de 300 productos, entre ellos autom¨®viles, bicicletas, equipos m¨¦dicos o ciertos tipos de papel. De la lista inicial ha ca¨ªdo el crudo, una de las mayores partidas que junto a los aviones comerciales o los semiconductores siguen libres de grav¨¢menes. Sin embargo, otras grandes categor¨ªas como la soja o los componentes de autom¨®viles s¨ª est¨¢n sujetos a las tasas, que alcanzan ya aproximadamente una tercera parte del importe total que China compra a Estados Unidos.
El pr¨®ximo ¨®rdago, que podr¨ªa concretarse a finales de septiembre, escala de forma muy significativamente el conflicto: Trump ha encargado imponer aranceles del 25% a productos chinos por valor de 200.000 millones de d¨®lares adicionales y Pek¨ªn ha prometido contraatacar con otros por valor de 60.000 millones. De formalizarse, mercanc¨ªas por valor de 366.000 millones de d¨®lares quedar¨ªan afectadas por las tasas, el equivalente a entre el 56% y el 62% de todo el comercio bilateral registrado en 2017 (el porcentaje var¨ªa debido a las cifras divergentes publicadas por ambas aduanas).
Washington trata de mostrarse as¨ª consistente frente a Pek¨ªn, para que no se tome sus amenazas a la ligera. Hasta ahora, la acci¨®n proteccionista se concentr¨® principalmente en materiales que se utilizan en el proceso manufacturero. Pero si se ampl¨ªa, sus efectos se sentir¨¢n tambi¨¦n en los productos de consumo. Craig Allen, presidente del Consejo Empresarial China-Estados Unidos, considera que las tarifas pueden acarrear ¡°efectos secundarios impredecibles¡±, pero ve en la administraci¨®n estadounidense ¡°una urgencia que no exist¨ªa antes¡± en sus demandas para que China termine con sus pr¨¢cticas desleales, entre ellas la falta de reciprocidad de acceso a los respectivos mercados o la insuficiente protecci¨®n de la propiedad intelectual y transferencias tecnol¨®gicas forzadas.
En China, donde las autoridades han seleccionado cuidadosamente los productos a tasar para evitar que afecten excesivamente a sus cadenas de suministros, la idea es mantenerse firme ante los envites de Trump. Pek¨ªn se prepara para apoyar a aquellas empresas que noten en mayor medida el impacto de las tarifas y, aunque se muestra dispuesto a un acuerdo que rebaje el conflicto, crecen las voces que apuestan por no ceder ante Estados Unidos. Primero, por la falta de confianza que desprende el presidente estadounidense a la hora de respetar acuerdos; segundo, por la creciente convicci¨®n en Pek¨ªn de que el conflicto va m¨¢s all¨¢ del terreno comercial y pretende, en ¨²ltima instancia, contener el desarrollo econ¨®mico y tecnol¨®gico del pa¨ªs.
En Estados Unidos, las empresas multinacionales y los peque?os negocios que dependen de los productos importados chinos empiezan a acusar cierta fatiga con este enfrentamiento. Les preocupa que el incremento de la tensi¨®n afecte a sus cuentas, por eso los grupos que les representan piden a la Administraci¨®n de Donald Trump que resuelva la disputa cuanto antes porque sus efectos se pueden sentir a largo plazo.
La asociaci¨®n que representa a la industria de semiconductores se?ala, por ejemplo, que la ¨²ltima lista incluye productos de consumo sometidos a aranceles como los televisores. La C¨¢mara de Comercio de Estados Unidos calcula que la pol¨ªtica proteccionista de Donald Trump puede afectara a 2,6 millones de empleos. Pero m¨¢s all¨¢ de este primer contacto, no parece que ninguna de las partes vaya a hacer concesiones.
Como indican los expertos, la gran diferencia es de tipo estructural. Pek¨ªn ya ofreci¨® adquirir m¨¢s productos estadounidenses para empezar a resolver la disputa, pero esa oferta fue rechazada porque Washington busca un cambio fundamental de conducta econ¨®mica. El presidente Donald Trump volvi¨® a acusar este lunes, adem¨¢s, a China de estar devaluando artificialmente su divisa.
¡°Estamos en un punto de inflexi¨®n. Los negociadores chinos saben muy bien qu¨¦ se les pide y son conscientes de los problemas existentes. El problema es la diferente interpretaci¨®n en ambos lados de c¨®mo de r¨¢pido deben ocurrir estos cambios: mientras EE UU piensa en ¡®expeditivamente¡¯, China apuesta por un ¡®gradualmente¡¯. La cuesti¨®n es que esto ya no es suficiente tras muchos a?os de frustraci¨®n en Washington¡±, explica Allen.
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