Trump carece de un plan concreto ante China m¨¢s all¨¢ de la ofensiva arancelaria
Detener la expansi¨®n comercial del gigante asi¨¢tico es un pilar de la agenda del presidente
Donald Trump lleg¨® a la Casa Blanca a lomos de una agenda nacionalista que sedujo a las bases republicanas. La necesidad de parar los pies a China, que amenazaba el orden comercial mundial con sus malas artes, formaba parte de ese discurso. Nada nuevo: China ha sido uno de los hombres del saco predilectos en las campa?as electorales estadounidenses, por lo menos, desde que Reagan lo utiliz¨® como arma arrojadiza contra Carter en 1980. La diferencia es que, antes, la llegada a la Casa Blanca parec¨ªa ejercer un efecto neutralizador de las amenazas contra China vertidas en campa?a. Pero ahora no. Cuando Trump gan¨® las elecciones de 2016, la ofensiva comercial contra China se convirti¨® en parte prioritaria de su agenda, igual que la necesidad de reducir la inmigraci¨®n. ¡°Estamos en guerra con China,¡± resumi¨® el propio Steve Bannon en julio pasado, despedido ya de su cargo de consejero especial del presidente, puesto al que fue llamado precisamente para implementar esa agenda nacionalista que ¨¦l contribuy¨® a popularizar.
Trump cuenta con el apoyo de los votantes republicanos para tensar la guerra comercial con China. Algo que ciertos analistas no han dudado en relacionar con el hecho de que el presidente decidiera aprobar nuevos aranceles a los productos chinos precisamente ahora, a pocas semanas de unas elecciones legislativas que los republicanos parecen tener cuesta arriba. La mayor¨ªa de los votantes republicanos aprueban dichos aranceles, en la misma medida en que aprueban la otra gran medida econ¨®mica de Trump, la bajada de impuestos. Seg¨²n un sondeo realizado para The New York Times en septiembre, el 79% de los votantes republicanos est¨¢n a favor de los aranceles y un 84% apoya la reducci¨®n de impuestos.
¡°Los aranceles han colocado a Estados Unidos en una posici¨®n negociadora muy fuerte, con miles de millones de d¨®lares, y trabajos, fluyendo al pa¨ªs, y sin embargo los aumentos de coste han sido hasta la fecha casi imperceptibles. Los pa¨ªses que no est¨¢n dispuestos a hacer acuerdos justos con nosotros, ?ser¨¢n gravados!¡±, tuite¨® el presidente el pasado lunes, despu¨¦s de anunciar la nueva ronda de aranceles a productos chinos por valor de 200.000 millones de d¨®lares.
Pero Trump tiene al menos dos problemas en esta guerra comercial. El primero, que el apoyo de sus votantes no es replicado por la mayor¨ªa de los legisladores de su partido, m¨¢s partidarios de la cl¨¢sica combinaci¨®n republicana de impuestos bajos y comercio libre. El segundo, que Trump no ha logrado forjar una coalici¨®n internacional en Occidente para enfrentarse a China en el terreno comercial. Lejos de conseguirlo, se ha dedicado m¨¢s bien a abrir otros frentes con la Uni¨®n Europea, M¨¦xico, Canad¨¢ o Jap¨®n, territorios sin cuya complicidad cualquier ofensiva contra China inevitablemente pierde vigor.
La escalada de hostilidades ha trascendido en las ¨²ltimas semanas el ¨¢mbito comercial. El pasado 19 de agosto, el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, cit¨® en una entrevista televisiva a China como uno de los cuatro pa¨ªses que interfieren en los procesos pol¨ªticos estadounidenses. Diez d¨ªas despu¨¦s, el propio presidente acus¨® a China, en Twitter y sin pruebas, de hackear los correos electr¨®nicos de Hillary Clinton. A ello se suma la imposici¨®n, el pasado viernes, de sanciones a las fuerzas armadas chinas por adquirir armamento de Rusia, aunque Washington insiste en que el objetivo de las medidas es, en realidad, Mosc¨².
La Casa Blanca ha identificado los abusos del gigante asi¨¢tico -sustracci¨®n de propiedad intelectual y presi¨®n a las compa?¨ªas para compartir su tecnolog¨ªa si quieren operar en China-, pero los cr¨ªticos advierten de que, m¨¢s all¨¢ de los aranceles, no se ha dise?ado una hoja de ruta para la ofensiva contra China. Hay consenso en la t¨¢ctica, pero no existe una estrategia.
De momento se impone la l¨ªnea dura, representada por Peter Navarro, economista, director de Comercio y Pol¨ªtica Industrial en la Casa Blanca y autor de libros como Muerte por China. Su departamento public¨® en julio un informe titulado C¨®mo la agresi¨®n econ¨®mica de China amenaza las tecnolog¨ªas y la propiedad intelectual de Estados Unidos y el mundo, que concluye: ¡°Dados el tama?o de la econom¨ªa china, el demostrable alcance de sus pol¨ªticas de distorsi¨®n de mercados y su declarada intenci¨®n de dominar las industrias del futuro, los actos, pol¨ªticas y pr¨¢cticas de agresi¨®n econ¨®mica de China que ahora apuntan a las tecnolog¨ªas y a la propiedad intelectual del mundo amenazan no solo a la econom¨ªa de Estados Unidos sino el sistema de innovaci¨®n global en su conjunto¡±.
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