?Salvar a la Iglesia o destruir a Francisco?
El hecho de que Vigan¨° forme parte del coraz¨®n de la lucha interna contra Francisco no restar¨ªa trascendencia o veracidad a sus acusaciones, pero conviene situarlas
Un consejero directo del Papa Francisco, en una conversaci¨®n reservada hace dos meses, se mostraba asombrado por la fuerte oposici¨®n interna que el Pont¨ªfice ha tenido en estos ¨²ltimos a?os. Lo m¨¢s sorprendente, se?alaba, es que proceda de los sectores m¨¢s conservadores de la Iglesia, tradicionalmente alineados con el Vaticano. Se trata de una facci¨®n liderada en un inicio por el cardenal estadounidense Raymond Burke, que genera simpat¨ªa en Italia y ha recibido un gran apoyo de los sectores m¨¢s conservadores y pudientes de la Iglesia en Estados Unidos. Justo donde pas¨® los ¨²ltimos a?os el arzobispo Carlo Maria Vigan¨°, autor de la denuncia contra Francisco y nuncio del Vaticano en Washington entre 2011 y 2016. El periodo en el que se cocin¨® la sucesi¨®n de Benedicto XVI y empez¨® este Pontificado (2013).
Las acusaciones de Vigan¨° en su carta de 11 densas p¨¢ginas, donde asegura que el Papa conoci¨® los abusos del cardenal Theodore McCarrick en 2013, son de una gravedad ins¨®lita. Si se confirmasen, afrontar¨ªa una delicad¨ªsima situaci¨®n en un momento crucial para el papado y su credibilidad en un tema crucial como los abusos quedar¨ªa muy resentida. El hecho de que Vigan¨° forme parte del coraz¨®n de la lucha interna contra Francisco ¨Cparticip¨® recientemente en una reuni¨®n de prelados contrarios al Papa en un hotel de Roma en la que se debat¨ªa el momento id¨®neo para desobedecer a un Pont¨ªfice- no restar¨ªa trascendencia o veracidad a sus acusaciones. Pero conviene conocer el entorno desde el que llegan para descifrar los motivos y la precisi¨®n del momento elegido: el viaje a Irlanda, zona cero de los abusos, y pocas horas antes de su habitual rueda de prensa a bordo del avi¨®n papal.
Vigan¨°, nombrado arzobispo por Juan Pablo II, no es un ingenuo, como ¨¦l mismo se autodenomina en la misiva. Curtido en la carrera diplom¨¢tica y en la secretar¨ªa general del Governatorato de la Ciudad del Vaticano, algo as¨ª como su Ayuntamiento, fue apartado del cargo desde donde obten¨ªa un enorme caudal de informaci¨®n y poder. Tarcisio Bertone, entonces secretario de Estado de Benedicto XVI -a quien ahora acusa de promover sistem¨¢ticamente a ¡°homosexuales¡±- pilot¨® esa patada hacia arriba. Result¨® tambi¨¦n que Vigan¨® fue el protagonista de la primera noticia de Vatileaks a trav¨¦s de la divulgaci¨®n de una carta en la que avisaba al Papa de diversos casos de corrupci¨®n y le suplicaba no ser apartado para llegar hasta el fondo del asunto. La realidad es que tuvo m¨¢s que ver con su propensi¨®n a las intrigas, a las mentiras, a su falta de lealtad y a unas imprudentes misivas que dieron pie al origen del esc¨¢ndalo de filtraciones.
Vigan¨°, obsesionado con la lucha contra la homosexualidad en la Iglesia ¨Ccree que es la causa de los abusos- teji¨® una red de relaciones ultraconservadoras en EE UU. A su regreso en 2016 ¨CFrancisco le relev¨® de su puesto despu¨¦s de que estuviera a punto de arruinar el viaje a EE UU exponi¨¦ndolo a un encuentro con una juez que se negaba a casar a homosexuales¨C frecuent¨® los ambientes tradicionalistas antifrancisco de Roma. En esa ¨¦poca la ciudad lleg¨® a amanecer con carteles pegados en las paredes contra el Pont¨ªfice y el Papa libr¨® varios pulsos con miembros destacados de esta facci¨®n, como el propio cardenal Burke. Desde entonces, este sector puso en duda oficialmente la exhortaci¨®n apost¨®lica m¨¢s importante del Papa (Amoris Laetitia) en la famosa Dubia, su capacidad teol¨®gica y unos 60 historiadores, te¨®logos y sacerdotes le acusaron de cometer siete herej¨ªas. En plena tormenta por los esc¨¢ndalos de abusos en Pensilvania, Vigan¨® ha lanzado el ataque m¨¢s agresivo y calculado.
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