Una hecatombe que ya es oficial: 2.975 personas murieron en Puerto Rico a causa del hurac¨¢n Mar¨ªa
El informe encargado a la Universidad George Washington por el gobierno de la isla desnuda la irrealidad de la cifra de 64 v¨ªctimas mortales sostenida por la propia administraci¨®n
Recorrer las calles de los suburbios de Puerto Rico o las pistas de sus pueblos monta?osos y costeros despu¨¦s del hucar¨¢n Mar¨ªa del pasado 20 de septiembre era una visi¨®n constante del abandono m¨¢s b¨¢sico y la impotencia de la gente. En medio del caos de las comunicaciones y del apag¨®n del sistema el¨¦ctrico, ciudadanos, pol¨ªticos, militares, reporteros palpaban en penumbra una realidad que se evidenciaba mucho m¨¢s grave que los datos que iba dando el Gobierno de la isla, con los cad¨¢veres acumul¨¢ndose en las morgues de los hospitales. Ha tenido que pasar casi un a?o para que se confirme, en n¨²meros totales sobre el papel, la dimensi¨®n humana de la mayor tragedia sufrida por este pa¨ªs en d¨¦cadas. Hoy ha sido publicado el estudio encargado por la administraci¨®n puertorrique?a a la Universidad George Washington y el resultado es desolador: al menos 2.995 personas murieron en Puerto Rico a consecuencia del efecto de Mar¨ªa entre el d¨ªa en que impact¨® y febrero de 2018. El c¨¢lculo mide el exceso de muertes atribuibles al hurac¨¢n en comparaci¨®n con la media de defunciones registrada durante el mismo periodo en a?os anteriores.
Hasta hoy, la cifra oficial de defunciones por Mar¨ªa era de 64. Un dato que el gobierno de Ricardo Rossell¨® ha mantenido durante meses sin que nadie le diese cr¨¦dito. Ahora la luz de los hechos reales desnuda su estrategia de avestruz: ante la dimensi¨®n de la cat¨¢strofe, metieron la cabeza en el hoyo la mayor cantidad de tiempo posible para aminorar el impacto pol¨ªtico. Aunque ¨²ltimamente hab¨ªan entreabierto la puerta al reconocimiento de lo que ocurri¨®. En agosto trascendi¨® que en un documento interno se admit¨ªa que los fallecimientos por Mar¨ªa podr¨ªan superar los 1.400. De 64 a 1.400 y, finalmente, a 2.995. Es decir: 46 veces m¨¢s que aquella cifra insostenible. El estudio, adem¨¢s, resalta que los males provocados por la cat¨¢strofe se cebaron en los m¨¢s d¨¦biles. El riesgo de muerte fue un 45% mayor para los que viv¨ªan en comunidades pobres y los mayores de 65 a?os se vieron expuestos a una situaci¨®n de permanente vulnerabilidad.
La poblaci¨®n, debido a la emigraci¨®n a EE UU, se redujo un 8%, de 3.327.000 habitantes en septiembre de 2017 a 3.048.000 a mediados de febrero de 2018.
El gobernador Rossell¨® ha dicho tras conocerse el estudio, en una entrevista con El Nuevo D¨ªa, principal diario local: "Yo no soy perfecto. Yo cometo errores. (...). En aquel momento ten¨ªamos un protocolo. No nos dimos cuenta hasta un poco despu¨¦s de que era totalmente insuficiente y esto todo emana en que la responsabilidad de adjudicar la causa de la muerte era de los m¨¦dicos, pero que lamentablemente no hab¨ªa un proceso formal para prepararlos ante una devastaci¨®n. En aquel momento era el n¨²mero que se ten¨ªa y hoy tenemos evidencia que apunta a que el n¨²mero en ese momento lo m¨¢s seguro era mayor". "Esto denota la magnitud de la cat¨¢strofe", asumi¨®.
Rossell¨®, acuciado por estimaciones independientes que fueron saliendo anteriormente y que apuntaban a la irrealidad de la versi¨®n oficial, asumi¨® la necesidad de encargar este estudio a la Universidad George Washington y apechugar con el resultado. Otras investigaciones hab¨ªan arrojado las cifras orientativas de 1.130 muertos (Penn State University) y 4.600 (Harvard), pero estas instituciones no tuvieron acceso a los datos del Registro Demogr¨¢fico, a los que el Gobierno de Puerto Rico no dio acceso hasta el pasado 1 de junio. Su cerrojazo estad¨ªstico hizo que le llovieran cr¨ªticas como las del Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico, que fue clave en la presi¨®n por que se conocieran los hechos. "El gobierno miente y lo sabe", escribi¨® en junio Damaris Su¨¢rez, periodista del centro y presidenta de la Asociaci¨®n de la Prensa de Puerto Rico. "El manejo irregular de los datos de los fallecidos tras el paso del hurac¨¢n Mar¨ªa persigue a la administraci¨®n de Rossell¨®. La magnitud del problema ha aumentado en el ojo p¨²blico internacional como una bola de nieve, a consecuencia de la falta de transparencia deliberada que, en el caso de los muertos, inici¨® a solo d¨ªas del fen¨®meno atmosf¨¦rico".
Tras conocerse el dato de este estudio que viene a poner en claro de una vez la cuesti¨®n, el diario El Nuevo D¨ªa subray¨® que lo ocurrido se produjo "en medio de una evidente falta de preparaci¨®n de las autoridades puertorrique?as y estadounidenses".
En la largu¨ªsima dilaci¨®n en conocerse la verdad influyeron tanto la falta de voluntad pol¨ªtica de organizar un recuento veraz y r¨¢pido de las defunciones ligadas al hurac¨¢n como las deficiencias de preparaci¨®n de la administraci¨®n para afrontar la cat¨¢strofe, y en concreto la clasificaci¨®n de las v¨ªctimas mortales a corto y medio plazo. El estudio dice: "El estimado oficial del gobierno de 64 muertes a causa del hurac¨¢n es bajo, principalmente porque las formas utilizadas para la atribuci¨®n causal solo permitieron la clasificaci¨®n de muertes atribuibles directamente a la tormenta; por ejemplo, las causadas por el colapso estructural, escombros voladores, inundaciones y ahogamientos. Durante nuestro estudio m¨¢s amplio, se encontr¨® que muchos m¨¦dicos no estaban orientados en la certificaci¨®n del protocolo adecuado". Esta imprevisi¨®n resulta chocante para un pa¨ªs que se encuentra en plena zona roja de huracanes. Pero m¨¢s desconcierta este otro juicio de los investigadores, que entrevistaron a personal del gobierno y de organizaciones civiles: los planes de emergencia, dicen, "no estaban dise?ados para huracanes de una categor¨ªa mayor a la fuerza 1".
El hurac¨¢n Mar¨ªa fue el m¨¢s fuerte en Puerto Rico desde hace un siglo. Impact¨® contra el territorio boricua con una categor¨ªa de fuerza cuatro y vientos de 250 kil¨®metros por hora, al borde de los guarismos de la categor¨ªa 5, la m¨¢xima en la escala de huracanes. Dej¨® el paisaje de la isla abrasado, como si hubiera sido engullido por una gran llamarada, barrios inundados con el agua llegando hasta los tres metros de altura, numerosas carreteras cortadas, puentes ca¨ªdos, la red el¨¦ctrica destrozada y ciento de miles de viviendas maltrechas o por los suelos. En los hospitales y en los domicilios de personas enfermas se vivieron algunos de los momentos m¨¢s dram¨¢ticos, por la falta de electricidad para poder mantener equipamientos m¨¦dicos vitales.
El hurac¨¢n golpe¨® a Puerto Rico en el peor momento, con su administraci¨®n ahogada por una deuda p¨²blica de m¨¢s de 70.000 millones de d¨®lares y con su econom¨ªa intervenida, como sigue hasta hoy, por una Junta de Supervisi¨®n Fiscal designada por el Congreso de EE UU, pa¨ªs del que Puerto Rico es un Estado Libre Asociado. La isla ha reclamado a Washington un paquete de ayuda para su reconstrucci¨®n tras el hurac¨¢n que asciende a 139.000 millones de d¨®lares.
La confirmaci¨®n de la brutal cifra de v¨ªctimas mortales hace lucir a¨²n m¨¢s desafortunada la actitud del presidente de EE UU, Donald Trump, cuando visit¨® la isla unos d¨ªas despu¨¦s del hurac¨¢n. Ante la prensa, Trump dijo que la cifra oficial de muertos en Puerto Rico en ese momento ¨C16¨C no era nada comparada con los 1.800 que dej¨® en 2005 el hurac¨¢n Katrina. "Debes estar orgulloso", le dijo al gobernador Rossell¨®, en qui¨¦n resonar¨¢n mucho tiempo esas palabras.
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