Bruselas quiere pisar el acelerador, pero duda del ritmo de Londres
Un retraso dificultar¨ªa la ratificaci¨®n parlamentaria del acuerdo

El Brexit ha dado la vuelta a los prejuicios tradicionales. Y la UE, siempre acusada por Londres de lenta y burocr¨¢tica, est¨¢ dispuesta a pisar el acelerador en las negociaciones sobre la salida del Reino Unido, pero teme que el Gobierno de Theresa May no pueda seguir el ritmo. El Ejecutivo brit¨¢nico lleva 18 meses a remolque del equipo negociador de la UE, liderado por el franc¨¦s, Michel Barnier. Y en la recta final hacia la consumaci¨®n del Brexit, el pr¨®ximo 29 de marzo, acusa una creciente debilidad interna y mayores dificultades para no quedarse rezagado.
Barnier informar¨¢ este martes de la situaci¨®n a los 27 socios en Bruselas. Y la conclusi¨®n inevitable es que el esperado acuerdo, previsto para mediados de octubre, deber¨¢ retrasarse con toda probabilidad a noviembre o, incluso, primeros de diciembre. El nuevo calendario se elevar¨¢ a los presidentes de Gobierno de la UE, que el jueves celebrar¨¢n una cumbre sobre el Brexit en Salzburgo (Austria) tras una reuni¨®n informal del Consejo Europeo en esa ciudad.
La pr¨®rroga abre un periodo crucial de ocho semanas en que Bruselas espera que May pueda fijar de una vez por todas su posici¨®n en los dos principales contenciosos que impiden rematar el acuerdo. La Comisi¨®n teme que un nuevo derrape en el calendario haga imposible la ratificaci¨®n parlamentaria del acuerdo. Y una vez m¨¢s el principal problema se encuentra en Londres, no en Bruselas. El Parlamento brit¨¢nico necesita m¨¢s tiempo y est¨¢ constre?ido por plazos m¨¢s estrictos que la C¨¢mara europea, dispuesta a reaccionar con mayor agilidad.
Los principales obst¨¢culos se encuentran en el r¨¦gimen fronterizo y aduanero aplicable entre Irlanda (socio de la UE) e Irlanda del Norte (provincia brit¨¢nica que saldr¨¢ del club). Londres se ha comprometido a mantener la libre circulaci¨®n en toda la isla irlandesa sin establecer controles que podr¨ªan reabrir el conflicto entre las dos partes de la isla. El Gobierno de May, sin embargo, no ha logrado todav¨ªa dar con una f¨®rmula aceptable para la UE, aunque todo apunta a que Londres empieza a resignarse a que su provincia irlandesa seguir¨¢ vinculada en gran medida al mercado interior europeo.
El otro punto por resolver es el sometimiento de Reino Unido a la jurisprudencia del Tribunal de Justicia europeo durante el periodo de transici¨®n de salida, que se prolongar¨¢, como m¨ªnimo, desde el 30 de marzo de 2019 hasta el 31 de diciembre de 2020. Bruselas exige que la Corte europea de Luxemburgo tenga la ¨²ltima palabra sobre la interpretaci¨®n de la legislaci¨®n comunitaria durante ese periodo, una humillante condici¨®n que Londres tendr¨¢ que aceptar con toda probabilidad.
La UE espera que Londres aclare su posici¨®n en las pr¨®ximas semanas y sopesa la posibilidad de convocar una cumbre extraordinaria a mediados de noviembre para dar el impulso definitivo a la negociaci¨®n. May tambi¨¦n se muestra dispuesta a firmar un Brexit hipersuave que preserve intactas en su mayor parte las relaciones actuales entre las dos orillas del canal de La Mancha. Pero dentro y fuera de su Gobierno y fuera y, sobre todo, dentro de su partido conservador, maniobran los partidarios de un Brexit tajante para desterrar la tentaci¨®n latente de vuelta atr¨¢s.
La UE afronta el dif¨ªcil equilibrio de mantener el pulso de las negociaciones sin acorralar de manera irreversible a un Gobierno brit¨¢nico que ya ha cedido mucho terreno. Bruselas impuso sus condiciones en la necesidad de respetar los derechos de los ciudadanos residentes en Reino Unido (y viceversa) y en la factura pendiente de saldar (unos 50.000 millones de euros).
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