La peste militar
El militar constitucionalista, ese ser mitol¨®gico que derrocar¨¢ a Maduro y lo llevar¨¢ a la Corte Penal de La Haya al tiempo que entablar¨¢ negociaciones con el FMI, ha sido suplantado por el general que fue a Washington a pedir aparatos de radio encriptados
El New York Times reporta repetidos encuentros entre funcionarios de inteligencia estadounidenses y altos mandos militares venezolanos no identificados que a comienzos de a?o fraguaban un golpe para derrocar a Nicol¨¢s Maduro.
Seg¨²n el diario neoyorquino, los conjurados dec¨ªan tenerlo todo bien pensado y solo necesitaban una peque?a ayuda de Washington para, en uno o varios certeros golpes de mano, neutralizar a sus compa?eros de armas, apoderarse de la persona de Maduro, poner fin a la pesadilla del socialismo del siglo XXI y formar un Gobierno de transici¨®n hacia la democracia plena. Solo necesitaban, dijeron, una peque?a ayuda del Pent¨¢gono.
Seg¨²n iba yo leyendo el reportaje, acud¨ªan a mi mente im¨¢genes evocativas de lo que Norman Mailer llamar¨ªa la alta Guerra Fr¨ªa, tal como pudimos vivirla en esta parte del mundo. Escenas caribe?as de los buenos, viejos y bananeros tiempos de Jacobo Arbenz y John Foster Dulles. Los di¨¢logos entre los gringos asignados al caso y los complotados venezolanos debieron ser par¨®dicos retazos de lo mejor de Mel Brooks y G¨®mez Bola?o. El superagente 87 y Tin Tan, a partes iguales. Consid¨¦rese, por ejemplo, este asunto de los aparatos de radio encriptados, a prueba de intercepciones del G-2 cubano.
Al parecer, el enviado de los facciosos admiti¨® que a estos les resultaba muy riesgoso comunicarse entre ellos. Pero, contando con la ingeniosidad yanqui en materia de cacharrer¨ªa electr¨®nica del tipo Misi¨®n imposible, los objetivos podr¨ªan alcanzarse sin problemas.
Muy probablemente estemos hablando de la misma gente que estuvo detr¨¢s del chapucero y desternillante atentado con dron, adquirido quiz¨¢ a trav¨¦s de Amazon, que brind¨® al dictador Maduro un pretexto para secuestrar salvaje e ignominiosamente al diputado Juan Requesens. He aqu¨ª lo que, en torno a los radios encriptados, se?ala Francisco Quico Toro, el mordaz editor del imprescindible medio digital Caracas Chronicle: ¡°?Hey, cerebros!: todo el mundo en esta trama tiene a su alcance un dispositivo de comunicaciones encriptadas que no llama la atenci¨®n y que todos ya saben usar. Va una pista: se usa para descargar pornograf¨ªa¡±.
¡°Existe tonelada y media de software que puedes meter en un celular desechable de prepago y convertirlo en una plataforma de comunicaciones encriptadas imposible de rastrear y que no despertar¨¢ preguntas. En lugar de eso, estos tipos andan por ah¨ª pidiendo tecnolog¨ªa de los a?os 50 que garantizadamente los delate. Es otro recordatorio de que esos tipos de la c¨²pula militar ¡ªnuestros putativos salvadores¡ª no solo son muy, muy criminales sino tambi¨¦n dolorosamente est¨²pidos¡±. Seg¨²n el New York Times, los gringos se limitaron a escuchar y a contener la risa.
Lo narrado hasta aqu¨ª ata?e solamente a la oferta de una salida militar al atolladero hist¨®rico venezolano y su concomitante crisis humanitaria. Por el lado de la demanda, dice mucho sobre la psique opositora venezolana la terca infatuaci¨®n de much¨ªsimos venezolanos antichavistas con las salidas militares, reales o imaginarias. Ella sigue alimentando el culto de sobremesa a la figura de un milico providencial.
Es algo en verdad incre¨ªble si se atiende al hecho de que Hugo Ch¨¢vez, el m¨¢s celebrado de nuestros salvadores militares, fue justamente el tir¨¢nico causante de una cat¨¢strofe social que ha costado la p¨¦rdida de tantas vidas y propiedades.
En el caso del golpe que no fue, el reportaje del New York Times suscit¨® frustraci¨®n y rabia en m¨¢s de un opositor impaciente. So?ar con una salida militar a lo que comenz¨® en 1992, hace 26 a?os, con una sangrienta intentona militar es el ep¨ªtome venezolano a la pr¨¦dica antipol¨ªtica que todav¨ªa nos ofusca.
Una salida militar absolutamente redundante, por cierto, pues Maduro dio con ella much¨ªsimo antes que la oposici¨®n. Hace tres lustros que el r¨¦gimen chavista concret¨® todo el programa impl¨ªcito en la f¨®rmula ¡°salida militar¡±. En Venezuela, los militares controlan desde la industria petrolera hasta la miner¨ªa ilegal y reinan sobre la vida y la propiedad de los ciudadanos.
Para colmo del desconsuelo, el militar constitucionalista, ese ser mitol¨®gico que derrocar¨¢ a Maduro y lo llevar¨¢ a la Corte Penal de La Haya al tiempo que entablar¨¢ negociaciones con el FMI, ha sido suplantado por el general que fue a Washington a pedir aparatos de radio encriptados. Seg¨²n el reportaje, este salvador integra la lista de caimacanes sancionados por lavar capitales y violar derechos humanos.
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