El secreto colonial de la isla Diego Garc¨ªa
La ONU dirime sobre la legalidad de la descolonizaci¨®n de Mauricio, pa¨ªs que Reino Unido desmembr¨® en los sesenta. Londres se qued¨® con el archipi¨¦lago de Chagos y admite que desaloj¨® de forma "vergonzosa" a sus habitantes
La descolonizaci¨®n de la actual Rep¨²blica de Mauricio, completada en 1968 por Reino Unido, enfrenta a ambos pa¨ªses ante el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas (TIJ). El pa¨ªs insular est¨¢ situado en el oc¨¦ano ?ndico, pr¨®ximo a Madagascar, y el Gobierno de Londres separ¨® en 1965 el archipi¨¦lago de Chagos, un grupo de siete atolones, para crear all¨ª un territorio brit¨¢nico. Una vez expulsados sus cerca de 2.000 habitantes, en 1966 alquil¨® la mayor isla, Diego Garc¨ªa, a Estados Unidos, para la construcci¨®n de una base militar, en funcionamiento desde 1973. El contrato expir¨® en 2016, y se ha prolongado hasta 2036. Mauricio dice que fue obligada a ceder a cambio de la independencia. Londres considera suyo el lugar, y por eso la ONU ha solicitado a sus jueces un dictamen consultivo sobre la legalidad del proceso descolonizador. No es vinculante, pero puede mostrar el coste humano de la era colonial, y repercutir en la titularidad de Diego Garc¨ªa, plaza estrat¨¦gica desde la guerra fr¨ªa.
Las islas Chagos ¡ªsituadas unos 2.000 kil¨®metros al sur de India¡ª son un territorio brit¨¢nico de ultramar, como las Malvinas, y los jueces de Naciones Unidas escucharon las alegaciones de 22 pa¨ªses, desde Argentina a Sud¨¢frica, y de Israel, Estados Unidos, Tailandia o India, a la Uni¨®n Africana, a principios de septiembre. ¡°Se discute aqu¨ª el control de los recursos y la soberan¨ªa de Mauricio sobre su territorio original, y tambi¨¦n sobre una base militar de importancia indiscutible, como Diego Garc¨ªa¡±, asegura Geoff Gordon, investigador jefe en el Instituto holand¨¦s Asser, de derecho Internacional y europeo. En su opini¨®n, ¡°Reino Unido pierde prestigio y fuerza, porque no quer¨ªa llegar a este tribunal, capaz de revisar el legado colonial y sus fundamentos econ¨®micos y estrat¨¦gicos¡±.
La postura brit¨¢nica es especialmente inc¨®moda, porque el litigio sobre las islas Chagos ¡ªque suman una superficie menor a la de Formentera o San Marino¡ª, que hab¨ªa encallado en varias cortes europeas, cobr¨® nuevo impulso en 2017. El 22 de junio de ese a?o, la Asamblea General de la ONU adopt¨® una resoluci¨®n que ordenaba derivar el caso al TIJ. La votaci¨®n se sald¨® con 94 votos a favor, 15 en contra y 65 abstenciones. Entre estas ¨²ltimas, las de Francia, Alemania o Espa?a, socios de Reino Unido en la UE. Matthew Rycroft, el representante brit¨¢nico, no logr¨® convencer a la Asamblea de que se trataba de ¡°un asunto bilateral, y mi pa¨ªs est¨¢ dispuesto a devolver las islas Chagos a Mauricio cuando no sean necesarias para la defensa¡±, seg¨²n dijo. En los pr¨®ximos meses, adem¨¢s de decidir si la separaci¨®n de las Chagos fue legal, los jueces de la ONU se pronunciar¨¢n sobre el posible el regreso de sus habitantes originarios. Un viaje impedido por Reino Unido.
En 1965, y despu¨¦s de pagar a Mauricio 3 millones de libras (que equivalen hoy a 41,6 millones de euros) por el archipi¨¦lago, el Gobierno de Londres cre¨® el denominado Territorio Brit¨¢nico en el oc¨¦ano ?ndico y despobl¨® las Chagos. Poco a poco, a base de no permitir el regreso de los que viajaban a Mauricio a ver a sus familias, o impidiendo la vuelta de quienes precisaban atenci¨®n m¨¦dica fuera. Unos grupos fueron llevados a Seychelles, y otros acabaron en ciudades brit¨¢nicas. ¡°Se vulner¨® una resoluci¨®n de 1960, de la propia ONU, que prohib¨ªa desmembrar territorios coloniales antes de su independencia¡±, seg¨²n Anerood Jugnauth, que fue presidente y primer ministro de Mauricio. ?l es uno de los pocos miembros vivos de la generaci¨®n de la descolonizaci¨®n, y particip¨® en las negociaciones de 1965. ¡°Hubo reuniones secretas celebradas bajo coacci¨®n. Se nos dio a elegir entre la independencia o la partici¨®n de Chagos, porque quer¨ªan establecer la base militar de Diego Garc¨ªa¡±, ha a?adido. En 1973 se finaliz¨® la despoblaci¨®n de Chagos.
¡°El dictamen de los jueces no ser¨¢ vinculante, pero es obvio que el poder pol¨ªtico y financiero de la metr¨®poli durante la descolonizaci¨®n era muy superior al de la colonia. El desequilibrio es total, cuando la ¨²nica soberana entonces era la fuerza colonial. De modo que este caso puede reforzar la voz del movimiento anticolonial en un momento hist¨®rico como el que vivimos, propicio a ello¡±, sigue Geoff Gordon. ¡°Incluso si no es de obligado cumplimiento, el peso moral, diplom¨¢tico y de fuerza del derecho internacional de un dictamen de esta clase es enorme¡±.
El drama humano de las deportaciones fue subrayado durante las sesiones por Paul Reichler, abogado de Mauricio. La poblaci¨®n expulsada de sus islas entre 1968 y 1973 no siempre logr¨® salir adelante. ¡°Muchos de ellos [hay entre 3.000 y 4.000, entre deportados originales y sus descendientes] son mayores y est¨¢n enfermos¡±, asegur¨®. ¡°Parec¨ªamos animales y esclavos en aquel barco; la gente se mor¨ªa de pena¡±, explic¨® Liseby Elys¨¦, una de las desterradas hace cinco d¨¦cadas. Robert Buckland, el letrado de la parte brit¨¢nica admiti¨® que el desalojo ¡°fue vergonzoso e incorrecto¡±, pero insisti¨® en que las islas Chagos son brit¨¢nicas. Aparte de una inversi¨®n de 40 millones de euros para mejorar su situaci¨®n, el actual Gobierno de Theresa May propone permitir una serie de visitas cortas para grupos reducidos de antiguos pobladores. Se denominan ¡°de patrimonio cultural¡±.
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